jueves, 30 de diciembre de 2010

Postal navideña desde el Castillo de Herodes

Que sí, que ya lo sé... es navidad.
Yo no es que sea especialmente devoto de estas fechas, de hecho el único guiño festivo que acostumbro a hacer (de unos pocos años a esta parte) es cambiar mi habitual sintonía de llamadas en el móvil por el "Last Christmas" de Wham, mi villancico favorito.

Bueno, no sólo eso... también debo reconocer que el "Cuento de Navidad" de Dickens es mi preferido de siempre, que cada mes de diciembre saco un rato para releerlo en inglés... y acto seguido (para desdramatizar un poco) me veo "Los Fantasmas atacan al Jefe".
Punto, mi ideología navideña no va más allá.


Sin embargo hay un fenómeno cada vez más extendido que consigue que el Señor Scrooge que (aunque muy escondido) llevo dentro, se manifieste... a ver cómo consigo explicarlo sin parecer un salvaje sin sentimientos.

Desde que tengo uso de razón recuerdo cómo en las felicitaciones navideñas que recibíamos en casa (correo ordinario), si a lo largo del año que concluía hubo algún nacimiento entre familia o amigos, al crisma se le acompañaba una foto del bebé de turno, o en los años siguientes alguna más mostrando la evolución del crío, etc.
Pero claro, como no había ni cámaras digitales, ni internet ni photoshop... eran fotografías "normales".

Lo que se hace ahora con los críos, a mi modo de ver, no tiene nombre.

Yo entiendo que se haya podido ser padre recientemente, que la baba derramada genere un torrente de caudal inagotable, que el amor sea ciego... y que la navidad sea la época infantil por excelencia.
También comprendo que se quiera presumir de vástago, etc... pero en los últimos años estoy recibiendo unos correos electrónicos "con niño" que lejos de enternecerme, me sonrojan.

De cinco años a esta parte, la mayoría de mis amigos (y conocidos) se han casado y casi todos han dado el "siguiente" paso trincando los 2.500 euros de Zapatero... pues bien, TODOS ELLOS (con ligeras diferencias) siguen el siguiente patrón a la hora de enviar el e-mail navideño:
...texto en el que se dice "Fulanito (nombre del hijo) os desea Feliz Navidad", y archivo adjunto con una fotografía del crío trucada con photoshop en la que sale vestido de Papá Noel, de Grinch, guiando una Diligencia de renos, o sobrevolando el círculo polar ártico... eclipsando auroras boreales y decorativas bandadas de aves migratorias.

Otra variante no menos común es la siguiente: texto en el que se puede leer "la familia García-Rodríguez (por ejemplo) os desea Feliz Navidad", adjuntando una fotografía en la que el sonriente matrimonio posa, con el niño en brazos, al más puro estilo Felipe y Letizia en la portada de ¡Hola!.


Aún así, a pesar de mi poca fe... el otro día fui sorprendido con una suerte de "más esperpéntico todavía".
Cierta chica con la que tuve unas breves relaciones hace cuatro años me incluyó en el listado masivo de destinatarios de su e-mail navideño, lo abrí y ¡zas!... "Ernesto os desea feliz navidad", pero la imagen de su hijo travestido de ayudante de Santa Claus no era una simple foto, no... era el enlace a un video.
"Pincha para ver la felicitación de Ernesto, jeje", concluía el mail.

No sé por qué lo hice, el caso es que cliqué y a lo largo de los siguientes (e interminables) dos minutos recordé aquel viejo programa de TVE "Videos de Primera", concretamente la sección de imágenes caseras de niños japoneses dándose unos golpetazos terribles con profusión de risas enlatadas de fondo.


La leyenda dice que Stanley Kubrick era cruel en sus rodajes pero... este siniestro video/felicitación nos muestra a un niño pequeño uniformado de rojo y blanco (aunque no del Athletic) con evidentes síntomas de fastidio, balbuceando algo ininteligible (¿protestando?), cayéndose al suelo por lo menos tres veces (una de ellas de manera bastante aparatosa), siendo levantado inmediatamente y plantado de nuevo en escena por las desvergonzadas manos de su madre, la cual permanece en la sombra maquinando un sinfín de perrerías pretendiendo, cámara en mano, que la sangre de su sangre lo dé todo en pantalla... pero lo más que Ernesto puede ofrecer es un lloroso plano final, con las imposibles risas de sus progenitores de fondo.

Si es que hay padres a los que, mientras duren las navidades, deberían retirarles la custodia...


lunes, 20 de diciembre de 2010

Mr. Rific en... "Cuento de Navidad"

I - LA EXCUSA:

Cinco meses atrás, Maika y yo habíamos echado uno de los polvos más nefastos que recuerdo.
Al menos para mi lo fue... ella no debió de pensar lo mismo ya que en las siguientes semanas no dejó de insinuarse proponiendo un nuevo encuentro.
A lo largo de ese tiempo (y a pesar de su insistencia) nunca me sentí lo suficientemente tentado como para repetir... hasta el pasado viernes.

Un par de días antes ella asomó por el Messenger en plan calentorro, pidiendo pelea.
Me preguntó si hacía algo el finde, que vaya frío que hace, que ya podría calentarla, etc.
Mi excusa evasiva del día fue: "¿Pero dónde vamos a hacerlo? En mi casa ahora no se puede, en la tuya tampoco... ando mal de pelas para un hotel, y de la calle con este clima mejor ni hablamos"
"Tengo una amiga que tiene un piso vacío en la Plaza de la Guerra –contestó- bueno... realmente lo tiene lleno de trastos, acaba de mudarse a otro y aún guarda algunas cosas allí. Me ha dicho que me presta las llaves así que podríamos ir…"


No sé por qué, pero la situación que describía despertó en mi el morbo suficiente como para contestar: "vale, si te dejan las llaves avisa y nos pasamos un rato"

Dicho y hecho, el viernes por la mañana recibí el siguiente sms: "Hola ¿q tal? Q planes tienes para esta tarde noche, ya engañe a mi amiga para ir a La Plaza de la Guerra (icono sonriente) besos

Yo ya había quedado con una chica para esa noche, así que mi primera reacción fue proponer a Maika quedar a primera hora de la tarde, no renunciando así a nada.
"Te parece muy pronto 17:30 allí, en la misma plaza?", envié... "Ok, a esa hora", contestó, apenas unos segundos después.


II - LA CITA:

Llego puntual a la plaza, el panorama en esa parte de la ciudad es de lo más "pintoresco", muchos chavalines en chándal, con los pelos de punta, fumando Dios sabe qué... dando vueltas en círculo (como aves rapaces) con sus bicis.
La música procedente de los coches es una mezcla entre Estopa, David Guetta, Los Chichos y Daddy Yankee.
Es el día de más frío en lo que va de otoño/invierno y casi me quedo congelado esperando durante los quince minutos que ella tarda en aparecer... ¡y menuda irrupción en escena!

Maika dobla la esquina empujando un carrito de bebé vacío... avanzando detrás de ella, a paso lento, viene su amiga (la dueña de la casa) llevando en brazos a un crío de poco más de un año de edad.
Maika me presenta a la amiga (Sonia), la cual (después de darme un intenso repaso con la mirada) sigue caminando hacia una de las fachadas de la Plaza, se sitúa bajo cierta ventana... y pega un estridente vocinazo llamando a nosequién.


Dos minutos después asoma de uno de los portales un cani con aspecto patibulario, se acerca a Sonia y habla algo con ella, haciendo también alguna carantoña a la criatura.
Mientras tanto, en segundo plano, me ponen al día de la situación.
Resumen: Sonia tiene 34 años, aquel chaval 23... y es el padre de la criatura, pero ahora están separados porque él se ha liado con una de 19.

El caso es que llevo ya veinticinco minutos parado en esa plaza y apenas siento los pies del frío que tengo... el quinqui pega media vuelta y abandona el escenario.
"¡Venga, las llaves!", chilla Maika... "Ya va, petarda, ya va", responde Sonia, "pero os acompaño y entro un momento con vosotros que tengo que coger una bufanda para el crío".

Así que los cuatro (y el carrito) entramos en la casa... yo acompaño la procesión en el más absoluto silencio, observando el sainete que a mi alrededor se esta organizando y arrepintiéndome un poco de haber quedado...
...pero apenas había sucedido nada.


III - EL IGLÚ:

¿Cómo describir el lugar de los hechos?
Ya desde la entrada apesta a lo que (despreocupadamente) me dicen es "mierda de perro"... hay un pasillo estrecho que da al salón, donde se encuentran desperdigados un sofá, una mesa y una montonera de ropa de niño revuelta, sin colocar.
Sonia coge la bufandita para el crío, susurra algo al oído de su amiga guiñándole el ojo... y se pira.

Una vez solos Maika, sin pronunciar palabra, me agarra de la mano y avanzando hacia el fondo del piso me conduce hasta la primera habitación a la izquierda: el dormitorio.

La casa tiene la luz cortada, así que subo la persiana cuanto puedo para poder ver algo pero a las seis de la tarde ya apenas entra la última luz del día...
La casa tampoco tiene calefacción, así que al principio nos metemos en la cama medio vestidos...
Es como jugar a tinieblas en una nave frigorífica.


Ella comienza a besarme y yo meto las manos dentro de su pantalón para que entren en calor.
De repente se oye el sonido de un teléfono móvil procedente del salón, ella se levanta a investigar y descubre que su amiga se lo ha dejado olvidado... y quien llama es la nueva novia de su ex, la chica de 19 años.
"Es que han quedado ahora para tomar algo ahí en el portal" –me dice- "a pesar de lo sucedido ellas se hablan y eso..."
"Ah, qué bien", contesto.
Cinco minutos después empezamos a follar.

A cada poco vuelve a sonar el dichoso móvil del salón, convirtiéndose en la banda sonora de un acto sexual de lo más gélido...
Imagino que motivado por la envidia, mi teléfono decide hacer los coros y en la mesita de noche comienza a iluminársele la pantalla, sonando "My World" de Guns n’Roses, sintonía que tengo asociada a mi colega Andrés.

A pesar de encontrarme encima (y dentro) de Maika, digo: "vaya, ahora me llaman a mi... y debería cogerlo"
"Mientras no dejes de follarme haz lo que quieras", me dice... así que sin dejar de hacerlo extiendo el brazo y atiendo la llamada.

La conversación:
-Qu e eeh paasa Andrés
-¿Qué haces Rific? Te oigo raro...
-Ando a algo ooo ocupado... ¿qué quieres?
-Pues salgo ahora a hacer unas compras navideñas, luego a las 7 y pico pasaré cerca de tu casa, por si te apetece tomar una caña
-Vale, a aaa a las siete me haces uu uuuna pe perdidaa... y bajo

Maika mientras, descojonándose, me dice: "estás como una cabra", agarrando con fuerza mi trasero empujándome hacia ella. Cuelgo el teléfono.

(Rato después cuando quedé con Andrés me diría: "qué estabas haciendo, ¿cagando?")


IV - EL INCREIBLE CASO DE "LA MUJER LINTERNA":

El móvil de Sonia sigue sonando en el salón a cada poco rato... "me da que tu amiga no ha quedado al final con la de diecinueve" -comento- "deberíamos salir fuera no sea que aún esté en el portal esperando, y darle el teléfono..."
"De eso nada" –contesta- "de aquí no nos movemos..."

Se mete bajo las sábanas y se dirige hacia mi entrepierna... cierro los ojos y sin pensar en el (cada vez más intenso) frío, me limito a disfrutar, ajeno a lo que el destino me tiene reservado... tan sólo diez minutos después.
Quince quizás, en fin, como sea... el caso es que es en ese instante posterior cuando el silencio del iglú se ve importunado por el sonido de una llave entrando en la cerradura del piso, la apertura de la puerta... el gimoteo de un bebé, una madre (Sonia) hablando sola diciendo "a ver si te encuentro el anorak que te regaló la tía... ay madre, no veo nada de nada... ¿dónde habré dejado el móvil?"

Mientras tanto Maika está sobre la cama, a cuatro patas... conmigo follándola por detrás.
"¡Pero qué hace esta tía aquí tan pronto!" -exclama mi montura- "ay Dios, y tenemos la puerta de la habitación abierta..."
"Tranquila mujer, que no se ve ni torta", susurro, sin hacer el más mínimo amago de parar... ella nuevamente se ríe y sin oponer resistencia, pone una mano sobre su boca, y con la otra agarra fuertemente la almohada...

Sonia mientras sigue avanzando por la casa, iluminando sus pasos con la pantalla del móvil, hablando sola, (si es que tenía que haberlo hecho antes de que vinierais, ahora tengo que preparar la mochila del niño y no se ve tres en un burro, a ver cómo coño encuentro yo todo lo que tengo que meter...) llega a la altura del marco de nuestra puerta... y enfocándonos con su Nokia añade a su discurso, como quien no quiere la cosa: "anda, si estáis aquí".


"¡No entres Sonia por Dios!", chilla Maika... a ambos nos da de lleno la luz del móvil pero curiosamente, ni yo dejo de embestir, ni Maika se aparta... y Sonia se queda ahí parada, apuntándonos con la luz (como el acomodador de un cine) soltando la siguiente perla: "Yo alucino con esta gente, chacho... te puedes creer chacho, que andaban diciendo que si había venido uno a pegar al Isra y a la Vane??? Yo lo flipo chacho, en qué cabeza cabe... que voy yo a traer a alguien para que le casque al imbécil ese... ya les he dicho que si están tontos o qué, que a qué ibais a venir si no... si es que está clarísimo chacho, ¡pues a pegar un polvo! La Virgen, chacho..."

A pesar de haber resistido dale que te pego al arranque del monólogo, finalmente me veo superado por la esperpéntica situación y caigo doblado en la cama, víctima de un ataque de risa.

Maika se cubre con la sábana y sale de la habitación diciendo a Sonia "ya podrías haber tardado un poquito más bonita", a lo que la otra se disculpa diciendo que ya ha anochecido del todo y tiene que coger unas cuantas cosas para el peque, que se le hace tarde... "¿podéis ayudarme a alumbrar esta esquina? ... es que no veo un cagao", concluye.
Entonces me incorporo de la cama, desnudo, agarro el móvil y tapándome la entrepierna con la otra mano, comienzo a iluminar junto a Sonia cierto cajón que ella acababa de abrir.

El repaso que ahora me pega es mucho más detenido que el de nuestro primer encuentro en la Plaza de la Guerra... de hecho se queda muda un minuto largo hasta que alcanza a decir: "pero no estés así hombre, con el frío que hace, vístete lo primero"

Vuelvo al dormitorio y tardo una eternidad en encontrar todas mis prendas, dispersas en esa camera obscura... Sonia continúa llenando una mochilita con prendas, radiando en voz alta cada uno de sus hallazgos y movimientos, dando incesantes vueltas al rumor que su ex y la chica de diecinueve habían esparcido por el barrio... y Maika en el WC meando en penumbra, pero con la puerta abierta.

Me visto y me pongo el abrigo.
A estas alturas de la astracanada ya no sé si reír o llorar... reprimo el impulso inicial de salir corriendo de esa casa y me espero a que todos acaben lo que están haciendo.

Ya en la calle nos cruzamos nuevamente con el ex de Sonia (ahora acompañado de una chica con chándal blanco y un petardo de polen entre los dedos, ¿de diecinueve años quizás?), intercambian unas palabras y en una de las ocasiones que él me mira de reojo pongo cara de tontito, introduzco un dedo en mi nariz... el cani aparta la vista.

Acompaño a las chicas dos calles más abajo y en cuanto considero que mi marcha no va a ser tomada (no al menos de manera descarada) como una huída, comienzo a disculparme alegando que he quedado con un amigo, les doy sendos besos dobles y me despido... pero antes de poner la directa hacia casa (donde me ducharía y prepararía para la segunda cita del día) Sonia alcanza a decirme: "bueno chacho ya sabes, para cuando queráis otra vez el piso ahí lo tenéis eh..."
"Y si tú finalmente te animas a pegar al Isra... ya sabes", respondo sonriente, despidiéndome con el brazo.


Y así concluye la historia de la única vez en mi vida, que he follado sin quitarme los calcetines...


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Video killed the Library Star

Pidiendo una Fanta para ella y una Mahou para mi, descubrí sobre la barra del bar un taco con varios de esos pequeños folletos gratuitos que desglosan la agenda cultural de la ciudad durante todo el mes en curso.

Me metí uno en el bolsillo interior de la cazadora para poder leerlo detenidamente más tarde en casa... pero nada más sentarnos en una de las mesas llamaron a mi amiga al móvil, así que mientras ella permaneció al aparato comencé a fisgar la revistilla.
Exposiciones, conferencias, talleres infantiles, muchos de mis "odiados" monólogos de presunto humor, conciertos...

Apenas llevaba ojeadas unas pocas páginas cuando ella regresó a mi lado.
-¿Qué lees?- me preguntó, curiosa.
-Pues uno de esos boletines de la fundación municipal de cultura, con la agenda del mes... fisgando por si hay alguna cosa interesante
-¿Y has visto algo que merezca la pena?- añadió, antes de mordisquear la rodaja de limón de su refresco.
-Nada de momento, por lo poco que llevo visto casi todo son cosas destinadas a público infantil... mira, para que te hagas una idea- respondí, mostrándole el gracioso anuncio de una compañía de marionetas que representaba "La Ratita Presumida".


-Ay va, La Ratita Presumida- exclamó sonriente- ¡yo tenía el videojuego!

viernes, 10 de diciembre de 2010

Mire Doctor, el caso es que tengo una amiga que...

Se abrió la puerta de la consulta y la veterana enfermera salió al pasillo, miró un papel y levantando la vista dijo: "¿Mr Rific?"
Entré y tomé asiento. El Doctor Robert anotó algo en su bloc, preguntó qué me traía por allí y (sonriéndole) comencé a relatar mi historia.

"Pues mire, he venido más que nada para que me informen de primera mano... hay demasiadas opiniones sobre esto que me preocupa y prefiero consultarle a usted antes que hacer caso a cualquiera de las numerosas versiones que circulan... en fin, le pondré en antecedentes.

Mire Doctor, el caso es que tengo una amiga que... hace aproximadamente quince días le salieron unos bultitos por el cuello, de tamaño considerable... le subió la fiebre de manera extraña durante unos días, sufría de nauseas, etc... acudió un par de veces a Urgencias y allí le hicieron varios análisis y pruebas, entre ellas la de la mononucleosis, que dio negativa.
En uno de los días en que se encontró mejor ella y yo quedamos... y bueno, mantuvimos relaciones... al día siguiente tuvo una recaída febril y acudió nuevamente a Urgencias, volvieron a hacerle pruebas y esta vez sí le diagnosticaron mononucleosis...

Mi pregunta Doctor, como podrá imaginarse, es sobre las probabilidades que existen de haber sido contagiado... ¿hoy es martes no? Pues hoy hace justo una semana que ella y yo... y seguramente sea aprensión, no lo sé, el caso es que ayer durante un rato tuve un remusguillo extraño en la garganta e incluso creí tener fiebre unos minutos…"


El médico me interrumpió y comenzó a explicarme de un modo científico en qué consistía esa enfermedad, tan común entre la gente joven...
"Ya he oído eso de que afecta a los más jóvenes –intervine- pero como yo estoy en esa edad tan particular en la que para ciertas cosas todavía soy joven, pero para otras soy un carcamal…"

"El riesgo de contagio existe, es evidente –prosiguió- ...pero habrá que confiar en que su sistema inmunológico pueda hacerle frente. De momento hasta que no presente ningún síntoma no se puede hacer nada, los reconocerá ya que son similares a los de la gripe común... en caso de que se manifiesten vuelva por aquí y ya haríamos la correspondiente analítica, etc..."

"¿Y cuánto tiempo podría tardar esta cosa en asomar la patita? -insistí- ¿Para cuándo debería dejar de preocuparme...?"

El médico se puso serio y mirándome fijamente sentenció: "Dejar de preocuparse... ya mismo. Y como período de cierta precaución, pues quince días".

Según me levantaba para irme no pude evitar querer satisfacer una delicada curiosidad final.
"Ehm, tan sólo una última cosa Doctor... mmm, con la chica esta, la de la mononucleosis infecciosa... imagino que mientras no le den el alta... nada de "relacionarse" ¿no?... ¿o quizás con la debida protección...?"

Por primera vez a lo largo de nuestra charla, el doctor Robert sonrió mientras recetó: "mejor que no"


Más tarde, camino de mi casa, no pude evitar concentrarme cruzando los dedos para no tener en esos quince días ni un triste catarro, ningún motivo de alarma... ¿dos largas semanas de cuarentena?

¿Y si llamo para salir este finde a aquella cabrona que se pasó tanto de lista conmigo hace unas semanas? Por si acaso...


viernes, 3 de diciembre de 2010

Plantar semilla... y perder la silla

La conocí a finales de aquel verano, en las fiestas del pueblo de mi amigo Andrés.
Tan sólo pude pasar cuarenta y cinco minutos con ella, antes de que las aburridas de sus amigas la secuestrasen metiéndola (casi a la fuerza) en la parte trasera de una furgoneta verde para regresar a toda prisa a la capital.
En tan breve intervalo apenas nos dio tiempo a charlar, compartir una cerveza y besarnos un poco detrás del puesto de churros.

Durante el mes de septiembre (cada uno en su ciudad) mantuvimos cierto contacto, amagando incluso con quedar un fin de semana para rematar aquello que en el pueblo habíamos dejado "a medias"... pero por desgracia nuestras agendas ese mes no cuadraron.


A principios de Octubre, mantuvimos una larga (y caliente) conversación telefónica en la que decidimos la ciudad donde tendría lugar el encuentro (con el mapa delante, una a mitad de camino) e incluso el hotel donde alojarnos (recomendación de su hermana)... lo único que quedaba por fijar era la fecha.

"Tranquilo que de este mes ya no pasa –aseguró-... la próxima semana voy a Zaragoza a los Pilares con mis amigas, a partir de ahí cualquiera de los siguientes fines de semana son para ti"

Pues bien, hasta el día 16 de octubre no volví a tener noticias de ella, ese día recibí un correo electrónico en el que me ponía lo siguiente:

"Hola guapo:
por fin he tenido un momento para escribirte y contarte todo lo que me ha pasado en los ultimos dias... como sabes el pasado fin de semana estuve en zaragoza en los pilares junto con unos amigos y algun compañero de trabajo y el sabado por la tarde un gilipollas el cual esta denunciado nos atropello en un paso de cebra a tres de las chicas, todas estamos bien, pero todas tenemos algo roto, yo por ejemplo tengo un tobillo fisurado y tengo q llevar una escayola dos meses, estuvimos ingresadas en observacion hasta el lunes y ahora estamos super doloridas.

Pero como se suele decir, no hay mal que por bien no venga estando en el hospital, me han dado la mejor de las noticias, estoy embarazada estoy apenas de dos meses pero me hace mucha ilusion, la verdad es que nos ha pillado a ambos de sorpresa, ya que el padre y yo no mantenemos ningun tipo de relacion, hasta ahora solo eramos amigos con derecho a roce y ahora vamos a ser padres...

En fin ya te ire contando como va todo y ahora que tengo mas tiempo ire mirando sitios para poder quedar y en cuanto me ponga bien lo hacemos.

Bueno guapeton, se bueno y no trabajes mucho

Un besico
"

lunes, 29 de noviembre de 2010

UNISEX

Aquel albergue de Glasgow era cutre con ganas.
No perderé el tiempo describiendo la leonera con dieciséis camastros donde "maldormí" tres noches... ni los estrechos pasillos en los que era casi imposible caminar sin pisar a alguno de los numerosos chavales de diversas nacionalidades, hacinados por el suelo con los portátiles en el regazo... esta historia tiene lugar en la (no menos cochambrosa) sala habilitada para el aseo personal, concretamente en las duchas.


No era especialmente grande, entrabas por una puerta y enfrente tenías un par de lavabos, un espejo, y a cada lateral tres puertas (seis en total) que conducían a sendas duchas.
Aquel espacio era unisex. La vez que lo estrené encontré un tanga azul dentro del hueco donde me metí, colgado de la perchita... y el segundo día aconteció lo siguiente:

Cuando entré en la "zona común" había una chica menudita acicalándose en el lavabo delante del espejo. Saludé en inglés (ella asintió con la cabeza) y me metí en una de las duchas.
Cuando acabé, en lo que me secaba y demás, oí que la puerta exterior se abría y daba entrada a un chico... ¡español!, ya que usando la lengua de Cervantes dirigió (con tono temeroso) las siguientes cinco palabras a la chica del lavabo, su novia.
"Cari, yo ya estoy listo..."


Desde mi habitáculo no pude verlo, pero aquella chica debió transformarse en algo parecido a la niña del exorcista, pues la contestación que recibió el chaval fue de lo más estridente y desproporcionada.
A grito pelado, le espetó: "¿Pero tú estás tonto? ¿No has visto que no he acabado de arreglarme? Anda, coge el mapa y apréndete cómo llegar a los sitios... o baja a la oficina de cambio que ya casi no nos quedan libras! ¡Inútil!"
"Vale cari, cuando acabes avisa, estaré fuera..." susurró el compatriota haciendo mutis por el foro.

"Vaya, vaya, vaya..." -pensé- "cómo nos las gastamos..."
Escuchar aquello me llegó al alma... y sentí la imperiosa obligación de intervenir.

Doblé mi toalla un par de veces y, estilo Espartaco, me envolví con ella de cintura para abajo, tapando lo mínimo... de esa guisa salí de mi ducha y me puse en el lavabo contiguo al suyo.
Ella se aplastaba con parsimonia (y un peine mojado) unos pelos indomables, yo sonreí nuevamente, recolocando la toalla bajándola un poquito más allá del límite del decoro y saqué del neceser el cepillo de dientes.


La Dama de Hierro, fisgándome de reojo, sacó un pasador enorme con forma de margarita y tras darle muchas vueltas, lo colocó en un lateral de su cabellera... yo la observaba fijamente a través del espejo que compartíamos mientras me cepillaba los dientes, y cuando ella empezó a mirarse para comprobar si le quedaba bien el floripondio, yo levanté el dedo pulgar de mi mano libre en señal de aprobación.
Para mi sorpresa, ella empezó a reír nerviosamente como una colegiala...

Sin borrar esa sonrisilla de su cara comenzó a recoger (lentamente) sus cosas de aseo, yo escupí el dentífrico y girándome hacia ella, con el tono de voz más grave que fui capaz de forzar, le solté: "Jjeloouu, güeerrr arrr yu frrrommm?"

Ella dio un saltito para atrás, sorprendida. "Espein", dijo en plan modosita, poniendo ojitos... la misma mala pécora que tan sólo un par de minutos antes humillaba a esa especie de mascota que tiene por novio.
Abrió la boca tratando de añadir algo pero no le salía la frase, así que optó por una variante del lenguaje de Cro-magnon y, señalándome con el dedo, dijo: "¿an yu?"



Todavía no sé por qué dije lo que dije, el caso es que me salió instintivo, como un tiro...
"Bielorrusia", contesté, imitando nuevamente un macarrónico acento en plan "Promesas del Este".

Di un paso al frente e inclinándome un poco hacia ella susurré: "Ai loff Esspeinn".
De repente aquella otrora férrea sargento nazi se transformó definitivamente en una pálida Bambi que, repitiendo una y otra vez "yes, yes", agarraba sus cosas a toda prisa para salir escopetada de la sala de aseo... "yes yes... sorry sorry, bai bai".
Portazo.

Media hora más tarde la parejita bajó las escaleras del albergue y ella, al verme en el descansillo junto a la recepción, dio un codazo a su novio diciéndole por lo bajo "ese, ese es el ruso que me ha entrado antes en los váteres..."
Él me miró con cara de pánfilo y ella al ver su nula reacción le dio una especie de colleja mientras cruzaban el umbral hacia la calle...
"Glasgow, la ciudad del amor", pensé.

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Pero la cosa no acabó ahí, esa misma noche me disponía yo a salir a dar una vuelta y mientras esperaba en la salita a que mi amigo Adriano terminara de arreglarse se me acercó un chico de Jerez... se fijó en mi camiseta (la de mi equipo de fútbol local) y tras identificarme como español nos pusimos a hablar de fútbol, Glasgow, Escocia y las escocesas.


Dicha conversación, por supuesto, la mantuvimos en castellano... pero la misma se vio súbitamente interrumpida cuando cierta chica menuda (con cara de mala hostia y una margarita de metal en el pelo) pasó entre medias de nosotros, dándome un descarado empujoncito y (tras mirarme fijamente con los ojos inyectados en sangre) diciendo con retranca: "peeerrrdoooón".

Se pilla antes al cojo que al bielorruso.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

Forzar la Máquina

Nunca me han entusiasmado los tiovivos, las norias, carruseles, ferias o similares; así que cuando en uno de los viajes escolares nos llevaron al Parque de Atracciones de Madrid, mi alegría fue... relativa.
No es que yo sea miedoso, pero lo más salvaje en que me había montado hasta la fecha era el tren de la bruja.

El caso es que durante la excursión conseguí arrimarme a la niña que por entonces me gustaba, resultando (la muy bicho) ser una criatura de lo más temerario.
Por no separarme de ella acabé montándome en el Cóndor, el Enterprise, La Nube, y demás cacharritos (no recuerdo sus alegóricos nombres) todos ellos consagrados a ponerme en órbita... y las vísceras del revés.

En un momento de despiste en el que fui en busca de dos granizados, a mi vuelta la descubrí hablando con Álvaro, uno de los (para ellas siempre seductores) repetidores...
"¡vamos a la montaña rusa Rific!", me dijo ella, yo protesté: "Yo ahí no me monto ni loco, eso ya es demasiado para mi..."


Jamás olvidaré su reacción: después de sorber ruidosamente los restos del granizado levantó la vista y con un gesto hasta la fecha desconocido para mí, dijo: "pues si tú no vienes me subo con Álvaro".
Me acojoné, ¿qué podía hacer? Tenía trece años...
"No no, claro que subo contigo", dije, extrañamente ansioso... y volví a ver en su sonrisa victoriosa aquello tan nuevo para mi: el gesto de una auténtica zorra.

El mal rato que pasé en aquella montaña rusa fue indescriptible. En cuanto puse el pie en el suelo tras finalizar el paseo, creo que me "desenamoré".

Desde entonces he ido a alguna que otra feria, pero a parques de atracciones... jamás.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Hacer los Deberes (2ª parte) - o "La Insoportable levedad de ser Mr.Rific"-

A mediados de los noventa oí decir a la chica que me gustaba, que estaba enganchadísima leyendo "La Insoportable Levedad del Ser".
Yo había visto la película basada en el libro, tenía alguna escena de sexo interesante pero en general no me gustó.
Aún así tenía un ejemplar de la novela en casa y decidí hacer (una vez más) los deberes... leyéndomela a la carrera en tarde y media.


La siguiente ocasión que coincidí con ella en la cafetería de la facultad me encargué de sacar el tema literario, hablé por encima del libro que yo estaba leyendo (creo que era "La Tabla de Flandes") para acabar preguntándole con simulada indiferencia qué ejemplar reposaba en ese momento en su mesita de noche.
"Pues yo estoy con La Insoportable Levedad del Ser –dijo, orgullosa-, ¡me está encantando!"
"¡Anda! Ese lo leí hace tiempo, no estaba nada mal (mentí)... jamás olvidaré la parte aquella en que el perro, etc..."

A partir de aquella conversación ella comenzó a prestarme atención, interesarse por mí... y bueno, nos acabamos liando tres o cuatro veces aquella primavera/verano de 1996.

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El año pasado conocí a otra chica en idéntica situación, llevaba el mismo libro en la mano y tras preguntarle me confesó estar entusiasmada con lo que llevaba leído hasta el momento...
Sonreí recordando mi batallita de antaño, consideré la posibilidad de repetir estrategia... pero finalmente opté por innovar.
Conté a la nueva aquello que me pasó hace siglos con la otra, cómo leí a la carrera y a escondidas el libro para intentar impresionarla, etc...


Lejos de considerarme un rastrero, sonrió y me dijo que le parecía muy bonito lo que hice para acercarme a ella... me brillaron los ojos y di un paso al vacío: "ojalá para acercarme a ti, no tenga que volver a leerlo..."

jueves, 18 de noviembre de 2010

Hacer los Deberes (1ª parte)

En la primavera de 1989 oí decir a la niña de clase que me gustaba, que la víspera se lo había pasado genial viendo en televisión un partido de tenis del torneo de Roland Garros.

Hasta entonces nunca había prestado excesiva atención a ese juego, me parecía una cosa de lo más aburrida, a pesar de ello esa misma tarde me tragué los dos partidos que la segunda cadena de TVE emitió desde la tierra batida de París... tan sólo para tener un tema de conversación con ella al día siguiente.


Mi acercamiento a aquella niña fue un fracaso, sin embargo aquel mes de mayo acabé aficionándome al tenis de tal manera, que a día de hoy sigue siendo mi deporte favorito.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Té Americano (o "El Obama Blanco")

Aquel mediodía Tracy estaba distraída ojeando su móvil en medio de la plaza y no se percató de la súbita carrera que su pequeño perro inició hacia la marquesina de la parada de bus, donde yo esperaba impaciente la llegada de la línea C.

Me interpuse antes de que el animal saltase a la calzada... él me miró con ojitos tiernos sacando la lengua, así que me agaché para hacerle una carantoña.
Fue entonces cuando Tracy apareció y me agradeció (en un precario castellano) el gesto.
Le pregunté de dónde era... "Detroit", contestó... "Ah, ¡Michigan!", exclamé... y ella abrió la boca asombrada de que conociera semejante dato.
"La ciudad del motor" –proseguí, ya en inglés- "aunque debo admitir pero mis dos cosas preferidas de Michigan son la Tamla Motown... y el gran Iggy Pop"


"¡Hablas inglés!" –ella también cambió a la lengua de Shakespeare- "¿De dónde eres?"
"Pues de aquí, made in Spain..." continué, me presenté... y charlamos durante los siguientes veinticinco minutos, durante los cuales, por dos ocasiones, dejé pasar sendos buses de la línea C.

Antes de despedirnos le propuse quedar esa misma tarde para tomar una cerveza... ella no rechazó la propuesta pero matizó que no le gustaba aquella bebida, que prefería el té.
"Un té americano pues...", sugerí, y entre carcajadas ella aceptó.
A las ocho en esa misma plaza.

Me cuidé mucho de no despedirme con dos besos, cosa que las yanquis no suelen recibir de excesivo buen grado... sin embargo nada más vernos a la noche lo primero que hice fue estamparle sendos ósculos, más que nada para ver cómo respiraba mi nueva amiga norteamericana ante el (que sería) primero de mis irremediables acercamientos.
No pareció recular espantada...

La llevé a una Tetería cercana donde preparan el té americano echándole un buen chorrito de un brebaje que no sabría decir si es Ron o Licor 43... dándole bastante cuerpo, convirtiendo a la inocente infusión en una especie de traicionero chupito.
(Antes de que me lapidéis al grito de "míralo, pretende emborracharla", diré en mi defensa que es mucho peor lo que ellos hacen a los presos en Guantánamo)


La bebida, a pesar del nombre, de americana tenía poco… aún así pareció gustarle.

Me contó que tenía veintiséis años, que estaba aquí en un instituto ejerciendo de "lectora", y dando clases especiales también en una sección bilingüe del centro... que era fanática de los Pistons de Detroit... juntos recordamos la época dorada cuando a finales de los ochenta aquellos bad boys liderados por el mítico Isiah Thomas (the baby-faced assassin) ganaron dos anillos consecutivos... que yo supiera aquella historia (en cierta manera) le conmovió y comenzó a mirarme de otra manera.
Bajó la guardia y le robé el primer beso.

En el siguiente bar al que fuimos parecía que la cosa no iba mal, se mostraba receptiva y cariñosa... pero de repente, al más puro estilo Cenicienta Impaciente, miró el reloj y dijo que ya era hora (¡las diez y media!) de retirarse.

Sugerí ir a otra parte a tomar la famosa penúltima pero nada, ella erre que erre con que se iba… me ofrecí a acompañarla hasta casa y entonces me dijo que no quería, que ella no se acostaba con un chico así como así.
"Un momento, un momento, stop... in the name of love, before you break my heart" -dije con guasa- "yo hablo de acompañarte dando un paseo, de cama no he dicho nada ("aún", pensé, por supuesto sin decirlo)"


De repente me sorprendió soltando un confuso discurso acerca de ciertas creencias religiosas que ella tenía (puede que fuera algo ¿baptista?, ya no me acuerdo) que impedían ciertas actividades amatorias sin compromiso firme ante Dios y la comunidad, etc.
Fue entonces cuando me acerqué a ella y, agarrándo su mano, le susurré: "YES WE CAN"

Con esas tres palabras, un político estadounidense negro llegó por primera vez a la presidencia, pero a mi no me sirvieron de nada... me dejó ahí tirado y se marchó sola a casa.

Un mes después leyendo la sección de política internacional en el periódico me lo expliqué todo: seguro que Tracy pertenecía al Tea Party... pero con un buen chorrito de Bourbon de Kentucky.


martes, 9 de noviembre de 2010

La Becaria (doggy style)

En la gris oficina donde trabajo suelen desfilar cada año un número considerable de becarias (jamás un varón, siempre chicas) de entre las cuales cabe destacar a Aurora.

Nunca pasó desapercibida, las víboras del curro la apodaron "La Mariah Carey", por su afición a llevar prendas alguna talla inferior a lo recomendado... yo en cambio solía ver en ella (cuando sus obligaciones la traían a mi sector) la única razón de interés para levantar la vista de mi mesa más veces de lo habitual.

No penséis mal, vale que sus pezones acostumbraban a marcarse (duros como piedras) bajo aquellas camisetas ceñidas, y que esos vaqueros apretados se adaptaban a sus contundentes curvas como papel de plata a un bocadillo... pero es que la chica, además, era muy simpática.


Solía hablar con ella un rato todos los días y las charlas eran de lo más cordial... una tarde le propuse tomar algo a la salida pero ella se excusó y rechazó la oferta.

No volví a proponerle nada en las cuatro semanas posteriores que trabajó en mi oficina, sin embargo a partir del día siguiente al fin de su contrato (y consiguiente despedida) comencé a enviarle unos cuantos sms volviendo a la carga.

Hace una semana (casi un mes después de su marcha), en medio del despacho de un soporífero documento, recibí el siguiente sms de Aurora: "Dia: 4/11/2010 Hora: 21:30 Lugar: Cesteros 23 4 dcha CENA ITALIANA"

Tuve que ir al servicio para poder dar un salto sin llamar la atención y gritar para mis adentros "¡sí!"... ella vivía sola y me invitaba a cenar, de jugar bien mis cartas el postre podría ser de lo más jugoso.
Contesté que aceptaba encantado la invitación, que la botella de Lambrusco corría por mi cuenta, etc...


Los dos días previos me monté cien películas distintas sobre cómo transcurriría la cita, muchas de ellas acababan en la (así lo imaginaba yo) enorme cama del dormitorio principal, en el no menos espacioso sofá del salón... otras concluían con un violento tortazo en mi cara, gritos expulsándome de su casa... en fin, de todo un poco.

Pero ninguna de aquellas fantasías logró aproximarse mínimamente a lo que realmente sucedió...

- - - - - -

21:30, puntualidad británica: pulso el timbre del portero automático y en su respuesta al saludarme noto la voz de Aurora... un poco rara.

¡No hay ascensor! Empezamos bien.
Alcanzo jadeando el cuarto piso, arrastrando la botella por las escaleras... oigo de fondo abrirse una puerta, y comienza a ladrar (de manera furiosa) un perro, situado al final de mi escalada.


Primera barrera. Me lo quedo mirando fijamente... no es muy grande pero sí lo suficiente como para incomodarme, por suerte sale la dueña (mi anfitriona) al descansillo a pedirle silencio y tirar de él para dentro.
Ella me saluda con dos distantes besos y acto seguido suelta un sonoro estornudo.

Me fijo en su nariz (y alrededores) y la pobre está de lo más congestionada... agarra un pañuelo de papel y tras sonarse me dice, con voz irreconocible: "ya ves en qué estado me encuentro, estuve a punto de decirte que cancelaba la cena, pero como habías insistido tanto en quedar... pues decidí seguir adelante".
Mal empezamos...

El perro no deja de ladrarme como loco, Aurora lo acaba encerrando en la cocina para que se tranquilice, mientras tanto observo el salón: varias docenas de pañuelos de papel llenos de mocos tirados en un cesto, en los estantes sendas voluminosas enciclopedias (una sobre Perros y la otra sobre Gatos)... la discografía competa de Mike Oldfield y Jean Michel Jarre... varios libros que odio como "El Código Da Vinci", "La Historiadora", unos cuantos de Paulo Coelho... y si dejaba los ojos entreabiertos, podía verse toda una flota de virus invadiendo el aire que me disponía a respirar durante ¿las dos siguientes horas?
No sé si duraría tanto mi visita, un clarividente pesimismo crecía entro de mi.


"Perdónale, no sé qué le pasa, no suele ladrar tanto", me dice... pero yo sí lo sé: ese condenado chucho olfateaba mi lujuria desde el mismo instante en que, aún en el exterior, doblé la esquina de la calle Cesteros...

"He hecho hélices a la carbonara, espero que te guste… anda mira, al final trajiste el Lambrusco… yo con este trancazo no voy a poder probarlo, pero lo abrimos igualmente si quieres".
¡Y tanto que lo voy a abrir! Dios, cómo lo necesito...

Durante la cena ella me habla de las ganas que tiene de volver a su pueblo, que ya está empezando a preparar cajas metiendo cosas para su inminente mudanza... también desliza que allí se encuentra su ex-novio con el que tiene un vínculo tan fuerte (comenzaron a salir en la época del instituto) que no descarta acabar cayendo nuevamente en sus redes... a pesar de todo (¿a qué se supone que hemos venido?) coqueteo con ella descaradamente pero Aurora sólo reacciona sonriendo y cambiando de tema... considero la posibilidad de robarle un beso mientras me sirve la segunda ración de carbonara pero de repente ella estornuda y un largo moco se le queda colgando entre la nariz y la comisura de los labios... opto por atizarme otro vaso grande de espumoso italiano de un trago.

Se levanta hacia la cocina por el postre, a mi me trae un flan de vainilla Hacendado con una cucharilla de plástico, ella no toma nada pero trae consigo al perro, situándolo en su regazo, acariciándolo... el animal sigue mirándome con odio y retoma sus ladridos histéricos... su ama le hace unas carantoñas, lo alza hacia sí diciéndole en voz alta (y tono infantil) que es la cosa más bonita del mundo, lo que más quiere... y acercándose al hocico del chucho empieza a darse lengüetazos con él durante no menos de treinta segundos.


Ante semejante panorama debo ir asumiendo la derrota.
Me da la sensación de que no debo alargar innecesariamente la sobremesa, renuncio al café-copa-puro y tras intercambiar un par de frases de cortesía sugiero que es mejor que me marche ahora, pronto... así ella puede acostarse cuanto antes para reposar el virus y ponerse bien, etc... ella asiente sin porfiar lo más mínimo mi propuesta.

La Becaria me acompaña hasta la puerta abrazada al perro y nos despedimos fríamente.
Bajando las escaleras (lo hago a la carrera, no sé por qué) sigo oyendo ladridos, cada vez más lejanos...

Ya en la calle, camino de mi casa, no dejo de mascullar (entre dientes) tres palabras: "puto Bill Clinton..."




viernes, 5 de noviembre de 2010

El Futuro no existe

En medio de una tarde tranquila, Alba súbitamente cambió de expresión, incorporándose en mi sofá, diciendo con gesto serio: "Tenemos que hablar".
"Dime, de qué se trata...", pregunté intrigado, y en cuanto ella arrancó su (más o menos) ensayado discurso, comenzó a sollozar.

Me preguntó si estaba a gusto con ella... qué pensaba acerca de nuestra relación, si yo veía futuro, etc...

Esquivé las preguntas más comprometedoras como buenamente pude y, consolándola, acabé arrojando disimuladamente la pelota a su lado de la pista.
"¿Pero de qué armario han salido todos estos esqueletos? No sé... hasta la fecha hemos tenido la más sana y despreocupada de las relaciones...", dije.


Alba reconoció que llevaban varios días comiéndole la cabeza, atosigándola... ¿quiénes?

-La hermana mayor: cuestión de envidia, ya que la peque de la casa a sus veinte añitos se va de farra con un tío doce años mayor, que casualmente se ajusta al perfil de lo que ella busca... y no consigue encontrar.
-La mejor amiga Laura: la niña más mona del último año del insti, la princesita que no consiente ver echar a volar por su cuenta al único miembro de su corte al que siempre recurre para ir con el cansino relato de sus conquistas, belleza, delgadez, pretendientes y demás historietas.
Con todos ustedes, las Perras del Hortelano.

Como single número uno en la lista de más escuchados en el cerebro de Alba se encuentra el clásico y machacón "No tenéis futuro", siguiéndole muy de cerca, escalando posiciones en las última semanas, directo al segundo puesto... el no menos pegadizo "Se está aprovechando de ti".


En cuanto se desahogó contándome el acoso al que era sometida, no me resultó difícil calmarla y convencerla de que el futuro en nuestra particular situación... era irrelevante. ¿Para qué pensar en si mañana estaremos bien o mal, pudiendo pasarlo estupendamente hoy?
Se relajó la cosa y decidimos no hacer planes más allá de lo que cenaríamos después de ver el DVD que me había traído... o acostarnos quizás.

- - -

Una semana después fui a la biblioteca a devolver un libro y en la sala principal, al fondo, junto a las secciones de Romántica y Suspense... me encontré de bruces con Alba, acompañada de Laura.
La primera sonrió... la segunda no disimuló su fastidio al verme.

Ambas llevaban libros en la mano así que les pregunté qué tal se había dado la "caza" entre los estantes.
Alba me enseñó su ejemplar de "Hasta la eternidad" de Johanna Lindsay... y Laura extendió desganada el brazo mostrando una edición relucientemente nueva de "Sangre en la Piscina" de Agatha Christie.

"Yo no lo he pillado ahora, vengo a renovarlo, me llego a la mitad más o menos", dijo Laura... "¿Ah si? Y dime, ¿qué te está pareciendo? Yo lo leí un verano hace siglos y me pareció muy entretenido...", pregunté.
"No sé" –contestó en plan pasota mascando chicle- "no lo he leído mucho así que no sé decirte"
"Bueno" –sonreí- "pero a estas alturas del relato imagino que ya sabrás que el asesino es el médico... ¿no?"


"¿Ehhhh?", exclamó retorciendo el gesto, boquiabierta.
"Sí sí, según tengo entendido eres una experta en adivinar el futuro... supuse que estas novelitas criminales no tendrían secretos para ti..."

A Laura (como era de esperar) no le hizo ninguna gracia mi comentario, y eso que yo ni tan siquiera recuerdo si existe un médico en la citada novela (imagino que sí, en casi todas las de Agatha lo hay)... ni mucho menos cuál es la identidad del asesino.

Alba sonrió, pero dudo mucho que después de esto me presente a su hermana...

jueves, 7 de octubre de 2010

FETICHE

Aquel mediodía de finales de verano él se encontraba en la parada de siempre, esperando la llegada del autobús, rebuscando (entre la calderilla que reventaba su bolsillo) los céntimos justos que costaba el billete.
Un par de monedas se le cayeron al suelo y tuvo que avanzar algunos pasos para recoger la última... fue entonces cuando los descubrió.

Detrás de la marquesina transparente de la parada estaba sentada en la barra una chica bastante joven, máximo diecisiete años, le colgaban las piernas sin tocar el suelo... y a sus pies quedó situada la más pequeña moneda de cinco céntimos.

Tenía un pie descalzo balanceándolo por los aires (su correspondiente calzado reposaba en el suelo) acariciando suavemente el empeine del otro, el cual sujetaba frágilmente una francesita que ya apenas colgaba inestable, prendida tan sólo por uno de sus dedos.
Cuando él se agachó a recoger la moneda ella, embelesada con el sonido atronador procedente de sus cascos, ni siquiera reparó en el muchacho, ni en la manera en que aquel desconocido le miraba fijamente los pies, los más bonitos que jamás había visto en su vida.
Contemplándolos, se quedó sin aliento.

Cinco minutos después cada uno estaría en un autobús distinto y él "olvidaría" lo sucedido, concentrándose en la lectura de aquel libro tan plomizo que le habían (equivocadamente) recomendado.


Sin embargo la noche siguiente, en un parque de las afueras, mientras se follaba por detrás a aquella chica que le había estado haciendo un férreo marcaje en el "Bar de Adolfo"... le volvió todo de repente, como una revelación.
Su amante estaba prácticamente abrazada a aquel árbol medio seco y amordazaba sus gemidos tapándose la boca con el antebrazo... él estaba bastante empalmado, pero demasiado borracho para correrse.
Eso... y que ella no le ponía lo suficiente. Un polvo extraño que no se dirigía a ninguna parte.

Fue entonces cuando recordó los pies perfectos de la chica de la parada, ocuparon por completo su pensamiento mientras embestía duro aquel trasero... recordó centímetro a centímetro el sensual recorrido que hicieron mientras él se inclinó junto a ellos, su más humilde servidor, su esclavo...

Las piernas le temblaron mientras se corrió, abundantemente. Le costó recordar la última vez que había gozado tanto, con tan poco.



sábado, 2 de octubre de 2010

Teléfono Rojo... ¿Volamos hacia Cantabria?

Me suena el teléfono móvil... un número extraño aparece en la pantallita pero aún así contesto.
"¿Mr. Rific?", dice una voz femenina... "Mmm, ¿quién es?", respondo.
"Mira, soy Fulanita de la Empresa X, nos ha pasado tu número tu amiga Marta V., que nos ha dicho que te gusta mucho viajar, las escapadas de fin de semana, pasarlo bien..."
Comienzo a pensar lo peor.

"Bueno, como a todo el mundo supongo, pero si Marta V. lo dice...", trato de defenderme. (Por cierto, ¿quién coño era Marta V.?)

"Ya claro, pero bueno –pasa sin más miramientos al grano- el motivo de la llamada es que nosotros, la Empresa X, te ofrecemos una superoferta con bonos de hotel para diez fines de semana por una cantidad estupenda, que podrás utilizar a tu antojo durante los próximos doce meses, con descuentos increíbles, estamos hablando de habitaciones dobles, cuatro estrellas mínimo..."

Intento pararle los pies diciendo que esa no es la clase de turismo que a mi me gusta hacer, que yo soy más de agarrar la mochila y acabar donde sea, sin excesivos escrúpulos con las estrellas, estrellándome incluso... pero mi interlocutora ya ha empezado su discurso comercial preprogramado y resulta imposible dialogar, ella tiene que soltar su rollo y debe agotar todas las vías ignorando cualquier negativa por mi parte.



Finalmente le digo que no estoy interesado en la oferta, trato de despedirme educadamente... pero ella no tira la toalla y me suelta lo siguiente: "piensa en lo bien que vas a quedar con tu chica, llevándola a todos esos hoteles maravillosos, así no pensará que eres un tacaño"
Muy bien reina, si vamos a ser descarados ahora me toca a mí...

"Ya, pero es que... ¿sabes una cosa? Yo no tengo pareja así que no sé con quién podría aprovechar este superofertón", digo con tono lastimero, y aunque ella trata de interrumpirme comenzando a decir "bueno, seguro que alguien habrá..." yo le corto rápido y me tiro a su yugular.

"Me temo que vas a tener que venir tú conmigo...", digo.
"¿Cómo?", exclama la teleoperadora.
"Lo que oyes, tú me ofreces esos bonos para habitaciones dobles pero yo no tengo con quien ir, así que si entras en el pack, seguro que me animo..."

Silencio al otro lado de la línea... prosigo: "mira, este fin de semana todavía hace buena temperatura, vámonos por ejemplo... ¡a Cantabria! ¿estás libre? ¿desde dónde me haces esta llamada? ¿cómo dijiste que te llamabas? Te invito a cenar, para que veas que no soy un tacaño, y con el calendario delante elegimos todos los findes que nos vengan bien para irnos de viaje..."


"¿Pero qué dices? –finalmente logra pronunciar palabra- Eso no puede ser... yo no..."
"¡Venga anímate! ¿Qué te cuesta? Seguro que en la Empresa X iban a estar encantados contigo si accedes... ¿me envías una foto tuya?"
Incomprensiblemente, llegado a este punto... me colgó.

Media hora más tarde, recordé quien era Marta V.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

...Furor en el Ultramarinos

Ayer por la tarde quedé con una chica. Camino del bar donde tenía pensado invitarle a la proverbial Fanta nos detuvimos en cierto supermercado porque ella quería comprar algo en la sección de perfumería... la cosa fue rápida, tan sólo un par de minutos después hacíamos cola en la caja de salida.

En ese preciso instante, por el pasillo contiguo apareció Ramona (la mujer de un amigo mío), empujando el carrito con su hijo de dos años... pocos pasos detrás les seguía la madre de ésta, también llamada Ramona.
-Vaya Rific, ¡qué sorpresa! –dice nada más verme- Qué raro verte comprando ¿no?
-Ya ves... -aparenté (exagerándola) idéntica sorpresa- una vez al año no hace daño...

Pero la joven Ramona no prestaba atención a mis palabras, dio media vuelta e inclinándose hacia el carrito dijo a su hijo con tono infantil: "mira quién está aquí... ¡dile hola!"
Pero el crío pasa olímpicamente de mí y vuelve la cabeza con gesto cansado...
...fue ahí cuando la mayor de las Ramonas presentes, la abuela de la criatura, se agachó también y dijo lo siguiente: "¿Quiéeeen eeeees? Dile hoooooola... ¿es papaaaá? Dime cielo... ¿es papaaaaaa?"


Justo entonces reparé en lo rubio y blanquito que es el crío... y en sus ojos tan parecidos a los míos.
Me giré hacia la chica con quien había quedado: a la pobre se le salían los ojos de las órbitas, boquiabierta...

"Nooo, papá nooo", berreó finalmente (para alivio de todos) el niño ante la pesada insistencia de las dos Ramonas.

Un minuto más tarde ellas merodeaban por la sección de frutería y nosotros salíamos a la calle.
Mi acompañante me propinó un suave codazo en el brazo: "Mmm, ¿hay algo que debas confesarme antes de seguir?"
"Me temo que sí" –contesté- "...no soy gay"

viernes, 24 de septiembre de 2010

Tenemos que dejar de vernos... de esta manera

Hace un par de días paseaba con un amigo por una gran superficie comercial de mi ciudad y de repente, a la altura de cierta cafetería, me vino un recuerdo.
¿Ves esa mesa de ahí en la esquina? –dije a mi colega, señalando la terraza del local- pues hace años ahí mismo "me dejó" una chica...

Así fue, una tarde de sábado hace siglos me llamó aquella chica con la que solía quedar por entonces, Celia... y me propuso tomar un café en ese centro comercial.

Casualmente esa semana habían metido en mi buzón propaganda del súper situado en ese complejo y tenían en oferta muchos cedés interesantes, así que la idea de vernos allí (me queda bastante lejos de casa), desde el punto de vista musical, me pareció fantástica... de hecho pillé el bus una hora antes, tiempo que pasé buceando entre los cajones de mi sección favorita para acabar pescando el "Masterplan" de Oasis y el "Pablo Honey" de Radiohead, ambos por cuatro duros.
Con semejante caza bajo el brazo llegué sonriente a la cafetería, pero ella me esperaba con mirada seria y semblante funerario... pedí una caña.

No tardó ni dos minutos en ir al grano: "tengo que decirte algo", dijo para el cuello de su camisa... "y es que tenemos que dejar de vernos".


No comenté nada, me limité a observarla, pero ella evitaba el contacto visual.
"Dejar de vernos me refiero... de esta manera", sentenció.
"¿Cómo?", pregunté intrigado, ya que aquella era apenas la tercera vez que Celia y yo compartíamos silla y mesa en un bar... y de esas tres, sólo la última "acabó como acabó".
"Pues eso, que me caes muy bien y me río bastante contigo... pero no eres lo que yo busco"
"Ahm" -llegué a decir, antes de llevarme un cacahuete a la boca- "¿y para esto querías quedar? Porque un discursito como ese cabía en un sms..."

Ella abrió la boca indignada... acto seguido dejó de medir sus palabras y soltó todo lo que llevaba dentro, esta vez sin pretender evitar conflictos... me habló de angustia, de arrepentimiento por lo sucedido, profirió lamentos por su flaqueza durante nuestro último encuentro, me echó en cara que yo tardase dos días en dar señales de vida y que cuando finalmente lo hice, me mostrase despreocupado cuando ella había estado todo ese tiempo tensa, dando vueltas a lo sucedido, enfurecida...

Me está "dejando" –pensé-, esta tía y yo no somos nada... ¡y aún así me está dejando!

Como vi que todo este asunto se estaba desmadrando le dije que no diese importancia a cosas que no la tienen, recalqué que no quería que pasase ningún mal rato por mi culpa, y concluí diciéndole que entendía eso de que ella buscase otra cosa, etc... muá muá, tan amigos, arrivederci Roma...


Recuerdo que esa tarde que me dejó, ella llevaba unos vaqueros rotos ajustados y una camiseta blanca con un dibujito de Heidi en el pecho...
...un mes después ella me llamó una lluviosa tarde de jueves para tomar un café, repitió camiseta y tras varias cervezas belgas acabamos en la cama de la casa de su abuela, vacía porque acababan de ingresarla en una residencia de ancianos.

Días después de este último encuentro, la siguiente vez que nos vimos, volvió a expresar cierto arrepentimiento, pero al menos tuvo el detalle de no decirme eso de que yo no era lo que buscaba...

lunes, 20 de septiembre de 2010

"Quiero Sentir"

Ella solamente tenía cuatro años más que yo, pero durante la primera media hora de nuestra cita no paró de susurrar para sí: "esto es un infanticidio".
"Tranquila mujer –traté de hacerle ver que exageraba- ya hace diez años que soy mayor de edad... además, la barrera generacional no es insalvable, ¡ambos sabemos quién fue Naranjito!"
"Ya bueno, pero esto no está del todo bien...", insistió.

Ella llevaba sólo unos pocos meses soltera y venía de una historia complicada: había estado viviendo bastante tiempo con un tipo cincuentón y con la hija adolescente de él... ese fue el tema estrella de su monólogo durante el arranque del encuentro.
"Con ella me llevaba, bueno... me llevo genial, seguimos llamándonos y me cuenta sus cosas... yo llegué a verla como mi propia hija ¿sabes? Pero por mucho que lo intentes no es lo mismo, nunca será como una hija tuya de verdad, no es tu sangre... y él no quería más hijos"

La besé por primera vez en un bar medio vacío y a ella le gustó, pero me pidió que no volviera a hacerlo en público, que nunca había sido de darse el lote por ahí y le daba vergüenza... sin embargo no sintió ningún reparo a la hora de liarse el primero de los tres porros que se fumaría a lo largo de la noche.


Ella me veía cantar canciones americanas en cierto bar rockero al que fuimos y no dejó de preguntarme por el significado de las letras... "son textos muy simplones, ¿estás segura de querer saberlo? Pueden llegar a decepcionarte", dije, pero ella insistió y contra todo pronóstico no le parecieron del todo malas las letras de Ramones y AC/DC.

"¿Qué te gustaría hacer esta noche? –pregunté- ¿hay algo que te apetezca particularmente?"
Ladeó la cabeza, encogió los hombros y con la expresión más seria de la que era capaz dijo lo siguiente: "Quiero sentir".
Fueron tres bares el tiempo en que no me dejó besarla, sin embargo a la salida del último, esperando al taxi que había llamado, ella acercó tímidamente su boca a la mía.

Cuando llegamos a su casa sacó (sin preguntar) una lata de cerveza para mi, la posó en la mesita del salón y tras quitarse las botas se dejó caer en el sofá, rebuscando en su bolso la piedrecita, el papel y el mechero.
Mientras ella trataba de liar el último de la noche yo empecé a besarle el cuello y a meter la mano bajo su jersey.
"Odio mis tetas, no te van a gustar", dijo con pena... le quité la parte superior y la tumbé boca arriba en el sofá, poniéndome encima... comencé a besárselas y acariciárselas, ella cerró los ojos y dejó el petardo sin encender encima de la mesa, agarrando mi cabeza con las manos dirigiéndola hacia pastos más verdes.

Después, en la cama, mientras ejecutábamos el misionero, ella seguía con esa expresión en el rostro... con los ojos cerrados, apretándolos.
"¿Algo no va bien?", me preocupo...
...ella abre los ojos y con una mirada que (como decirlo) acojonaba bastante, vuelve a decirme: "quiero sentirrrr"

Así que pongo todo el empeño del que soy capaz y poco a poco ella se va calentando: me araña superficialmente hombros y espalda, ronronea con fuerza, me pellizca (duele) los pezones... aumenta considerablemente el volumen de sus gemidos según se acerca al climax, de repente se incorpora acercando la cabeza hacia mi cuello y, gritando... abre la boca mordiéndome (logré retirame lo justo) en el pecho.


"¿Pero qué haces?", exclamé apartándome de ella, llevándome la mano a la herida...
Ella se puso colorada, adoptó una posición fetal y se tapó con la sábana. "Perdón –susurró- yo sólo quería sentir..."

Por suerte miré al espejo del dormitorio y comprobé, aliviado, que ella se reflejaba...

domingo, 19 de septiembre de 2010

Amnesia

Ya había caído una botella entera de Cutty Sark cuando por fin sonó el timbre de abajo y las dos chicas aparecieron en la fiesta.

Se oían sus risas mientras avanzaban por el interminable pasillo de entrada y, escalonadamente, fueron asomando por la salita... primero una chica de veintipocos que se pasaría las siguientes dos horas protestando por la música (pidiendo Bisbal o pachangueo), gimoteando porque no se podía fumar en la casa... y despreciando el Matusalén en favor del Bacardi.

La segunda invitada era más madurita, y se pasó el resto de la velada mirándome intrigada tratando de recordar de qué coño me conocía.

De vez en cuando me preguntaba si nos habíamos visto en tal o cual bar, etc... "Joer tío, es que me suenas mogollón, yo a ti te conozco fijo"
"El caso es que tú a mí también me suenas, pero no sé decirte de qué...", mentí.

Uno de los presentes me diría más tarde que ella seguramente se pensaba que nos habríamos liado alguna noche hace tiempo, y que como ella es (cito textualmente) una folladora compulsiva, a lo mejor ni se acordaba...
...qué más da, el caso es que la pobre acabaría marchándose de la fiesta sin resolver el misterio que tanto le intrigaba.


"Pues no, yo no tuve esa suerte", contesté zanjando la cuestión, si bien la fama de devoradora de hombres ya la conocía, pues ella y sus amigas (habitualmente borrachas), solían ir a cierto bar que yo frecuentaba...
...de hecho yo seguía recordando bastante bien el relato de las andanzas sexuales de la ilustre invitada, que ya me había contado (con pelos y señales) dos años y pico atrás cierta envidiosa amiga de la susodicha, en la cama.