jueves, 29 de diciembre de 2011

"Hundir la Flota"

Ella tendría cuatro o cinco (¿siete quizás?) años más que yo y tenía la excitante costumbre de pasearse por la oficina exhibiendo (a conciencia) su palmito, cosa ésta muy apreciada y comentada entre el sector masculino de la empresa...

A menudo se detenía en mi mesa para hablar de cualquier cosa, charlábamos bastante en la sala de fumadores y pasados unos pocos meses (de manera natural) comenzamos a ir de cañas un par de veces por semana a la salida del curro.

Pasaba lo de siempre en esos casos: mucho hablar del trabajo, del jefe, los demás superiores, las injusticias, el resto de compañeros... rematas la jornada desahogándote un poco, tomas unas birras y vuelves a casa más relajado.

Pero un día (de repente, compartiendo una jarra) ella hizo cierto comentario sobre mis ojos que me advirtió la posibilidad de que pudiera estar interesada en algo más que en la agradable charla o la empatía laboral... sin darnos cuenta habíamos pasado a la peligrosa segunda fase: el tonteo.

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A muchas de esas sesiones de cañas post-curro se apuntaban otro par de compañeros con lo que ella y yo estábamos "condenados a comportarnos"...
...delante del resto de personal eramos la mar de discretos pero cuando nos encontrábamos a solas las "indirectas" iban y venían.


Cierto viernes que nos quedamos solos en el último bar tuvimos, medio en serio medio en broma, una conversación calentorra... y a pesar de lo propicio del instante, el pudor ante el hecho de ser compañeros de trabajo se impuso y nadie dio el paso.

Eso sí, cuando al final nos despedimos en la esquina de su calle sufrimos el primer auténtico momento de tensión (indiscutiblemente) sexual.

Nos miramos sin saber lo que hacer, en silencio... así que disfrazando la maniobra aparentando el tono jocoso de una broma dije: "bueno cariño, ya nos veremos otra vez el lunes en la mina... -cerré los ojos y me quedé quieto apretando los labios- ¡un besito!"
Ella soltó una carcajada, me plantó un intenso piquito... y ya, cada mochuelo a su olivo.

Apenas cinco minutos después me envió el siguiente sms: "Oye...ss! Q ya t echo d menos.."

Como dirían Pulp, Something Changed...

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A partir de aquel día, para mi sorpresa, ella se apartó bastante de mi... sólo se venía de cañas si nos acompañaba más gente y aunque no dejó de hablarme en la oficina (ni ponía malas caras al hacerlo) sí pasó a hacerlo sólo cuando no había más remedio y (exclusivamente) por cuestiones de trabajo.

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Por eso me pilló desprevenido cuando un par de meses después (y con el mar en calma), ya llegando a mi casa procedente del curro recibí una llamada telefónica suya en la que me preguntaba dónde estaba, que no me había visto salir, que si me apetecía una caña, etc...

Acudí al bar y apenas tardamos dos rondas en recuperar el tiempo perdido, cada media hora dejábamos atrás las fases previamente conocidas y con la tercera jarra ella empezó a pasarse por los labios un stick aromático.
"Sabe a fresa", dijo, guiñando el ojo... yo me incorporé, agarré su cintura y tras decirle que quería probarlo le di (por fin) un beso total.


Eran tantas las ganas que nos teníamos, el ansia (de meses) acumulada, que empezamos a besarnos de manera tan salvaje que la mujer que regentaba la cafetería nos invitó amablemente a abandonar su establecimiento porque (cito textualmente): "aquí no se hacen esas marranadas".

Así que fuimos a otro bar más oscuro y resguardado.

Sé que suena raro, pero cuando conseguí deslizar mi mano izquierda por debajo de su blusa sorteando el sujetador... y pude tocar sus firmes pezones, me vinieron a la mente los rostros de aquellos compañeros de trabajo que susurraban cada vez que ella cruzaba la oficina o se agachaba para recoger las fotocopias.
Cuando me metió la mano dentro de la bragueta... simplemente dejé de pensar.

Pero de repente el tren descarriló...

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Con similar pericia a la anteriormente demostrada en la zona pectoral, pude apartar con los dedos el tanga dentro de su vaquero y al primer contacto con su sexo levantó la rodilla golpeando la mesita y volcando las cervezas... derramándose todo el contenido de las jarras sobre ella.

Recibió el manguerazo con risas extrañamente nerviosas y despreocupadas, propuse pedir otro par de jarras pero ella rechazó la oferta alegando (se le trababa la lengua al hablar) que ya iba bastante pedo...

"Voy al servicio a ver si me seco un poco...", dijo antes de levantarse y perderse con paso torpe por el pasillo de acceso al WC.

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Tardó casi diez minutos en regresar y la escena de su reaparición resultó tan imprevista como impactante: asomó cojeando, cariacontecida, magullada... como un torero recién volteado en la arena.
Incluso parecía súbitamente envejecida...

Los servicios de ese bar estaban en el piso de abajo al final de unas estrechas escaleras poco iluminadas... mi ebria compañera (aparentemente) resbaló y rodó hasta dar con sus huesos en el último escalón, dejándole el traspiés (a modo de recuerdo) un roto en la blusa y sendos severos moratones en piernas y trasero...


Le dolía bastante así que nos marchamos.

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Su casa (vivía con sus padres y una hermana) estaba tan sólo a un par de minutos de distancia pero al accidentado ritmo que caminábamos tardamos diez en llegar...
...sumemos al cúmulo de despropósitos que al poco de salir del bar estalló una mini-tormenta otoñal que nos amenizó/empapó la travesía hasta el portal.

Allí en el umbral, mientras buscaba sus llaves en el bolso pude observarla con detalle.
De cintura parra arriba chorreando lluvia, de cintura para abajo bañada en cerveza... los alrededores de la boca, cara y barbilla rojos (la imprevista cita me sorprendió sin afeitar) casi en carne viva... la blusa rota y las articulaciones doloridas... borracha...

"Casi la mato", pensé.

No me besó al despedirse... ni me mandó ningún mensaje cinco minutos después.
Por lo menos dejó de llover.


lunes, 19 de diciembre de 2011

-El "Efecto Sakamoto"-

PRESENTACIÓN:

Yo era apenas un niño, sin embargo cierta noche en el "Cineclub" de La2 vi a escondidas una película (no apta) que me impactó bastante: "Feliz Navidad Mr.Lawrence".
Tardé muchos años en volver a verla y, durante ese tiempo, dos cosas del film permanecieron grabadas a fuego en mi memoria: la carismática presencia de David Bowie y la bellísima banda sonora.

Más tarde, ya adolescente, descubrí que el autor de dicha música (además de coprotagonista de la cinta) era Ryuichi Sakamoto... que además era el genio escondido detrás de otras bandas sonoras sublimes (por ejemplo, "El último emperador") y del revolucionario grupo pionero del tecno nipón: The Yellow Magic Orchestra.


No fue fácil, pero acabé consiguiendo algunos de sus discos... y cuando en 1996 versionó "É preciso perdoar" junto a Caetano Veloso me reclutó definitivamente para su deliciosa causa musical.

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INEXPERIENCIAS CON EL SEXO OPUESTO:

-1-

Yo tenía diecisiete años y en medio de un botellón (celebrando la llegada de las vacaciones de semana santa) en un parque junto a mi instituto, me puse a hablar con la chica de clase que por aquel entonces más nos atraía...

Mientras analizábamos (corrosivamente) el injusto trato recibido por cierto profesor de Biología estuvimos compartiendo un vodka-limón, cigarrillos y opiniones entusiastas sobre la película del momento: "Pulp Fiction".
Me dijo que había pillado en la biblioteca pública la banda sonora y que estaba genial, que si quería me la grababa... accedí, por supuesto, y el tema de conversación desembocó hacia derroteros musicales.

Jamás olvidaré la pregunta que me hizo... su cara al hacerla (sacudiendo la ceniza del cigarrillo, con un ojo casi cerrado, medio borracha)... ni la que después puso al oír mi respuesta.


"¿Qué grupos o cantantes sueles escuchar tú?", me dijo...
Y yo, en vez de contestar lo típico del momento (esto es Pearl Jam, Prince, R.E.M, Aerosmith, Guns n'Roses, Suede...) solté lo siguiente, porque iba despreocupadamente ciego y además precisamente en aquella semana era la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad: "pues sobre todo pop y rock anglosajón, pero ahora ando bastante entusiasmado buceando en la discografía del músico japonés Ryuichi Sakamoto..."

Me miró como si le hubiera confesado ser portador de alguna enfermedad venérea, como si de repente mi aliento oliera a podrido, como si yo hubiera apretado el gatillo que asesinó a John Lennon...

Un par de minutos después me dejó tirado y regresó donde sus amigas. La recibieron sin ocultar su curiosidad ante el hecho de que yo hubiera conseguido retenerla tanto tiempo... pero ella, señalándome descaradamente, comenzó a justificarse y (por sus gestos y miradas lo supe) a describirme como una especie de monstruito sin interés más allá de poder gorronearme algún pitillo... sus amigas me clavaron los ojos imitando a la perfección su implacable gesto de desprecio adolescente.

Regresé al seto principal, me eché dos hielos en el vaso vacío y tarareando "Rain (I want a divorce)" me serví otro pelotazo...

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-2-

Yo tenía veintitrés años y conocí en una fiesta a una chica que me dijo que tocaba el piano, que se había pasado "la tira de años" yendo a clases.
Me entusiasmé hablándole de mis discos de solos de piano de Sakamoto, lo parecidos a Debussy que a veces llegaban a sonarme... ¡incluso a Rachmaninov!

Ella torció el gesto y me dijo que esa música no le gustaba nada, que a ella le iba el house y el pachangueo...

Pregunté entonces por la razón que le impulsó a pasar tantos años sentada delante de un piano: "mis padres me obligaron", sentenció antes de fingir una disculpa y dirigirse al otro extremo de la fiesta sin intención de regresar jamás...

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-3-

Hace un par de veranos llevé a una chica a casa y antes de acostarnos pregunté si le apetecía que pusiera alguna música en particular... simplemente me dijo: "algo tranquilito, de piano o así..."
Así que puse mi CD favorito de Sakamoto: BTTB (Back to the Basics).

Después del sexo permanecimos tumbados en silencio sobre la cama mientras la música poco a poco se apoderaba de la situación.

Observé su cuerpo desnudo (estaba tumbada boca abajo) y me incorporé para estudiarlo bien... en el último momento, coincidiendo con el arranque de la pieza "Reversing", sentí el extraño impulso de posar mis dedos en su espalda y comenzar a interpretar el tema tocando cada una de las notas, presionando (ligeramente) con las yemas en su coxis y trasero.


Durante la "actuación" entré en una especie de trance... mientras tanto ella permanecía con los ojos cerrados, murmurando de vez en cuando algún aprobatorio gemido de placer.

Acabó la pieza, alcé las manos, abrí los ojos... y mi amiga susurró: "cambia de disco que con esta mierda me voy a quedar frita".

Jamás volví a invitarla.

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-4-

Hace poco más de un año edité la composición más célebre de Sakamoto y extraje su melodía principal en un archivo MP3 de 53 segundos de duración.
Dicho tono lo asocié a cierto contacto de mi agenda telefónica y desde entonces suena cada vez que esa persona me llama... aunque eso ella, por desgracia, no lo recuerda.

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TOCATA... Y FUGA:

En todas estas cosas (y alguna anécdota más) pensé hace varias semanas cuando me monté en un autobús camino del lugar donde por fin (veinte años después de haberlo conocido/admirado por primera vez) pude asistir a uno de los conciertos de la reciente gira española de Ryuichi Sakamoto.

Para mi sorpresa el público que llenaba la sala de aquel auditorio era mayoritariamente femenino... "quién lo diría" -pensé, entre risas- "y yo que creía que Sakamoto era un veneno para las mujeres..."


martes, 13 de diciembre de 2011

"Mis Lapsus Habituales"

(EJEMPLO ANTECEDENTE)

Hace unos pocos años fui al aeropuerto de Madrid a buscar a alguien, me crucé la ciudad en metro (de punta a punta) hasta llegar a Barajas.
Una vez alcanzado mi destino metí el billete en el torno para acceder a la terminal pero... la máquina no me lo aceptaba.
Fue entonces cuando un viajero me explicó que el billete sencillo no servía y que para poder superar la última barrera había que pagar un ticket suplemento.

Me irrité un poco ya que no tenía ni idea de aquello (no tenía suelto) y nadie me había advertido de dicha circunstancia... gruñí al sacar el nuevo billete y entré en el primer pasillo del aeropuerto exclamando "¡ya lo podrían haber señalizado antes de llegar a la salida!"

Media hora después volvíamos al lugar del crimen... por el camino puse a mi acompañante al tanto de la existencia del malvado suplemento y denuncié con vehemencia la falta de información sobre el mismo a lo largo del trayecto.


Pagamos, entramos en la estación y bajando las primeras escaleras mecánicas vimos que en cada peldaño y en los laterales había cartelitos que anunciaban la necesidad del pago del suplemento.
Y en los andenes, cada pocos metros, lo mismo... también colgados del techo, incluso en las paredes... ¡estaba todo lleno de avisos!.

Mi acompañante se rió todo lo que quiso y finalmente entendió lo despistado que a veces puedo llegar a ser.
"Ya vale tanto cachondeo.. ¡hace media hora todo esto no estaba!" -bromeé, cruzándome de brazos- "seguro que lo han puesto mientras aterrizabas..."

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(DEMOSTRACIÓN PRÁCTICA)

Tiempo después, durante cierta gélida noche de invierno, acabé enrollándome con una estudiante de la universidad en un bar al lado del campus.
A pesar de las temperaturas bajo cero, cruzamos el parque de la facultad y empezamos a meternos mano junto a unos arbustos casi cristalizados... soplaba un viento cortante y sugerí ponernos al abrigo de una de las esquinas a la entrada de la uni.
La mitad de esa esquina estaba iluminada por un foco así que nos colocamos en la parte oscura, que por suerte era la zona más resguardada...

Nos abrimos los abrigos y empezamos a frotarnos: una especie de nube se formó a nuestro alrededor fruto de los calores del momento y la mezcla de alientos humeantes... la situación se caldeó tanto que ni con sendos pantalones bajados parecían molestarnos las inclemencias meteorológicas.

Ella se arrodilló y a los pocos segundos de iniciar cierta deliciosa práctica oral observé (¡mala suerte!) a un paisano aparecer de entre la niebla con unas bolsas grandes en las manos, acercándose con paso lento (pero firme) directo al rincón de nuestra improvisada sauna.

Anuncié la inminente llegada del intruso así que ella se incorporó, nos subimos los pantalones, nos abrochamos el resto de prendas a toda prisa... y regresamos a la zona iluminada cruzándonos con el fulano, quien nos obsequió con una mirada de lo más perturbadora.


Los minutos siguientes los pasamos rodeando el edificio (cualquiera que nos viera podría tranquilamente confundirnos con ladrones) en busca de algún rincón discreto y propicio para continuar con la faena... pero a pesar de lo inmenso del lugar ningún sitio nos ofreció las suficientes garantías.

Acabamos bajando hasta el final del parque y detrás de una caseta de aspecto abandonado seguimos montándonoslo en el punto exacto donde lo habíamos dejado... ...por desgracia el nuevo escondite tampoco nos duraría demasiado.

Diez minutos después asomó a lo lejos un matrimonio de mediana edad, de esos que van en chándal paseando al perro a las horas más extrañas.
Nuevamente tocó vestirse a la carrera y salir por patas antes de que el descarado chucho se acercase a olisquearnos las gónadas...

La segunda interrupción en tan breve espacio de tiempo nos hizo ver que aquel lugar no era tan discreto como en un principio habíamos pensado, aparte de forzarnos a recapacitar sobre la locura que suponía relacionarse al aire libre (de las copas de los árboles pendían estalactitas) con semejante temperatura....
Finalmente cada uno marchó a su casa.

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Unos días después de la escaramuza en el parque, volví a cruzarlo caminando... aunque esta vez lo hice sólo y a plena luz del día.

No pude evitar sentir la necesidad/curiosidad de acercarme a la primera de las esquinas en las que fuimos interrumpidos... una vez allí observé el entorno y comprobé que no estábamos tan camuflados como pensaba, pero lo que más me impactó no fue descubrir la multitud de ángulos desde los que nos podría haber observado cualquier paseante, no... lo que llegó a ruborizarme fue descubrir un enorme cartel encima de esa pared que rezaba: "zona videovigilada".

Proseguí mi camino por el campus y siguiendo los pasos de la famosa noche vi (por lo menos) otros cuatro letreros con idéntico mensaje: cámaras operativas durante las veinticuatro horas del día...


Pero la cosa no quedó ahí: alcancé la caseta donde tuvo lugar el último magreo y cerca de la pared donde estuvimos lucía una vieja señal de "Peligro Alta Tensión".

¿Lo habrían puesto también todo nuevo, en la media hora anterior? Espero que sí...


viernes, 2 de diciembre de 2011

"Tiro al blanco" (...o "Mira al Pajarito")

Sucedió este último verano.
Un par de amigos y yo estábamos cierto sábado de madrugada en la terraza de un bar, tomando un chisme y (en mi caso) bailoteando un viejo hit de Jamiroquai que sonaba procedente de unos altavoces encaramados en lo alto de los árboles del patio.

De repente se me acercó un chico: aproximadamente una cabeza más bajito que yo, fondón, moreno de cejas pobladas y perilla... ojos enrojecidos fruto de la tajada que llevaba encima.
Apenas entendía nada de lo que me decía, en un principio pensé que era el típico borracho que se te arrima y da el coñazo un rato... pero no, sus intenciones resultaron ser otras.

Así, de repente, a saco... me suelta que "qué tal es mi rabo, cuanto me mide y tal..."
Tras decirle que jamás había sentido la curiosidad de agarrar una regla y ponerla al lado de mi pene, me preguntó si me iban los tíos... contesté (encogiéndome de hombros) que muchos de mis mejores amigos eran chicos, etc... pero él siguió a lo suyo: confesó ser algo así como "hetero-morboso", que le gustaba practicar felaciones (omito las palabras que utilizó) y me propuso ir con él al WC para comérnosla, masturbarnos, morrearnos... lo que quisiera.


Que conste que yo no me escandalizo ante situaciones como esa ni me ofende que un tío me pueda proponer relaciones sexuales... lo que me repateó fue lo agresivo que llegó a mostrarse el fulano, sus pupilas inyectadas en sangre, la babilla que brotaba de sus comisuras, su cara sudada, la boca abierta respirando fatigosamente... era un tipo de lo más desagradable y aunque se hubiera acercado simplemente para preguntarme la hora me habría incomodado hablar con él.

Le dije que no me interesaba su proposición y él reaccionó mal, insistiendo de mala manera, agarrándome del brazo.
Finalmente acabé mandándolo a freír espárragos, viviendo un momento de cierta tensión tras verme obligado a empujarlo para que me dejase en paz...

Afortunadamente la sangre no llegó al río, mis amigos hicieron bromas al respecto durante el resto de la noche (uno se ofreció a subir a casa para coger un metro del costurero de su madre) y a mí se me quitaron las ganas de volver a ese bar (al menos) mientras durase el verano y siguiera abierta la terraza.

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Hace dos meses me apunté a un gimnasio.
Nunca he sido demasiado deportista pero admito ser un gran amante del consumo de calorías... así que para quemarlas me he buscado un sitio cutre/baratillo donde poder mover un poco el trasero y desempolvar el chandal noventero que (para mi sorpresa) aún conservaba en el rincón más olvidado e inaccesible de mi armario ropero.


El caso es que hace tres semanas yo me encontraba pedaleando en la bici estática cuando de repente entró en la sala (toallita en mano) el citado fulano de la terraza veraniega.
Le supuse sobrio, pero conservaba la misma mirada inquietante y depredadora, la boca abierta... me reconoció y agachó la cabeza.

A lo largo de la siguiente hora ambos nos las ingeniamos para entrenar en rincones separados del gimnasio.

Más tarde me crucé con él en la puerta del vestuario (yo salía y él entraba) y le miré intentando dejar claro (sin necesidad de tener que decirlo) que me acordaba muy bien de él y que en lo sucesivo más le valdría portarse bien para tener la fiesta en paz... no sé si se dio por enterado pero nuevamente agachó la cabeza.

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Tres días después yo salía de la ducha del gimnasio, envuelto en mi toalla, dispuesto a vestirme antes de pirarme... en el vestuario junto a las taquillas había tres personas más, uno de ellos (poniéndose las prendas deportivas) era mi "amigo" de la perilla.

Yo no soy nada vergonzoso y en esas situaciones acostumbro a despelotarme alegremente, pero tras comprobar como el fulano tardaba una fingida eternidad en anudarse una zapatilla, pendiente (con penoso disimulo) de si me quitaba de una puñetera vez la toalla... me quedé quieto con los brazos en jarras y hasta que no le vi salir por la puerta no comencé a vestirme.
Mal rollo.

Los días siguientes que he coincidido con él en el gimnasio he esperado a que se vaya para bajar a ducharme.

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Hoy he debido despistarme hablando con ese jubilado tan majo que suele pedalear en la bici de mi derecha... (nuestras tertulias comenzaron un día que le dije que así alineados, al trote sobre los sillines, parecíamos el Séptimo de Caballería cabalgando hacia Fort Apache)... el caso es que no lo vi venir...

Bajo al vestuario, me desnudo, agarro champú y toalla, entro en el pasillo de las duchas despreocupado, sin cubrirme... ¡y zas!
De frente, saliendo de la última cabina, aparece el chavalote hetero-morboso.


No me da tiempo a taparme... y aunque me meto a la carrera en la primera ducha que tengo a mano no consigo evitar que, cuatro meses después, ese siniestro personaje se salga con la suya y acabe viéndome la polla.

¿Dónde está el maldito Coronel Custer cuando más se le necesita?


domingo, 20 de noviembre de 2011

"YO CONFIESO" -East Midlands, 2ª parte-

-dedicado a "La Chica sin memoria"-

(Viene del post anterior)   -PARA LEERLO PINCHE AQUÍ-

Después de la comida saqueo una tienda de discos y me doy una vuelta por un enorme centro comercial. Compro una jaula de latas altas de cerveza Carling y vuelvo al piso a echarme un rato.
Javi regresa del curro, nos teletransportamos a 1996 al poner en la minicadena a todo volumen uno de los míticos cedés que he comprado (el "K" de Kula Shaker) y en lo que nos vamos duchando, vistiendo y preparando dejamos atrás por las mesas y pasillos (como miguitas de pan) un rastro de seis latas vacías de Carling.

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Cenamos en un pub una hamburguesa con su respectiva pinta, rodeados por un montón de chavalines disfrazados (ellas en su mayoría en plan Lady Ga Ga, ellos casi todos en gayumbos ceñidos con cantosas pelucas de colores)... coincido en el WC con uno que va vestido de abeja y le pregunto el motivo de semejante carnaval: fiesta universitaria en la que tras mamarse harán carreras en la plaza en grupos de siete, atados con cuerdas en los tobillos.


En nuestra mesa se sientas dos chicos envueltos en papel albal con cascos de robot, chocan sus pintas con las nuestras y alguien nos saca un par de fotos... ¡puto Facebook!
Una chica rubia (físicamente parecida a la maravillosa Roisin Murphy) con camiseta ajustada de "Redbull" se une a la foto, me acerco a ella para brindar y se señala los pezones antes de que nos deslumbre un nuevo flash... ¡tengo que abrirme una cuenta en Facebook!

A la salida del pub Javi y yo avanzamos agarrados tras la espalda, dando saltitos y abordando a un par de grupos de chicas... "necesitamos cinco más para la carrera... come on!"

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Pasamos delante de un local de aspecto gótico llamado "The Pit and the Pendulum"... es una de mis obras favoritas de Poe así que arrastro a Javi al interior. ¡Otra ronda!

El garito parece el plató de un viejo film de terror... cada rincón ilustra distintas atmósferas lúgubres y misteriosas... y el acceso al WC no tiene precio: la pared del fondo enmascarada por una falsa librería que cede ante tus ojos tras presionarla, mostrándote el camino (iluminado por tenues candelabros) hacia el aseo.


Mientras inspeccionamos el resto de misterios del pub ponen "Wonderwall" de Oasis, Javi se lleva las manos atrás y ladea el cuerpo al cantar imitando a Liam Gallagher, mientras tanto yo copio la pose de Noel (¿hará algo parecido el próximo día 26 cuando lo vea en directo en La Riviera?) en el vídeo de la canción, susurrándole estrofas al oído con un megáfono imaginario...

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La siguiente pinta la tomamos en una vieja iglesia anglicana reconvertida en disco-pub: la zona de bancos de feligreses son mesas para clientes, el lateral lo ocupa una inmensa barra, las escaleras de caracol que suben a los púlpitos conducen hasta los servicios... y una impagable pista de baile en pleno altar mayor, al abrigo de una majestuosa torre de piedra adornada con las inevitables vidrieras.

Me encanta como en Reino Unido se pueden juntar en el mismo local de fiesta desde gente joven hasta "abueletes" con ganas de fiesta, conviviendo todos sin las malas caras que en España suelen verse en las mismas situaciones...

Javi y yo bailamos el pupurrí chumba del momento: give me everything tonight... Johnny la gente esta muy loca... I'm sexy and I know it... la Lambada versión siglo XXI...incluso (para mi sorpresa) la adaptación inglesa del Danza Kuduro...


Una cuarentona se me acerca para comentarme que ha entrado otro chico en el bar que lleva la misma camiseta de "The Ramones" que yo llevo puesta, me anima a que le diga que sólo puede haber un ramoniano en la sala... me encojo de hombros y parafraseando la canción del momento exclamo sin dejar de bailar: "what the fuck"

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Vamos a "The Bodega". Hay que guardar cola en la puerta pero Javi dice que es normal, que es un sitio muy chulo y que la espera merecerá la pena... me cuenta que hoy es el día de la semana en que pincha el "DJ Reverendo", un fulano vestido de sacerdote que aparte de poner música en la cabina atiende en un confesionario a la gente que se anima a contarle sus pecadillos.

El portero nos pregunta si somos estudiantes, en un principio pienso que nos está vacilando pero cuando se pone serio mostrando un cartel que reza "Student's Party"... hago un alarde de reflejos sacando de la cartera una tarjeta caducada de la Universidad española en la que estudié (aún la conservo para los descuentos en ciertos cines, por si cuela), Javi me secunda mostrando otra tarjeta... el gorila las observa con aparente celo y sin más reservas nos deja pasar.


Ya dentro empezamos a reír por la potra que hemos tenido, sobre todo porque con las prisas me he equivocado (he sacado la tarjeta de usuario de la biblioteca pública) y Javi ha enseñado una que tiene para almorzar en la cafetería de la empresa...

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Pedimos una ronda y nos acercamos a la esquina del pub donde se sitúan la cabina y el Pop Confessional... sólo hay un chico esperando fuera para obtener indulgencia así que nos ponemos detrás de él para ser atendidos por DJ Reverendo.

La música que pone es fiestera pero "clásica", casi todo de los años setenta y ochenta.
Al compás de Kool & The Gang se nos acerca una chica bastante borracha, quita las gafas a Javi, juega con ellas y cuando llega nuestro turno para entrar en el confesionario nos agarra del brazo y se acopla para dentro.

El cura nos saluda y se muestra dispuesto a escuchar nuestras tribulaciones... la inglesa toma la iniciativa y se agacha a susurrar algo al Padre, si bien me resulta ininteligible lo que dice puedo distinguir claramente las palabras "suck" y "cock"... el DJ se ríe, acerca su boca a la rejilla de separación y ella le planta un beso en los morros.


Decimos a la chica que nosotros también queremos un beso pero ella dice que no con el dedo, pero arrinconada como está dentro del minúsculo confesionario no se libra de ser sobada de arriba abajo mientras cuento al párroco musical que desde hace casi un año me siento extrañamente fascinado por cierta chica que tiene 14 años menos que yo... respuesta del Pastor: "espero que tengas más de treinta años..."
"Yes Father, I'm thirty three", contesto, en lo que intento meter mi mano dentro del escote de la chica, siendo repelido con algunos torpes manotazos... "¡Entonces no pasa nada!" -sentencia el predicador- ¡Espero que tengas suerte con ella!"

Nos dice que salgamos para recibir nuestra absolución. Una vez fuera saca tres vasos de plástico de chupito y una botella de vodka, nos sirve tres pelotazos y después de hacer una extraña señal de la cruz nos anima a beberlos de un trago...
La chica del confesionario se pierde (tambaleándose) entre la multitud de la pista de baile y mientras el vodka impacta en mi garganta me doy cuenta de que esto ya no hay quien lo pare...

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Otra ronda. Nos ponemos a bailar en una esquina junto a un grupo de gente disfrazada (un chico de Peter Griffin, una chica de bolsa de té...), suenan Fleetwood Mac con su clásico "Everywhere", una rubia despendolada se acerca a Javi y empieza a dar saltos con él.
Está bastante buena y encima invita a mi amigo a que se acerque haciendo un sugerente gesto con el dedo... él se arrima pero entonces ella lo aparta con un empujón... Javi me mira sin saber lo que está pasando y yo le animo a insistir, pero se queda quieto...

Termina de cantar Stevie Nicks y empieza una de mis favoritas setenteras: "Peg" de Steely Dan.


No oculto mi entusiasmo (incluso derramo un poco de mi pinta con cierto movimiento desacompasado) y entonces la rubia cambia de objetivo... ahora se acerca a mí, me agarra de la camiseta y tira de ella mientras retrocede bailando...
Agarro su cintura y mientras le canto "and when you smile for the camera... I know I love you better!!!" procedo a acorralarla (nuevamente, se ha convertido en algo así como "mi oficina") hasta el confesionario... pero la rubia (fiel a su costumbre) también me empuja en el último instante...

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Pillamos dos pintas más, pido al DJ que me ponga una canción de Prince, la borracha de antes se sienta en el confesionario haciendo las funciones del cura pero en vez de escuchar a los jóvenes feligreses se bebe todo el vodka... la rubia sigue toreando (uno por uno) a todos los chicos de la pista... entra en el local una chica con aire masculino, lleva un sombrero hongo negro y Javi resalta su lejano parecido con la vestimenta que usa Thom Yorke en el célebre vídeo "Lotus Flower" de Radiohead... inmediatamente empezamos a bailar tratando de reproducir (chapuceramente) la coreografía sincopada del citado vídeo, la mirada turbia del cantante, los miembros retorciéndose, los espasmos...

...a nuestro lado la gente se divide entre quienes nos observan desencajados de la risa (no demasiados) y aquellos (la mayoría) que nos miran como si fuéramos retrasados mentales.

Bailar en una iglesia, ser confesado en un bar... maravilloso.

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Camino de casa nos detenemos en un puesto ambulante de perritos calientes.
Mister Hot Dog nos pregunta qué salsa queremos para acompañar la salchicha, Javi pide una buena cantidad de "brittish mustard" y yo, sin querer reconocer aún mi derrota, pregunto si tienen "Teriyaki"...


miércoles, 16 de noviembre de 2011

"TERIYAKI" -East Midlands, 1ª Parte-

Mientras mi amigo Javi (a quien he ido a visitar este finde) se queda trabajando por la mañana yo me entretengo dando un largo paseo por Nottingham.

A la hora de comer atravieso la Plaza del Ayuntamiento donde veo reunidos a un pequeño grupo de indignados ingleses: tiendas de campaña, carteles, una sexy pelirroja hablando a través de un megáfono...
Tras leer los mensajes (idénticos a los de las acampadas de mi ciudad) repartidos por varios rincones de la plaza, noto un molesto rugido en mis tripas así que me dirijo a un local cercano de la cadena "Yo Yo Noodle".

DOWNSTAIRS:

Guardo la fila esperando mi turno y cuando me atienden empiezo a seleccionar la clase de tallarines que quiero, los ingredientes de acompañamiento, etc, pero en el momento de escoger salsa me quedo mudo...
...descartadas las que a su lado incluyen dos o tres calaveras (hot, extra-hot) leo los nombres del resto de salsas "suaves" y no tengo ni puta idea de qué son, si estarán buenas, si se adaptarán bien al combo de pasta, gambas, tomate, cebolla y ternera que previamente me he apañado...


Delante de mi hay dos chicas (tendrán entre dieciséis y dieciocho años, como mucho), decido preguntarles qué salsa no-picante me recomendarían, confesando mi incompetencia en la materia... una de ellas me mira con gesto de rechazo (en plan "pero de qué vas capullo, ¿así pretendes ligar con nosotras?") pero su amiga se apiada de mí y dedica un minuto a cantar las alabanzas de la salsa Teriyaki.

Ellas recogen su pedido y mientras suben las escaleras hacia el comedor no puedo evitar fijarme en sus traseros... siendo (bruscamente) devuelto a la realidad por el estridente proceso de elaboración de mi plato, con el cocinero oriental lanzando una y otra vez al aire (maneja la sartén igual que Federer su raqueta) mi selección de noodles, crepitando al ser regados con un generoso chorro de Teriyaki...

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UPSTAIRS:

Subo al comedor con una humeante cajita de pasta y la correspondiente bebida, me siento en una mesa a diez metros de distancia de las chicas de antes... por suerte la Rancia está de espaldas y la Buena Samaritana (sonríe al verme) me queda de frente.

Tras probar el enjuague ella me mira buscando el veredicto y yo levanto el pulgar dando el visto bueno al sabor de la salsa... entonces me guiña el ojo.

Sigo comiendo y no puedo evitar escuchar un poco de su conversación, hacen planes para esta noche, canturrean las canciones de Black Eyed Peas y Katy Perry que suenan en el hilo musical, deciden que acabarán la noche en "The Bodega" (me hace gracia el nombre del garito y su manera anglosajona de pronunciarlo)... mi "amiga" se quita el suéter y se queda con una camiseta abierta muy escotada, nuevamente me mira y guiña el ojo... ahora soy yo quien sonríe.


Su amiga sigue hablando pero ella se limita a contestar con monosílabos o movimientos de cabeza, no me quita ojo... yo apuro mi comida y poco a poco se me calienta la cabeza, el hecho de que ella se lleve el refresco a la boca y comience a pasar la lengua por la pajita con gesto lascivo no ayuda a calmar mis nervios... la rancia se percata del show de su amiga, se gira y me mira inquisitiva... se vuelve hacia su colega y reprende su conducta, pero la otra se pasa la lengua por los labios y echa el cuerpo hacia la mesa descargando sobre ella sus gloriosas tetas...

"¿Qué edad tendrá? -empiezo a preguntarme- ...y en caso de que mis cálculos (año arriba año abajo) sean incorrectos, por si las moscas... ¿cómo serán de severas las leyes británicas en lo relativo a las relaciones con menores tan presuntamente adultas?"

Me levanto, me pongo la cazadora y sonrío procurando no mirar fijamente su escote, tiro en el cajón de los desperdicios mis recipientes vacíos y me despido saludando con la mano...
...bajando las escaleras murmuro para mis adentros: "The Bodega... tonight"

(continuará)


viernes, 28 de octubre de 2011

"La Fórmula de la Coca-cola"

Quedo con Celia para tomar una cerveza. Su llamada este mediodía me ha pillado de sorpresa, hace mucho que no nos vemos y con ella (siempre que sepa jugar bien mis cartas) existe la posibilidad de acabar en la cama (que dispone para ciertos menesteres) de la buhardilla del chalet de su hermano, allá en las afueras...

Camino del lugar de la cita me pregunto (ligeramente excitado) cuáles serán sus intenciones para el día de hoy.

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Vamos a una cervecería nueva que han abierto cerca de su barrio, entramos (huele a recién pintado) y ella deja el bolso sobre un taburete en lo que me dice qué va a tomar... abandonándome acto seguido para enfilar el camino del servicio.

El camarero se acerca a mi altura y saluda ("buenas, ¿qué va a ser?") con gesto altanero, apoyando su brazo derecho sobre la barra, dejándose caer sobre ella.
"Hola -sonrío al descubrir en la estantería varios botellines de cierta marca de cerveza que me gusta- póngame una Grimbergen Optimo Bruno y una Coca-Cola Light"


El fulano de repente me mira con gesto burlón y como si aquello se tratase de un puticlub y él fuera mi compañero de taburete esperando turno para subir a la habitación de Mesalina... me suelta (guiñando el ojo) la siguiente frase: "¿Una coca-cola light? Anda, píde otra cosa a la chica... que así no vas a conseguir nada de ella..."

"¿Perdón?", pregunto, alucinando.
"Que sí, tú hazme caso y pídele algo más fuerte", nuevamente me hace la seña de llevar "treinta y una" al mus.

"¿Y qué pasa si la coca-cola es para mi?", pregunto inclinándome hacia su lado de la barra...
"¡Eso no puede ser!", exclamó el barman, soltando una carcajada tan falsa como desagradable...

"¡Vaya hombre! -respondo poniéndome lo más serio posible- ...entonces vamos a hacer lo siguiente: mejor no me pongas ni la cerveza ni el refresco"
"¿Y qué va a ser pues?", pregunta, sin disimular su desconcierto.
"Nada. He cambiado de opinión y no vamos a tomar nada...", contesto, agarrando el bolso de Celia.

Ella regresa del WC y salgo a su encuentro... "Mejor nos vamos", digo señalando con una reverencia el camino hacia la puerta.

Ella toma su bolso y me mira extrañada... "¿Qué es lo que pasa?", pregunta, acompañándome obediente hasta la salida.
"No te lo vas a creer -sonrío- pero hemos ido a dar con el único bar del mundo donde no sirven Coca-cola..."

martes, 18 de octubre de 2011

Comida Rápida (o "La Toma de la Colina")

MARTES:

Hoy tenía una cita a ciegas (de vez en cuando me encanta tener alguna) con una chica con la que llevo casi un mes intentando quedar... lamentablemente a última hora me avisa anunciando que no puede.
Su excusa no me suena nada bien, no puedo evitar desconfiar de sus intenciones y siento el impulso de "vengarme" entrando nuevamente en el chat donde la conocí... y substituir su expectativa por la de otra.

Una hora después, tras varias conversaciones privadas, consigo el mail de una chica de mi ciudad.


En el messenger parece simpática pero no es especialmente habladora ni parece dispuesta a enseñar una fotografía.
Se hace tarde y nos despedimos fríamente hasta la próxima charla.


MIÉRCOLES:

No me conecto al messenger en todo el día.


JUEVES:

Coincidimos conectados a la hora de comer. Me dice que tiene curiosidad por ver cómo soy y me pregunta si tengo cam... contesto afirmativamente, ella también tiene así que propongo vernos un minutín usando el citado soporte... pero ella declina la invitación con una frase tan reveladora como sospechosa: "ahora no, vengo de la piscina y tengo la cara lavada... mejor en otro momento en que esté un poco maquillada".

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Por la noche hablamos de temas más personales, para ser más exactos sobre nuestras últimas experiencias con el sexo contrario.
Como no tengo casa propia me pregunta dónde voy con las chicas... acabo confesando mis frecuentes incursiones en el garaje de mi edificio o en cierto pasillo oscuro donde se alinean los trasteros, los servicios de ciertos bares, parques cuando el pésimo clima lo permite...
...ella tampoco dispone de casa pero admite suplir dicha carencia con su coche y cierta mantita especial que siempre lleva en el maletero.

Con mi respuesta ella reacciona con un "ya te vale" pero no se muestra en absoluto escandalizada... con la suya yo (directamente) comienzo a frotarme las manos...


VIERNES:

A primera hora de la tarde, antes de irse a currar, ponemos la cam un par de minutos. Ella (por suerte no es ningún coco) castaña, ojos marrones y gesto serio... "ahora es cuando me ves y decides salir corriendo", comento... ella se ríe y emite su veredicto: "para nada".



SÁBADO:
He quedado para salir pero antes de marcharme hablamos un poco.
Ella pasará la noche del sábado en casa... le pregunto si le apetece quedar mañana conmigo y no parece tenerlo claro: "los domingos me da una pereza salir que no te la imaginas".
"Bueno -respondo- yo mañana te recordaré la oferta por si te apeteciera"
Me despido diciendo que tengo prisa, el tiempo justo para ducharme, vestirme... y ella se despide contestando con una picardía.

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DOMINGO:

A mediodía sugiero nuevamente quedar y ella acepta. "¿A las ocho te va bien?", propone... y me parece bien.

Dice que le apetece probar alguna cerveza que esté buena, que hace poco se ha aficionado a esa bebida pero cuando llega el momento de pedir no se aclara demasiado... así que quedamos en una plaza donde hay una cervecería muy grande de estilo irlandés, malo será que allí no tengan alguna de las dos o tres marcas que (sin particular ánimo de emborracharla, que conste) me han venido a la mente.

"Pero debemos tener cuidado" -comenta- "que a mí se me sube mucho a la cabeza... ahora me estoy tomando una cerveza con gaseosa y ya me estoy poniendo tonta..."
"Descuida que con la primera cerveza no intentaré nada", respondo (icono sonriente guiñando el ojo)... y ella concluye la conversación deslizando un juguetón "a ver si vamos a acabar haciendo algo de lo que nos arrepintamos al día siguiente..."

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Ocho de la tarde. Ella llega 15 minutos tarde (problemas de aparcamiento) y la primera impresión es buena.
Por culpa de cierto partido de fútbol el bar donde quería llevarla está petado, así que acabamos entrando en otro cercano, menos atractivo pero más solitario.
Allí tomamos dos Mahous cada uno (no tenían ninguna de importación) y cumplo mi promesa de no intentar nada, sobre todo porque aquel lugar tan desangelado no me parece un sitio adecuado...


Ella me habla de su verano, las vacaciones... parece divertirse y emite buenas señales. Sin que yo se lo pregunte deja caer que mañana lunes no trabaja por la mañana.
Miro el reloj. "El partido ya habrá terminado -digo- seguro que se ha despejado la cosa en el Irlandés... ¿vamos para allá?".
Ella sonríe y acepta.

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Pido dos cañas largas de Paulaner (de trigo) y vamos a la mesa de la esquina más obscura del local.
Me habla de su trabajo, en una (lo dice con cierta guasa señalando mi despoblada cabeza) clínica de tratamientos capilares... le pregunto si tienen mucho éxito y ella contesta que más o menos, pero que los milagros tampoco existen...

Entonces le digo que yo creo en la magia, en la capacidad curativa de ciertos rituales... "si esto fuera un cuento de hadas -comienzo a hablar bajito- yo sería un personaje maldito, condenado a una irreversible calvicie... y tú la hechicera que rompería el encantamiento"
Ella se ríe... "¿y cómo podría hacer eso?", pregunta.
"En el 99% de los cuentos esas cosas se arreglan con un beso...", contesto mientras me acerco y le planto uno en la boca.
Ella responde vorazmente, alargándolo durante un par de minutos.

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Tras un buen rato mitad hablando, mitad enrollándonos (más de lo segundo), miro el reloj del bar (casi es medianoche) y ella me pregunta en qué pienso.
"Pues en que ojalá te hubiera conocido este pasado Agosto", respondo... "¿Cuando estabas sólo en casa?" -pregunta... yo asiento con la cabeza- "...pues sí, una verdadera pena"

Decido saltar al vacío (dando por supuesto que a ella también le apetece echar un polvo) y sin más miramientos pregunto si se le ocurre algún sitio donde pudiéramos ir... y ella (sin pestañear siquiera) sugiere que vayamos a su coche.

Un minuto después la cuenta está pagada y vamos (a paso ligero) camino de su Opel Astra.

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Ya en ruta ella sintoniza en la radio los 40 Principales, casualmente emiten un programa de temática sexual: un chico llama porque desconfía de su novia y se despacha a gusto... después la locutora lee un relato erótico poniendo especial énfasis en los gemidos y susurros.
"¿Esto lo tenías preparado eh? No mientas...", comento entre risas.


Me conduce al rincón más recóndito y resguardado del aparcamiento del estadio de fútbol, cerca hay otros tres coches sospechosamente estacionados... y otros tantos (los mirones o los indecisos) simplemente dando vueltas.

Vamos al asiento trasero, nos desnudamos y (amén de otras lindezas) follamos un par de veces... iluminados fugazmente (un efecto bastante porno, todo sea dicho) cada poco rato por fogonazos de luz procedentes de los faros de otros (indiscretos/dubitativos) vehículos "perdidos" por la zona.

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Después de vestirnos regresamos a la parte delantera, ella arranca, se enciende automáticamente la radio y en los 40 sigue llamando gente contando sus experiencias sexuales... ella agarra el teléfono y en plan de cachondeo sugiere que llamemos al programa para contar lo que acabamos de hacer... ¡pero de repente el móvil comienza a sonar!
"Joder, ¡mi padre!", exclama sin atender la llamada...
"Venga, cuéntaselo a él -retomo el cachondeo- ya sé que no será lo mismo pero..."


LUNES:

Vuelvo de un centro comercial de las afueras al que he acudido en busca de ofertas para pillar un ordenador portátil.
En el autobús de regreso a la civilización paso al lado del parking del estadio... miro a través de la ventanilla y observo el montículo (ahora desierto) donde me llevaron apenas unas horas antes.
"Creo que pillaré el Samsung de trescientos y pico euros", pienso...


martes, 11 de octubre de 2011

Violencia del Género Bobo

No quería irme a casa (era sábado y apenas medianoche) así que llamé a mi amigo Álvaro para ver dónde se encontraba.
Me dijo que acababa de cenar con la panda de amigos de su novia (todos ellos bastante muermos, según comentó) y estaban en un bar camino del centro...
...antes de decidir pasarme un rato a verlo ya me estaba rogando que lo hiciera. La suerte estaba echada.

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Álvaro no mentía, aquella gente con la que le habían juntado era muy poco animada, sin embargo al fondo de la barra vi una chica pelirroja que me llamó la atención al instante.
Hablaba con otro chico del grupo y por su gesto parecía estar aburriéndose soberanamente.

La novia de Álvaro echó mano de su cámara y animó a todos los presentes a posar para una foto grupal, me pidieron que la sacara y mientras instaba a la pandilla a arrimarse (ante el estrecho objetivo) observé como en una esquina el chico "pesado" intentaba colocar su brazo alrededor de la pelirroja... ella se revolvió, se desmarcó hábilmente y se puso en el extremo contrario dando un palmo de narices al muchacho.


Tras tirar la foto y devolver la cámara a su dueña me acerqué a la pelirroja.
Saludé (creo que diciéndole que me había fijado en que había sido la única que no gritó "¡patata!") pero ella no me prestaba atención, buscaba algo con la mirada... "perdona" -me dijo, indiferente- "ahora vuelvo ¿vale?"

Fue por un taburete y lo acercó hasta donde estábamos el resto del grupo, se sentó (resoplando) y ni me miró... tenía pinta de que ni me había escuchado o no tenía especial interés en conversar conmigo.
Insistí. Me acerqué nuevamente y le dije, sonriendo: "Vaya... tú, antes muerta que sin silla..."
Levantó la vista, me observó, sonrió... y dijo: "guardame el sitio, un segundo".
Entonces se levantó, fue por otro taburete, lo acercó poniéndolo junto al suyo y me invitó a tomar asiento.
"Esto marcha", pensé.

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La siguiente media hora la pasamos en animada charla y en un par de ocasiones me fijé (disimuladamente) en el chico que minutos antes había sufrido el "desaire" de la pelirroja... nos observaba desde la esquina contraria de la barra con cara de pocos amigos, sin perder detalle de mi acercamiento, al acecho...

El caso es que apenas tuve tiempo de nada, cuando nuestra conversación llegaba a su punto más amable y relajado la pandilla decidió levantar el campamento y dirigirse a un sitio (creo que la casa de nosequién) donde no estaba previsto que alguien como yo (ajeno al grupo) fuera... cuando Álvaro me comentó la situación acepté mi retirada con deportividad, pero lo realmente esperpéntico aconteció poco después, mientras me despedía de la pelirroja.

De repente se acercó a nuestro rincón el muchacho desdeñado, sin disimular su encabronamiento (ni sus evidentes síntomas de embriaguez), interrumpió nuestra conversación diciendo a la chica algo así como "que ya le valía la bobada... que iban a llegar tarde y estaban casi todos fuera muertos de frío esperando por ella... que tenían que irse YA"


Creo que la pelirroja me leyó la mente, porque justo cuando iba a decir al fulano que si tanta prisa tenía ahí estaba la puerta, etc... ella me agarró del brazo y me miró con un gesto de "haya paz"... y dijo al pesado que ya salía...
...él me miró desafiante y entonces (no lo pude evitar) delante de sus narices, a modo de despedida, pedí a la chica el teléfono.

Ella me dio su número sonriente, recreándose en la operación con deliciosa parsimonia... mientras tanto, el perro rabioso echaba espuma por la boca.

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Salieron por la puerta y antes de irme a casa pregunté a Álvaro qué era lo que pasaba entre esos dos... según me dijo, en la anterior cena que tuvieron el mes previo, a última hora de la noche se acabaron enrollando; hoy él quería repetir pero ella (bastante arrepentida de lo sucedido) no parecía estar por la labor...

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La semana siguiente llamé a la pelirroja, quedé con ella y nos liamos. Nos vimos dos o tres veces más a lo largo del mes, siempre de manera tan discreta como despreocupada.

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Cuando llegó la siguiente cena de su grupo de amigos fue ella quien me envió un sms a medianoche proponiendo que me acercara al bar donde estaban tomando la copita.
Cuando llegué al sitio me sorprendió bastante la decoración del bar (un montón de cosas repartidas en cada rincón: una silla de barbero, un saco de boxeo, una máquina de coser... colgadas del techo: maquetas de aviones, globos, un astronauta... o en las paredes: carteles de cine, posters de cómics, discos de vinilo...)... pero los realmente sorprendidos de mi aparición fueron los miembros de aquella sosa pandilla de amigos, sobre todo al ver que no me sentaba con Álvaro sino al lado de la pelirroja.


El iracundo fulano de la otra vez también estaba presente, me clavó su mirada (asesina) y para tener la fiesta en paz decidí no dar muestra alguna de familiaridad o intimidad con su pelirrojo objeto del deseo.

A la media hora ella me dijo que estaba muy cansada, que se piraba a casa... me ofrecí a acompañarla hasta el coche y ella aceptó.
Al levantarnos (juntos) y anunciar nuestra marcha observé cómo la mayoría se quedó boquiabierta, sin embargo el careto que jamás olvidaré fue el del pelele celoso... ojos inyectados en sangre, mordiéndose el labio inferior... ligera columna de humo amarillento alrededor de su cabeza...

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La acompañé cuatro calles abajo, nos dimos unos cuantos besos junto a su coche, nos despedimos y regresé al bar de antes donde me esperaban Álvaro y otro amigo descarriado que se dirigía para allá.

Ni por asomo pude imaginar el panorama que me esperaba en aquel local...
Entré por la puerta y el grupo se había dividido en dos:
- aquellos (probablemente curados de espanto) que continuaban de distendida tertulia ajenos al show...
- y quienes, perplejos, observaban al colérico fantoche (mi "amigo", el aprendiz de Otelo) liarse a puñetazos y patadas contra el saco que colgaba en una de las esquinas del local... apartado del resto, descargando su rabia.


Se percató de mi presencia y siguió con la mirada mi caminar por la sala (esta escena la recuerdo como a cámara lenta) hacia la mesa de mi amigo... no dijo nada, simplemente se volvió al saco y le propinó una patada lateral tan descontrolada que casi acaba de rebote con el trasero en el suelo.

Me senté al lado de Álvaro y encendí un cigarrillo.
"La que has liado...", me dijo, mientras nuestro querido Tyson se dejaba los nudillos en un par de directos al bajo vientre del saco.

Señalé la escena con la punta del cigarrillo... "Mejor al saco que a mí", respondí.


jueves, 6 de octubre de 2011

"Los Restos del Naufragio"

Mi viejo ordenador parece haber soltado su último suspiro...

Lo tengo desde hace 10 años y un mes, una torreta de esas que en invierno calientan la habitación como la mejor de las estufitas... de esos trastos que cuando enloquecen y empiezan a hacer ruidos extraños da la sensación de que en cualquier momento echarán a volar, rumbo a un planeta desconocido...

Pregunté a mi informático de cabecera acerca de los síntomas y su crudo diagnóstico me ha sonado a certificado de defunción... pero antes de que los expertos se decidan a acreditar el deceso, he pasado los últimos días extrayendo (con cuentagotas, apenas aguanta encendido unos renqueantes instantes) en varios pinchos USB el mayor número de datos y archivos posibles...

Yo no soy una persona especialmente nostálgica, pero enfrentarme a esta tarea ha supuesto una experiencia más dura de lo esperado.


En un principio pensé en guardar solamente aquellos documentos de importancia para el trabajo, estudios, etc... pero pobre de mí cuando abrí un par de carpetas almacenadas en "mis documentos", llenas de archivos recibidos, etc... una especie de registro desordenado de mi última década de vida... uf, ahí perdí el control y la selección se volvió frenética, pasando a ser cuestión de vida o muerte...

¿Por dónde empezar?

Mi Titanic se hundía y siguiendo el viejo aforismo decidí que las mujeres (en este caso no hay ningún niño) irían primero.

FOTOS DE CHICAS: las que conocí, las que besé, las que circunstancialmente me obsesionaron, las que jamás llegué a ver en persona, las que me tiré, las que pasaron de mí, las dos de las que me enamoré, las que (sin yo pedírselo) me enviaron imágenes de su cuerpo total o parcialmente desnudo, las impostoras...

VÍDEOS DE/CON CHICAS: celebraciones (aquella nochevieja, aquel santo), viajes (al pueblo o al extranjero), vacaciones (la "última" navidad, esa semana santa perfecta, el verano que jamás debió existir), fiestas (infames borracheras, descontrol y vergüenza ajena, siempre un cigarrillo entre los dedos), karaokes (con interpretaciones más dignas de lo previsto), la playa, confesiones ante la cámara...


CONVERSACIONES DEL MESSENGER: Ligoteos, confusiones, cortejos, cibersexo, secretos, revelaciones, peleas...

Montones de canciones, documentos o cosas intercambiadas que en su momento significaron algo importante... tantos y tantos "detalles".

Confieso que sudé una barbaridad hasta que no vi dentro del correspondiente pincho todas y cada una de esas reliquias.
Por suerte actualmente se encuentran a salvo.
Y es que de algunas de esas historias, si no conservara ciertas "pruebas", nadie las creería...


miércoles, 21 de septiembre de 2011

"Los Fantasmas atacan al Mequetrefe"

Reaparece en el messenger una chica con la que me acosté hace tres años en un pintoresco hotel de carretera.
Dedica unas pocas frases a preguntarme qué tal me ha ido todo este tiempo... pero no tarda en ir al grano y preguntarme si estaría dispuesto a repetir otra tarde con ella, regresar al lugar del crimen.

Me pone la cam, se conserva tal cual la recuerdo, quizás lleva el pelo un poco más corto... sonríe maliciosamente mientras teclea grandes éxitos de nuestro encuentro anterior: lo estrecha que era la ducha, el suelo tan frío, las quejas (por nuestro ruido) de los fulanos de la habitación contigua, el grito que ahogué cuando se me subió la bola al final de la sesión...


Mientras tanto recibo un e-mail de otra chica protestando porque "hace siglos que no doy señales de vida"...
...los minutos pares los dedico a la conversación del messenger (contestando con evasivas pero dejándome querer) y los impares a responder el correo electrónico mintiendo acerca de lo mucho que echo de menos la ensaladilla rusa que me preparó para cenar aquel par de veces que me quedé a dormir en su casa a finales de primavera...

Suena el teléfono.
No conozco el número que sale en la pantallita, contesto... al principio me cuesta reconocer la voz femenina que al otro lado del aparato (primero suave, después colérica) se despacha a gusto poniéndome a caer de un burro... "dijiste", "hiciste", "fuiste", "dejaste"...

Aguanto el chaparrón sin rebatirlo mientras busco por la habitación mi paquete de cigarrillos... "¿No crees que exageras un poquito?", intervengo, metiendo la mano en el bolsillo interior de mi americana gris... ¡premio!
Enciendo un pitillo y la bronca telefónica cesa bruscamente, no sé si me han colgado o si he pulsado (¿accidentalmente?) el botón equivocado...


Salgo a la terraza a fumar, me apoyo en la barandilla del balcón y observo el movimiento en la piscina de abajo... ruido de zambullidas, chapoteos, voces de niños, represiones maternales... y ella.
Sentada en el borde con los pies dentro del agua, apoyándose con las manos bien hacia atrás, estirada ante el sol... bañador estampado y tocada con un sombrerito de paja, me mira sonriente en lo que el cigarrillo se consume (sin apenas probarlo) entre mis dedos...

En el hilo musical que suena a través de la megafonía del recinto emiten un viejo éxito de Sinead O'Connor.
"Debo ir hasta allí como sea", susurro... pero ella se incorpora, sale de la piscina, me dice adiós con la mano... y se va.

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Una amiga me envía un sms contándome que a un pariente suyo (muy cercano) le han diagnosticado una grave enfermedad, está de bajón y me pide que vaya a hacerle un poco de compañía.
Camino de su casa me detengo en el supermercado, compro media docena de pastelitos y una botella de (creo) su marca favorita de Lambrusco... pulso el botón de su piso desde el portal y su voz me da la bienvenida en lo que se abre (con no poca dificultad) la pesada puerta de la calle.

El resto es todo confusión.

Doy un par de pasos dentro y nada en ese portal (que tantas veces he cruzado) me resulta familiar, no encuentro la puerta del ascensor, se va la luz y tardo dos interminables minutos en encontrar un interruptor en el descansillo...


Cuando se enciende la luz cesa mi desorientación, pero no puedo creer lo que estoy viendo, no... ¡es imposible!.
Esa escalera, esos azulejos... ¡es idéntico al portal de la casa de mi ex-novia!

Me acerco tembloroso a la esquina donde se encuentran los buzones, busco la confirmación a mis temores entre los nombres de los vecinos, pero no me da tiempo... se abre la puerta de la calle y entra mi ex-novia cargada con un par de bolsas.
Su cara de sorpresa rivaliza con la mía.

"¡Has vuelto!", susurra, soltando las bolsas... inconscientemente comienzo a recular...
"¿Pero qué haces aquí?", insiste, acercándose, no sabría decir si con cara de pocos o muchos amigos...
...quiero contestar, decir que no lo sé, pero no me salen las palabras... me limito a retroceder...
"Ha pasado mucho tiempo Rific", continúa... mi espalda finalmente toca la pared...
"Más de año y medio", alcanzo a murmurar, reducido a una triste sombra nerviosa...
Ella me agarra la cara con las manos y me besa despacio ambas mejillas... "Oye, no..." consigo pronunciar antes de que me bese en la boca.

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EPÍLOGO: Por suerte o por desgracia, los sueños (por muy delirantes que sean) suelen interrumpirse (o finalizar) bruscamente.
Éste que acabo de relatar (el cual amenizó mi subconsciente en la pasada madrugada) no constituye ninguna excepción a la citada regla.



jueves, 15 de septiembre de 2011

"EL TARRO DE LAS ESENCIAS" -Cuento Circular de Agosto, 3ª parte-

(...viene del post anterior)                    -pinche AQUÍ para verlo-

Sonrío al leer el sms y (no sé por qué) en ningún momento dudo de que la información en él aportada sea cierta... pero por más que lo intento no consigo recordar el nombre de la dueña de aquellos datos.

Aún así guardo en la agenda de mi móvil el número recibido (bajo el pseudónimo "Amiga de Nuria"), me ducho, agrego su contacto al messenger mientras devoro un helado de cheesecake y voy al cine de verano tal y como tenía previsto antes de que mi penúltimo viernes de agosto se convirtiera en una especie de episodio cutre de Melrose Place.

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Salgo del cine casi a la una de la madrugada y camino de casa envío un sms a "la amiga de Nuria", por si acaso...

Ella me llama, está con un par de amigos en una plaza cercana y me cita media hora después en el mismo bar barato donde veinticuatro horas antes montamos el numerito.
Su voz no suena especialmente entusiasmada ni presurosa... así que decido tomármelo con calma.


Aún así llego puntual al bar, bajo las escaleras y me siento en la misma esquina, mismo taburete... se me acerca una guapísima camarera (distinta a la de la víspera) y pido una jarra de cerveza.

La música es tan súmamente atroz que me pongo disimuladamente los cascos del MP4, busco algo altamente cañero para solapar lo que suena en el local y finalmente pulso play cuando llego a la carpeta "the downward spiral" de Nine Inch Nails...

Pasan diez minutos de la hora convenida, quince... y nada, la chica no aparece.

Mi retorcido cerebro (seguramente influenciado por las perversas melodías de Trent Reznor) da una especie de requiebro y de repente siento la tentación de llamar a Nuria, decirle que venga, que se dé prisa así cuando su amiga entre en el local nos sorprenderá comiéndonos la boca... "combate nulo", declararía el juez.

Pero la camarera interrumpe mis maquinaciones. "Quítate eso de las orejas hombre... si quieres que ponga alguna canción que te guste aprovecha para pedirmelo ahora que hay poca gente"

Me quito los cascos y ladeo la cabeza. "No es lo que piensas -miento- estaba oyendo las noticias, la situación en Libia está al rojo vivo... y además Nacho Polo parece ser que está rehaciendo su vida en Ibiza en compañía de un marinero lituano cuyo barco encalló este verano en Baleares, ¿no te parece maravilloso este mundo en el que vivimos?"
Ella sonríe.
"Aún así te haré caso -prosigo- ¿tienes algo de Calamaro? Y dime... lo de aprovechar que hay poca gente para hacerte peticiones... ¿sólo sirve para la música o es extensible a otras cuestiones?"


Hablamos cinco minutos más, ella se muestra amable y busca canciones del argentino en el ordenador del bar... no sé si irá con segundas pero acaba eligiendo "Loco".

Hace cuarenta minutos que la amiga de Nuria debería haber aparecido. Pido el correo electrónico a la camarera pero no me lo da. Acabo mi bebida y me voy a casa.

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El sábado a mediodía unos amigos me invitan a una fiesta, la primera botella se abrirá en casa de Jaime bien prontito, a las ocho...
...confirmo mi asistencia y cruzo los dedos para que no pase como la última vez, que fui con mi camiseta de The Libertines y muchos de los desconocidos presentes (al ver el careto de Pete Doherty estampado en mi pecho) me tomaron por el camello de la fiesta.


¡La de gente que me pidió (como mínimo) porros!... y yo apenas "equipado" con mi cajita de Smint sabor peppermint, repartiéndoles triangulitos mentolados... "prueba esto y luego me cuentas qué tal -les decía, con tono cómplice y susurrante-, y no te preocupes... son cortesía de la casa"

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La amiga de Nuria asoma por el messenger. Su nick es la frase de una canción con lo que sigo sin saber cómo cojones se llama...
Me saluda indiferente, como si no me hubiera dado plantón la noche anterior.
Le pregunto dónde se metió y me dice que por ahí con un amigo... también desliza que esta noche no puede salir, debe quedarse en casa con el crío.

El motor de mi mente calenturienta se arranca al grito de "¡acción!". La película que yo sólo acostumbro a montarme (antes de algunas citas suicidas) echa a rodar...


Le pregunto si le apetece quedar a primera hora de la tarde, para un café y tal... ella acepta e instantáneamente consulto mi reloj de pulsera, ya empiezo con mis extraños cálculos... ¿el objetivo?
Quedar pronto, hacer la "entrada express", llevármela a casa, follar y estar libre con tiempo de sobra para ducharme, vestirme, picar algo e ir a la fiesta en casa de Jaime.

"Me vendría mejor quedar prontito, sobre las cuatro o así... -le escribo- ¿qué te parece?"
Me dice que sí, a las cuatro en el parque al lado de su casa, junto a la estatua.

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Son las cuatro en punto y hace un calor asfixiante. Por suerte los árboles del parque dan buena sombra... y para variar allí no hay nadie.

Diez minutos después la llamo por teléfono pero no obtengo respuesta... cuando estoy a punto de irme ella me llama.
"¿Qué paaaaasa?", es su saludo.
"Pues que hemos quedado ahora a las cuatro en el parque ¿no? Te llamaba porque no aparecías", contesto.
"Sí, espeeeeeera que ya vooooooy..." -añade- "que le preparo un bocadillo a mi hijo y voy para allá"
"¿Estás todavía en casa pues?", yo alucino.
"Síii, ahora voooy, espera un poco chacho, no tardo"
"¿Cuánto es un poco? -insisto en lo que empiezo a encabronarme, por no hablar de ese "chacho" que me llega al alma...- ¿Tu casa queda lejos de esta estatua?"
"Cinco minuuuutos, que ya vooooy"
Colgamos.


Considero seriamente la posibilidad de irme a casa, pero las ganas de poner en marcha mi perverso (y ansioso) plan se imponen al fastidio reinante.
Me quedo mirando la estatua del parque, extiendo los brazos en señal de resignación: "No me mires así -exclamo- tú harías lo mismo"

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Por fin aparece, a las cuatro y veintítrés.
Camiseta de tirantes ajustada marcapezones dejando a la vista el ombligo, pantalón largo de chandal, chanclas plateadas... hola, dos besos y nos vamos al bar más cercano.

Le pregunto por su "espantá" de la noche anterior, pone cara misteriosa así que le pregunto directamente si me dejó plantado para irse con alguno de sus amigos... ella asiente, y confiesa que ha llegado a casa a las 10 de la mañana.
"Y aparte del de ayer... ¿Tienes muchos otros amigos con derechos?", pregunto...
"Algunos", contesta...
"¿Y hay sitio para uno más? -sugiero mientras poso mi mano en su rodilla, el ataque express ha comenzado- "en ese caso yo me ofrezco voluntario..."
"Siempre hay sitio", dice sonriente...
...estoy a punto de acercarme a besarla pero se lleva las manos a la barriga. "¿Dónde está el servicio aquí?", me pregunta.

Antes de que pueda decirle que es la puerta del fondo detrás de la barra, ella levanta la vista hacia el camarero y a viva voz exclama: "oyeeee, ¿ónde está el váter?"
Durante su ausencia me entran ganas (por segunda vez en apenas media hora) de salir por patas... de hecho me acerco a pagar la cuenta y me hago la solemne promesa de dejarla ahí tirada en caso de que tarde un par de minutos más en volver... la cuenta atrás alcanza los números rojos pero finalmente regresa, sobre la bocina.

Se sienta a mi lado con cara descompuesta. "¿Te encuentras bien?", pregunto.
" -responde con desgana, sin mirarme a la cara- es que m'abía entrao un poco de diarrea... pero ya paece que se m'a pasao"


¿Por qué no me fui cuando tuve la ocasión?
Los siguientes diez minutos reculo en mi asiento, guardo la distancia y mantengo el peso de un simulacro de conversación, haciendo tiempo antes de nuestra inminente despedida.

Saliendo del bar ella se rasca con fuerza el brazo, aparta la mano y descubre en su piel un punto rojo bastante machacado... "¿Te ha picado algún bicho?", pregunto.
"¡Qué va! -contesta- son espinillas que me salen... y las reviento..."

Volvemos al parque y nos despedimos. Dos besos.

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Caminando hacia mi casa pienso en el desagradable aroma que despedía la amiga de Nuria en el momento en que me acerqué para plantarle los dos besos finales en las mejillas... un olor con el que ya me había cruzado antes, varios veranos atrás... merendando con cierta chica vestida de blanco, en el Rosco King...