domingo, 30 de enero de 2011

Noche de Estreno ("des-ciber-gamiento")

Mi amiga Rebeca (que vive en una ciudad a orillas del Cantábrico) acababa de poner Internet en su casa, se abrió una cuenta de correo electrónico y buscó recuperar contacto con los viejos amigos del veraneo que durante el resto del año no veía, por vivir éstos en ciudades del interior...
...fue así como una tarde de enero igual a esta, hace unos pocos años, el nick de Rebeca asomó en la esquina superior izquierda de mi pantalla invitándome a agregarla al messenger de hotmail.

Mi primera reacción fue de sorpresa ya que ella y yo nunca habíamos sido demasiado colegas.
No se podía negar que habíamos compartido muchas juergas, borracheras y amaneceres dentro del amplio grupo que llegó a juntarse aquella época... pero por lo que yo recordaba cada uno solía sentarse en rincones opuestos durante los botelleos: ni a ella le gustaban (especialmente) mis chistes, ni a mi el rollo pijín que habitualmente se traía entre manos.
Aún así acepté la invitación.


Con el paso de los días, Rebeca se convirtió en una especie de fanática de Internet... y yo en algo así como su conejillo de Indias.
Cada vez que añadía a su messenger un nuevo complemento solía estrenarlo conmigo: emoticonos realistas, musiquitas, animaciones, la webcam, el micro, etc...

A pesar de ello (y al igual que en la vida real) nuestras conversaciones a través del msn no eran más que breves intercambios de frases de cortesía, tan educadas como (casi) impersonales.

Sin embargo unos meses después, tras un par de semanas sin dar señales de vida, Rebeca irrumpió en el ciberespacio más alterada de lo habitual... y extrañamente contenta.
Me saludó con un extenso "Holaaaa!!!!!" acompañado de varias caritas sonrientes y (como hacía siempre) envió la invitación para mantener una videollamada.

La imagen de su cam tardó en cargarse pero finalmente pude verla... encendió un cigarrillo y tras colocar bien el micro comenzó a explicarme las razones por las que estaba tan contenta.

"Estos días he estado de médicos -comenzó- pero no te preocupes eh, que no tengo nada malo... ha sido por algo que llevaba tiempo queriendo hacer".
Entonces empezó a contarme que ella siempre había estado un pelín acomplejada por tener poco pecho... -según mi opinión, si bien era cierto que Rebeca no lo tenía grande, no podía decirse que fuera una tabla (como ella aseguraba), a mi modo de ver los tenía bonitos y proporcionados- y que tras haberle dado muchas vueltas últimamente al asunto, pues que se las había operado.

"¡Vaya!" –tecleé- "¿y has quedado satisfecha con el resultado?"
"¡Muuuuucho! –chilló al micrófono- ¡Justo como yo quería! Pero juzga tú mismo a ver qué te parecen... ya me las has visto en la playa alguna vez así que hay confianza...

Entonces se quitó la camiseta quedando desnuda de cintura para arriba, dejando a la vista dos preciosas tetitas con sendas vendas pequeñas en las bases... se giró orgullosa mostrando la mercancía, de frente y de perfil... a la vez que me explicaba en qué había consistido la operación y cuánto volumen había ganado, etc... pero yo no podía escuchar nada, mis cinco sentidos estaban concentrados en la inesperada visión de sus preciosas tetas retocadas.


La mueca de mi cara (sonrisa boquiabierta alelada) debió de ser antológica.

Más tarde me dio por pensar si Rebeca habría hecho "lo mismo" al resto de amigos de la playa... si es que acaso conmigo (como ella misma dijo) "había confianza", o si tan sólo tuve el privilegio de presenciar el estreno mundial de una película que más tarde sería proyectada a sus otros contactos del messenger...

El caso es que (por supuesto) nunca más volvió a enseñármelas... y creo que aquel momento sigue siendo lo más cerca que he estado del cibersexo con webcam.


miércoles, 26 de enero de 2011

"Ehm perdona, eso que tienes en la mano es mi teta izquierda"

No la conocía en persona, pero me dieron su número y probé suerte.
La medianoche del viernes mandé un sms por si andaba cerca de la zona y le apetecía quedar, no obtuve respuesta y me fui a casa... a la mañana siguiente una luz parpadeaba en mi móvil indicando un mensaje recibido a las 4 AM: "Akbo de ver tu sms…..stas despierto???"

El sábado repetí intentona nocturna pero nada: "Jooooo ya lo siento nene ando en el pueblo", fue su respuesta.
Sin embargo, a primera hora de la tarde del domingo fue ella quien contraatacó con un sugerente mensaje: "Esta noche podría escaparme, ¿te apetece? Además, hoy tengo coche..."

Le envié mis coordenadas y a las 22:50 me escribió: "Ya voy para alli, te recojo en la parada del bus q puedo parar mejor ok??tngo un 307 gris plata"
Bajé y cinco minutos después el vehículo descrito aparcó ante mis narices, su dueña abrió la puerta del copiloto desde dentro diciendo "¿Rific?"... y yo asentí con la cabeza contestando "¡Hola Mónica!"


Los domingos por la noche en mi ciudad son un asco, no se sale, apenas hay nada abierto... ella me pregunta dónde me apetece ir y yo confieso no saber qué bares estarían disponibles ni hasta qué hora... ella propone un par de sitios de los que jamás he oído hablar, saliéndose del término municipal... ni siquiera considero el hecho de que una completa desconocida me esté sacando de la ciudad, pisando (además) el acelerador con ganas... me limito a aceptar la sugerencia y que sea lo que Dios quiera.

De camino me cuenta algo acerca de un cigarrillo electrónico que ha comprado a su madre a ver si deja de fumar, yo comento que lo dejé hace unos meses y ella se pone solemne para decirme que antes ("por culpa del macarra de su exnovio") fumaba mucho, sobre todo canutos... pero que ya hace tiempo que no prueba el polen, ni una rayita siquiera... así que nada, sabiendo que he quedado con la ex de Sid Vicius la cosa se pone de lo más "interesante".

Después de atravesar un sórdido polígono industrial llegamos a un bar con un letrero tan enorme y luminoso que si en vez de rezar "Karaoke" pusiera "Puticlub" no pasaría menos desapercibido.
"Los domingos abre hasta las cinco" -me dice según entramos- "pero hay poca gente, sólo vienen los que ensayan para concursos y demás...
Y sí, pedimos un par de cervezas mientras sobre el escenario se van turnando cuatro chavalines con espíritu triunfito repasando de manera vociferante éxitos de ayer y hoy, con tanto ímpetu como poco criterio.


Mónica se dirige estratégicamente hacia un taburete apartado en una esquina, yo tomo asiento a su lado.
"Gloria" de Umberto Tozzi, es masacrada sin piedad.

Hablamos de sus seis tatuajes, me enseña cuatro de ellos, chocamos los botellines brindando entrelazando los brazos.
"Pues no tenía pensado quedar hoy contigo, que lo sepas... pero Eduardo (el chico que me pasó su número) ha insistido en que nos viéramos –dice, fingiendo resignación- además que menudo tío Edu, antes estando con él me ha quitado el bolso para darle un repaso..."
"¿Un repaso?" –pregunto- "¿Y eso por qué?" (paso de decirle que apenas conozco a Edu, que es más bien el amigo de un amigo de un amigo...)
Mónica abre la cremallera de su bolso y mete el brazo hasta el fondo, sacando dos condones de funda plateada: "para meterme esto, el muy capullo... vio que no tenía y quiso asegurarse, jaja"
Un plano fijo de mi cara en este momento serviría para ilustrar el videoclip de la siguiente canción perpetrada en el karaoke.

"Poker Face" de Lady Ga Ga, con una interpretación "creativa" de su letra por parte de dos presuntas ex-alumnas de Home English.


Agarra inquieta su móvil y me enseña las fotos del finde, en el noventa por ciento sale ella en primer plano con gesto pícaro, sacando la lengua junto a sus amigos y amigas... en muchas chocando las lenguas con ellos.
"¿Hoy nos haremos alguna foto de ese estilo?", pregunto.
"Si no te importa salir mañana en el Tuenti...", contesta.
"Pero antes de hacer ninguna deberíamos ensayar la pose" -sugiero, acercándome- "...a ver cómo sacas esa lengua"
Ella sonríe pero obedece, yo asomo la mía y chocan... Mónica la muerde introduciéndola entera en su boca.

"Alma de Blues" de Presuntos Implicados es canturreada de fondo (con desgana) por la esposa del dueño del karaoke.

Pedimos otra ronda. Me da la espalda y se levanta despacio la camiseta por detrás, dejando a la vista los dos tatuajes que permanecían inexplorados, situados sobre el trasero... paso los dedos por encima y le agarro el borde de las bragas blancas con ¿ositos?.

De repente entran en el local cuatro jóvenes parejas de aspecto chungo, montando cierto revuelo.
"No les mires –me dice- con uno de ellos tuve movida hace un par de semanas, se puso chulito conmigo..."
Después prosiguió con otras Hazañas Bélicas contándome cómo el finde anterior se pegó con una chica en "La Dalia", un pub de la zona... "se quitó el zapato la tía, iba a darme con el tacón, pero le solté una hostia que se cayó de culo"

Los chavalines concluyen su particular versión del tema principal de "La Bella y la Bestia", abandonan el escenario y los recién llegados se apoderan de él... la más escandalosa de todas acerca su taburete al micro y ataca un tema de Pastora Soler.

"¿Nos vamos?", dijimos a la vez... cinco minutos después nos encontramos en el 307 plateado combatiendo el frío polar, enrollándonos... hasta que de repente se pone rígida y me suelta la siguiente frase: "ehm perdona, eso que tienes en la mano es mi teta izquierda".
Pienso que está de coña así que tocándole la otra digo: "y ésta la derecha, ¿no?"


Pero lo siguiente que hace es resoplar y apartarme la mano de su pecho. "¿Dónde vamos ahora?", pregunta con el gesto torcido.
Le comento que no quiero ir a más bares, estoy a punto de proponerle algo subido de tono pero caigo en la cuenta de que estamos aparcados en el quinto coño (con cinco grados bajo cero de temperatura) y no debo arriesgarme a que se moleste y decida dejarme allí tirado...
...como no pronuncio palabra en los diez segundos siguientes ella arranca y enfila la ciudad.

En el viaje de vuelta me pregunta si lo he pasado bien y qué idea tenía antes de quedar con ella, qué pretensiones... si me había imaginado alguna cosa... (ejem)

Admito haberlo pasado bien (no miento), confieso no haberme hecho ninguna paja mental previa al encuentro (miento un poquito) y remato comentando que me voy a casa con cierto calentón (la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad).

Ella me reconoce que también va algo cachonda pero que prefiere quedarse con la calentura, que está un poco harta de ir de cama en cama y ha decidido tomarse las cosas de otra manera.

No sé qué pensar, si estoy siendo testigo de excepción de una Epifanía a través de la cual la Zorra Poligonera se transforma en la nueva Madre Teresa... o si simplemente he tenido la mala suerte de quedar con ella en el finde equivocado.
"En fin, como sea... -comento - los propósitos de año nuevo están para algo... no te culpo"


Una señal en la autovía anuncia una próxima salida hacia el estadio (cuyo discreto parking es habitual escenario de frenéticos folleteos a las cuatro ruedas) y no puedo evitar hacer una última intentona diciendo: "...pero si cambias de opinión durante los siguientes 500 metros y te metes por el carril que por entonces se nos abrirá a la derecha, ¡por mi encantado!"

Ahora se ríe de manera relajada, pero ni amaga con variar la ruta. "Ahora mismo buscamos cosas diferentes", sentencia.


------------


"Cosas diferentes", pensaba yo según nos acercábamos a las coordenadas iniciales donde finalmente me dejaría (a pesar de todo) sano y salvo.

Aún así Mónica saca tiempo para desconcertarme (todavía) un poco más con frases tan enigmáticas como: "¿te han dicho alguna vez que besas muy bien?"... o la absolutamente genial para despedirnos (antes de cerrar la puerta de su 307 plateado) "por si te interesara, mañana volveré a tener el coche".


------------


Ayer lunes tuve un día de lo más ocupado y apenas saqué tiempo para pensar en los posibles sentidos de aquella frase final... eso sí, mi espíritu aventurero había sufrido una merma considerable en las últimas veinticuatro horas y las ganas de repetir brillaban por su ausencia.

A las 21:24 horas recibo el siguiente sms de Mónica: "Q tal stas desaparecido??jajaja"
"Acabo de llegar del curro, algo cansado...¿has cambiado de opinión y quieres coger la desviación al estadio?", contesto.
"Al stadio???jajaja no se q decirte...", me escribe.

Odio intercambiar mensajitos cada cinco minutos así que pongo fin al "chat" enviando: "Bueno, pues entonces para cuando el equipo suba a Primera quizás... pasa buena noche (icono sonriente con gafas de sol)"


------------


Hoy martes, a través del messenger, me ha dicho que fue una pena no haber quedado ayer lunes, que le hubiera gustado repetir... pero también ha reconocido que ni de coña hubiéramos follado, que ahora ha decidido ir poco a poco.

Guardé un breve silencio mientras pensaba en cómo plantearle el asunto de modo "diplomático": mis nulas ganas de mantener una relación (lenta o fugaz) con ella, que mi (único) interés sexual hacia ella nació el pasado domingo tras verme metido en faena... y murió en el preciso instante en que acabó la cita, que de paso hiciera el favor de no hablar sobre mi en el tuenti...

"¿Hola?", escribió en la ventanita de conversación. Yo no acabo de encontrar las palabras adecuadas...

"¿Estás ahí?", insiste. Me gustaría poder decirle que pase lo que pase, no estoy aquí...

Diez minutos después aparece como "no conectada".


Supongo que se fue... poco a poco.

jueves, 20 de enero de 2011

Hasta la Vista... Baby

Vi por primera vez a Elizabeth aproximadamente hace un par de años, en primavera.
Fue en la famosa fiesta que tuvo lugar en casa de Saúl y ella era la única desconocida dentro del grupo: vino acompañando a Ernesto, ambos se habían conocido un mes antes en unas oposiciones en Madrid... ella era de la otra punta del país y había encontrado trabajo en mi hostil ciudad, no conocía a nadie salvo a Ernesto y él se había ofrecido a "presentarle gente".

Aquella noche yo había recibido una noticia curiosa/traumática y me estaba poniendo morado a gin-tonics para digerirla, apartado en una solitaria esquina de la casa... pero por desgracia mis amigos no son precisamente un prodigio de hospitalidad así que cuando reparé en la pobre Elizabeth descolgada (mirando el reloj más de la cuenta) sin nadie que le hiciera caso, me acerqué a hablar un poco con ella.
De dicha conversación apenas recuerdo cuatro cosas, pero nos caímos muy bien desde el principio: compartíamos exóticos gustos musicales, marca de cigarrillos...
...ambos teníamos pareja y juraría que no hubo nada de tonteo.

El caso es que de todos los asistentes a la fiesta (más de veinte) Elizabeth sólo recolectó mi teléfono... y no tardó en usarlo.


Solíamos quedar cada diez o quince días aproximadamente, nunca en fines de semana (ella prefería quedarse en casa hablando por skype con su novio), por las tardes cuando yo salía de currar.
Tomábamos cantidades industriales de cerveza negra y entre pinta y pinta (los ceniceros a rebosar) manteníamos conversaciones maratonianas en las que nos contábamos absolutamente todo... nos abríamos el uno al otro de un modo crudo, haciéndonos confidencias que probablemente ocultaríamos a otros amigos aparentemente más íntimos.

Por aquel entonces vino a mi ciudad un conferenciante que ella adoraba pero las invitaciones para verlo estaban agotadas... me convertí durante un tiempo en "su héroe" al llevarla a aquella sala en la que no cabía un alfiler y colarnos dentro aprovechando un despiste de los guardias de la puerta.

Nuestra amistad era (para mi sorpresa) de lo más "sana". En verano vino alguna vez a mi casa a cenar, ver pelis o tomar algo y ninguno de los dos amagó con dar un paso en falso... de hecho uno de los findes estivales planeamos hacer juntos una excursión a cierta playa del norte, y el hecho de que fuera nudista no nos tiró para atrás.


Al final de aquel verano mi relación de pareja se terminó y aún así seguí viéndome con Elizabeth los meses siguientes sin alimentar perversas intenciones... pero el verano siguiente sucedió algo que lo cambiaría todo.

Hacía dos meses que no quedábamos y en una de nuestras tardes de cerveza negra ella me contó que lo había dejado con su novio, poniéndose la situación muy muy sentimental.
Nunca olvidaré ese momento en el que estando ambos un pelín borrachos y tristones (también se repasó mi anterior ruptura encontrando no pocas coincidencias), nuestros ojos se iluminaron de una manera particular... le pregunté si quería tomar otra, o que fuéramos a otro bar... y ella, mirándome con gesto melancólico, tragó saliva y mordiéndose el labio susurró: "lo mejor es que me vaya a casa".

Algo que hasta la fecha nunca había hecho acto de presencia en nuestras citas se manifestó por primera vez de manera brusca y abrumadora: la tensión sexual.


Supongo que ella deseó evitar tentaciones prematuras, pues seguía (más o menos) en contacto casi diario con su ex... el caso es que desde aquella tarde/noche nuestros encuentros pasaron a espaciarse más de lo habitual, siempre en sitios públicos y en lo que yo (irónicamente) llamo "horario infantil".

La única excepción a ese esquema tuvo lugar casi en navidad, antes de que ella viajase a su tierra por vacaciones... quedamos una tarde y volvimos a sentirnos tan a gusto como al principio, pero a la cuarta bebida empezamos a tocarnos un poco más de lo normal.

Nos acariciábamos mientras charlábamos y algunas de las frases acababan en abrazos o algún beso en las mejillas... como dos boxeadores tanteándose. Pero cuando la cosa se puso seria y más o menos quedaba claro cuál sería el siguiente paso, ella agachó la cabeza y buscó su móvil en el bolso...
La secuencia de excusas posteriores que Elizabeth esgrimió desembocaron en que cada uno pusiera rumbo a su casa cinco minutos después... muá muá, hasta la próxima, ya te llamaré, etc.

Estuvo cerca.

Tres citas intrascendentes después, volvimos a vernos las caras un sábado a primera hora de la noche en un bar junto a mi casa.
Ella comenzó hablándome de un hombre con el que había salido un par de veces el mes anterior, un relativo desastre... a ella de entrada le gustó pero luego en faena lo vio muy paradillo.
Elizabeth le envió todas las señales posibles para que se liase con ella ("Le dije que fuéramos a mi casa Rific, y me dijo que mejor no... ¿te lo puedes creer?") pero no hubo suerte... incluso ella tuvo que lanzarse a su cuello para besarle, pero no obtuvo la respuesta "apasionada" esperada... "qué mal besaba por Dios, te juro que llegué a pensar que a pesar de sus cuarenta y tantos aquel fulano era virgen"
Pedí otras dos cervezas.


"Y todo sucedió aquí mismo, en este bar, uff..." –confesó- "qué mal me ha tratado esta ciudad en lo que a hombres se refiere estos dos años... sólo he conectado contigo"
"¿En este bar?" –comenté- "pues no debo dejar que te lleves mal recuerdo ni del bar, ni de la ciudad, ni de los hombres de la zona... vamos a ponerle remedio ahora mismo"

Ella preguntó cómo tenía pensado hacer semejante cosa... le contesté que besándola ahí mismo, como no supo hacerlo el capullo con quien salió, reparando tal afrenta... ella abrió los ojos a tope y empezó a reírse nerviosamente.

"¿Preparada?", dije pasando la mano por su espalda.
"Vale pero...", Elizabeth no pudo decir más, el beso anunciado despegó y había alcanzado su objetivo.

No fue excesivamente largo y después no le siguieron más, ella se plantó.
"Uno sólo eh, no más...", concluyó sonriendo, evitando mi mirada... yo no insistí en repetir.

Después de la caña nuevamente cada uno para su casa, pero en la despedida me susurró al oído: "perdóname Rific, otro día más"... y me guiñó un ojo mientras se alejaba.

- - - - - - - - - -

A finales de Noviembre, tomando un café me anunció que tenía pensado dejar su actual trabajo y regresar en breve (finales de diciembre) a su añorada ciudad, definitivamente, para vivir... quedamos en que antes de su marcha nos despediríamos cenando, saliendo de copas o algo similar. Una fiesta.
Mientras lo "planeábamos" noté en sus ojos el mismo brillo confuso de la primera vez en que la carga sexual hizo acto de presencia... camino de mi casa resolví no dejar pasar la última próxima cita de despedida, ese día iría por todas e intentaría acostarme con ella, a modo de "traca final".

Además tenía la sensación de que jamás volvería a verla, lo cual me animaba en dicha temeridad...

Debió de olérselo, pues el mes de diciembre pasó y Elizabeth no dio señales de vida.
Hace dos días me llamó por teléfono desde su nueva casa en la otra punta de España disculpándose por haberse marchado de mi ciudad sin haberse despedido, que lo había sentido mucho pero la mudanza, trámites, papeleos, bla bla bla...


Me gustaría pensar que ante nuestra cita de despedida, a Elizabeth le hubiesen temblado las rodillas, hubiera sentido miedo a dejarse llevar y caer a última hora en la tentación...
...pero puede que sea tan sencillo como que a fin de cuentas, yo le haya importado un bledo.

jueves, 13 de enero de 2011

El Cementerio de los Libros Olvidados... (del Carrefour)

Las pasadas navidades hice un modesto regalo a la chica con la que más veces me acosté a lo largo de 2010... algo tan poco comprometido (o comprometedor) como una sencilla edición de bolsillo de "La Sombra del Viento" de Carlos Ruiz Zafón.

Junto al envoltorio añadí una nota manuscrita recomendando su lectura y ella debió de tomárselo como una especie de orden, ya que tan sólo un día después (a las dos de la madrugada) recibí de su parte el siguiente sms: "Ha pasad una cosa extraña con las páginas dl libro.. Spero q conservs el tiket 1 bso"


"Vaya por Dios" –pensé- "esto me pasa por comprar libros en el Carrefour..."

Supuse que al igual que había visto en otras ocasiones, alguna página del libro estaría mal impresa, borrosa o apenas legible por quedarse cortos de tinta... pero no, no era nada de eso.
Al día siguiente quedamos para ir juntos al centro comercial e intentar descambiarlo, de camino me lo explicó todo...

Mal día para ir: "Jornada Internacional de la Insatisfacción"... y es que cada temporada navideña da la sensación de que el día con más gente (y alboroto) en tiendas y comercios es precisamente el último de todos... y no porque el afán consumista alcance su apoteosis final, que va... ¡es por el apelotonamiento de gente insatisfecha con sus regalos pretendiendo cambiarlos o devolverlos!

Tras conseguir hueco en la zona de "Atención al Cliente" comenté a la chica del mostrador que quería descambiar un libro.
Me miró con cara de asombro y me soltó un violento: "¡los libros no se descambian!"
Apreté los dientes, guardé la compostura y sonriendo contesté: "este sí... déjeme explicarle"

Fue ahí cuando le conté que en el ejemplar de "La Sombra del Viento" que tenía entre manos, llegando a su página 200 te llevas la tremenda sorpresa de que en vez de pasar a la 201, pues no... la siguiente hoja es la 341, con cambio de trama incluido... y cuarenta páginas más tarde retoma el camino de la 201... a partir de ahí un desorden equivalente al de aquellas (magníficas) novelas juveniles de "Elige tu propia aventura", pero sin pistas ni opciones para seguir la trama.
"Así que como puede ver" –miré fijamente a los ojos de la chica- "este libro está mal"


Cortocircuito. Tardó unos cuantos segundos en reaccionar telefoneando a otro departamento para acabar diciéndome: "pueden acudir a la sección de cultura, allí alguien de seguridad les acompañará para que descambien el libro"

Aquellas palabras resonaban en mi cabeza mientras avanzábamos por el largo pasillo del centro comercial.
"Sección de Cultura en el Carrefour" –me repetía- "y donde tienen la ropa apilada será... ¿la sección de moda?"

Después nos dirigimos hacia la chica uniformada de la entrada comentándole las instrucciones procedentes de "Atención al cliente"... pero lo único que la segurata alcanzó a decir fue el ya famoso "¡los libros no se descambian!" (una frase aparentemente nacida para ser pronunciada en tono agresivo).
"¡Que no mujer!" –respondí histriónicamente risueño- "que nos han dicho que nos acompañes a la esquina literaria, al lado de los cedés y deuvedés... y allí lo cambiamos por otro"

Ella pasa olímpicamente de nosotros y se pone a hablar al cuello de su camisa (donde tiene un pinganillo), a continuación saca un impreso donde rellena los datos del libro en cuestión, números de referencia, solicita mi ticket de compra... y nos pide que esperemos (ella no puede abandonar su puesto en la puerta) a que un compañero de seguridad llegue para acompañarnos a la conspicua Sección de Cultura.

"¡Qué bien!" –digo en voz alta a mi amiga- "¿a que nunca antes en ninguna parte te había acompañado alguien de seguridad a descambiar un libro? Jo, ¡qué suerte tenemos! Ya verás cuando lo cuentes en casa qué envidia..."


Y un armario ropero llamado Jorge (según rezaba su placa) nos escoltó hasta el Faro de Sabiduría del Carrefour.
Allí nos recibió otra dependienta nuevamente a la voz de "¡los libros no se descambian!" así que... hubo que explicarle la rareza del ejemplar en cuestión y tras revisar (casi hoja por hoja) las tres sombras del viento disponibles en el estante, les dejamos allí el defectuoso... abandonando minutos después (debidamente escoltados por Jorge, vigilando seguramente que no nos llevásemos "por accidente" el nuevo tocho de Ken Follet) el recinto con una copia buena bajo el brazo.

Ya en la calle pregunté a mi amiga por sus planes para el fin de semana, por si el sábado noche quería quedar conmigo, etc...
"No empieces Rific, que te veo venir y "eso" ya lo tenemos más que hablado...” -me echó una mirada de reproche y señalando el regalo descambiado añadió- "además, de aquí al domingo todavía estaré ocupada leyendo tu libro, ¡me tiene muy enganchada!"

"Jamás volveré a regalar a chicas buenos libros de más de quinientas páginas" –contesté- "os distraen y alejan demasiado tiempo de mi"

sábado, 8 de enero de 2011

Viaje con Nosotros... ("Rific Tours")

Puede que sea el destino... o algo mucho más sencillo que todo eso: recibir mi merecido.
Hubo un año (no muy lejano) en el que no tuve más remedio que acabar bromeando al respecto de cierta circunstancia que me persiguió (de manera obstinadamente consecutiva) a lo largo de varios meses.

Todo empezó aquel verano en el que conocí a una chica, me gustó, congeniamos, mantuvimos algunas relaciones pero... al final de la estación ella (ya lo tenía organizado antes de conocernos) se marchó a Australia.

Al comienzo de la siguiente primavera conocí a otra que (más o menos) me gustó, congeniamos, apenas mantuvimos relaciones (algo se hizo) pero... al comienzo del verano ella (había firmado el contrato una semana antes de conocernos) se marchó a Mexico.

Tan sólo un mes después tuve la gran suerte de conocer a cierta chica que me gustó bastante, congeniamos, hicimos algún que otro plan pero... al final del verano recibió una oferta irrechazable y se marchó al norte de Europa.



Como una maldición: aquellas a quienes echaba el ojo inevitablemente ponían tierra (mar y aire) de por medio.
Fue entonces cuando se me ocurrió el chiste de que debería montar una Agencia de Viajes, publicitada bajo el siguiente slogan: "enrédate conmigo y te aseguro un largo y lucrativo viaje".

Esta semana me ha dado por recordar todo aquello.
Hace poco más de dos meses una chica entró (¿regresó?) en mi vida provocando una pequeña revolución, alterando deliciosamente mi rutina, influyendo positivamente en ella... hasta el punto de sorprenderme a mi mismo estando extrañamente pendiente de sus gestos, palabras o movimientos... y echándola de menos durante sus habituales e imprevistas ausencias.

Congeniamos, no hicimos ningún plan pero... a finales de 2010 ella también cruzó el charco hacia pastos más verdes.

Así que señoritas, si son tan amables abróchense los cinturones, apaguen sus dispositivos electrónicos y pongan sus asientos en posición vertical... la Agencia vuelve a estar abierta.


lunes, 3 de enero de 2011

Cero en Nostalgia (Antiguos alumnos)

Fue en junio de 1991 cuando acabé la EGB.
Aquel verano supuso dejar atrás no sólo el colegio sino también a aquellos compañeros con los que había compartido tantos años (y batallitas) de Educación General Básica en la misma clase... ese septiembre empecé el BUP en un instituto bastante alejado del antiguo barrio y no coincidí más con la gente del cole.

En los años siguientes me los encontré contadas veces en bares o por la calle, pero no pasábamos del simple saludo o breves charlas intrascendentes.
Sin embargo recuerdo que una de las chicas, Alicia, cada vez que nos veíamos siempre concluía con la misma coletilla: "jo, a ver si nos juntamos todos algún día otra vez, para una cena o algo..."

Pues bien, sorprendentemente hace cosa de un mes los padres de Alicia llamaron (imagino que desempolvando una agenda sin usar durante décadas) a casa de mis padres para, de parte de su hija, tratar de localizarme... conseguir mi número, etc.
Cuando mi madre me lo contó me eché a temblar.
"Esto huele a facebook que tira para atrás", comenté... también supuse que la niña iría detrás de su tan ansiada cena.


¡Premio! Dos días después me llamó al móvil confirmando todas mis sospechas: un día trasteando en facebook localizó "por casualidad" a Mari Cruz (otra compañera), ella a su vez tenía agregados también a otros cuantos así que se pusieron de acuerdo (cada una por su lado) para tratar de encontrar a toda la gente y poder juntarnos para una... ¡cena!
(creo que Alicia comenzó a organizarla en el preciso instante en que nos dieron las notas finales veinte años atrás)

"Patricio ahora vive en Barcelona" -me dice- "pero en navidades estará por allí, yo vivo en Madrid pero bueno, puedo acercarme un finde para la cena" -insiste- "estos días hemos localizado a Vanessa, a Manuel... y yo dije a Mari Cruz que me encargaría de encontraros a Sara y a ti, que sois de los pocos que nos faltan"

"A Sara y a ti"... esa frase resonó en mi cabeza como un cañonazo.
Los últimos tres años de EGB Sara y yo ante los ojos del microcosmos del colegio fuimos algo parecido a "novios" (tanto como lo pueden ser unos niños de 10 a 13 años de edad), esto es: había semanas en que éramos inseparables, otras en los que infantilmente pasábamos el uno de la otra y viceversa... algún besito que otro en extrañas circunstancias, una incipiente e "inexplicable" atracción física mutua, y mucha mucha vergüenza...

"A Sara y a ti"... no puedo evitar sonreir mientras pienso que tanto tiempo después los demás nos puedan seguir viendo (en cierta extraña manera) como "pareja".

Alicia me cuenta que está casada y tiene una hija, me habla de más gente de clase y todos los nombres que desliza también están casados, con hijos, etc..
"¿A ver si voy a ser yo el único soltero de la quinta?", dejo caer... ella riéndose confiesa que hasta donde ella sabe, de momento sí.

Me pregunta si sé de alguien más para poder avisar, si puedo localizar a gente... le confieso que en todo este tiempo no he mantenido relación ni contacto con ninguno, así que no soy de mucha ayuda, bla bla bla...
Me dice que quiere que la cena sea entre nochebuena y reyes, que es cuando ella tiene vacaciones y puede acercarse a la provincia... "vale, con lo que sea ya me irás informando, yo de momento no tengo intención de irme a ninguna parte en esas fechas", contesto, y concluimos la conversación emplazándonos hasta que se concrete algo más adelante.



La idea de la cena y de la reunión escolar tanto tiempo después, sinceramente, no me entusiasma nada.
Lamentablemente Alicia me ha localizado, así que ahora mismo no tengo más remedio que preparar una excusa para que cuando llegue tan señalada fecha... ser baja.

Mi nostalgia es muy selectiva, y cuando siento añoranza de mis días del colegio recuerdo algunos juegos infantiles, mis primeras canastas o patadas a un balón... novelas, canciones, programas de TV... sin embargo no pienso en mis antiguos compañeros con especial cariño.
Y cada nombre que Alicia deja caer como posibles fijos en la cena me tira más para atrás...

¿Acaso tengo ganas de volver a ver a Fernandito, el jefe de aquellos abusones que siempre me daban tobas porque en esa época yo sacaba todo sobresalientes?

¿Tengo algo de qué hablar con Nerea, la tripitidora que (ya hecha toda una mujer) se dejaba tocar las tetas si le ayudaba con los deberes de inglés... pero que mientras lo hacías se reía de ti tratándote de pobre niñato?

¿Sería "divertido" reencontrarme con Patricio, con quien me tenía que pegar recreo sí, recreo también... para hacerme respetar mínimamente entre aquella manada de pequeños primates?

¿A estas alturas de la película qué pensará Isabelita al verme, esa pobre niña que me invitó a su cumple porque yo le gustaba, y durante toda la fiesta pasé olímpicamente de ella porque me enloqueció una prima suya que tenía cierto ligero aire a la joven Julia Roberts de entonces? Las consecuencias de aquella actuación mía provocaron mi marginación social por parte de las chicas del cole (muy solidarias ellas) durante el resto del curso 89/90...

¿Seguirá dándome tanto asco Sergio como cuando se llevaba revistas porno al callejón del cole y se la cascaba a plena luz del día?

¿Le dará a Manuel (autor de los motes más crueles, siendo yo el destinatario de alguno que todavía me cabrea recordar) por rescatar del baúl aquellas burlas que nos dedicaba a toda la panda?

¿Sentarían a Sara a mi lado? ¿Necesito profanar un recuerdo como el del primer amor con una anacrónica cena rodeado de viejos cadáveres insepultos?



Me imagino la escena y me entran ganas de salir corriendo.
A la altura de los chupitos, cuando llegase el turno de rememorar batallitas del cole podría yo contar mi favorita: la vez que por pura casualidad (es raro que yo me deje caer por el viejo barrio) hace tan sólo unos pocos meses me llevé una noche a una chica (aprovechando cierto agujero en la alambrada) a la parte trasera del patio (que no pisaba desde 1991) y allí, donde veinte años atrás solíamos jugar a las canicas... me hicieron una gloriosa mamada.

Una de las razones por las que no tengo facebook es para evitar reencuentros no deseados con fantasmas del pasado.
La nostalgia es un lujo que prefiero no permitirme.

Las fechas que comentó Alicia para hacer la cena me parecieron casi imposibles a las alturas de año que se planteaba... y todo el mes he confiado en que el montaje de esta comedia no saliera adelante, sin embargo mis padres ayer se encontraron por la calle con la madre de otro compañero de la EGB y ella les dijo que (por lo que tenía entendido) sí había cena, o comida... o algo. Seguro que sí... y que es el próximo sábado ocho de enero.

Por suerte a mi nadie me ha dicho nada... todavía.