miércoles, 30 de marzo de 2011

La Balada de la Follamiga (...piedra siempre gana a tijera...)

Tras una cierta temporada sin sexo decido recurrir a la última opción de cuantas barajo, saco fuerzas (trago saliva) y agarro el hacha para romper la vitrina en cuyo interior (tras unas letras donde puede leerse: "romper en caso de emergencia") permanece custodiado el número de teléfono de Leticia.

¿Ventajas? Quedar con ella es garantía de sexo, siempre está dispuesta... y si por un casual tú no sacas el tema ya se encargará ella de hacerlo.
¿Inconvenientes? Que sexo aparte, no la soporto.

La última vez que recurrí al Comodín de la Llamada fue en diciembre y creo que se notó bastante lo "incómodo" que me encontraba a su lado, de hecho cada vez que recuerdo la inverosímil excusa que puse para huir de su cama a los cinco minutos de haber acabado... se me cae la cara de vergüenza.


A pesar de todo ella, en el escaso contacto que hemos mantenido desde entonces (mensajes telefónicos o frases sueltas por internet), lejos de descartar la idea de futuros polvos, la fomenta... asegura haberme otorgado cierto rango VIP en su lista de "follamigos" y en sus breves textos tiene por costumbre concluir enviando "besos" poco convencionales, directos a la polla...

No debería haber mencionado esto último, ahora me da por recordar lo bien que la chupa (al César lo que es del César) y dejo de ser dueño de mis actos... agarro el móvil y comienzo a escribirle un descarado sms proponiendo vernos esta misma noche.
Según doy a "enviar" no puedo evitar excitarme ante la expectativa.

Diez minutos después recibo su respuesta: "Toi ingresada me operaron ayer, toy echa un trapo jaja.Bss"

Justo entonces recordé que la última vez que quedamos en diciembre ella me comentó algo acerca de una operación de piedras en el riñón, que estaba en lista de espera y a saber cuándo le iba a tocar...

Piedra siempre gana a tijera.

"Así que te acaban de operar eh... -pienso, releyendo el mensaje- ...una excusa como esa no me la habían puesto todavía"

viernes, 25 de marzo de 2011

¡Anda! ¿Cómo tú por aquí?

Hace unos cuantos años (durante las fiestas de mi ciudad) conocí a una chica de fuera, nos liamos y quedamos tres o cuatro veces más a lo largo de aquella semana.

Después de eso mantuvimos cierto contacto a través de teléfono e Internet, planeando quedar de nuevo, etc... pero cuando más cerca parecía que estábamos de lograrlo, a última hora ella siempre me paraba los pies.

¿Razones? Ciertos escrúpulos sexuales suyos... y una manera de entender la vida en la que (a pesar de sus veinte añitos de entonces) lo único que buscaba era un novio formal con el que casarse cuanto antes y poner en marcha su peculiar (¿siniestra?) interpretación del tradicional cuento de hadas.
¿Consecuencias? El reencuentro jamás llegó a producirse... y con el paso del tiempo nuestro contacto virtual acabó perdiéndose en el limbo del correo no deseado.


Sin embargo hoy mismo caminando por la calle (oh, sorpresa) me encuentro con ella, cargada de bolsas y hablando por el móvil.
"Luego te veo cariiiiiii, muaaaaaaa", dice... cuelga... levanta la vista... me ve... pone cara de haber visto al mismísimo Príncipe de las Tinieblas surgiendo del Averno... "¡hala! ¡Qué casualidad!... ¡Cuánto tiempo Rific!", exclama.
Dos besos.

Le pregunto qué hace en mi ciudad. "Ahora vivo aquí con MI NOVIO, ¿te lo puedes creer?", contesta.
Me cuenta que lleva aquí unos meses y que está muy contenta. Finjo que me importa y le digo que me alegro de que le haya ido bien todo este tiempo, una pena que no hubiéramos podido vernos otra vez desde aquellas ferias, etc...
"Es que tú y yo... -interrumpe- ...íbamos por caminos paralelos... pero, ¿sabes? MI NOVIO y yo nos vamos a casar, ¡estoy prometida! Será en junio de 2012..."

Le doy la enhorabuena pero su cabeza de chorlito no procesa correctamente la información recibida y en vez de darme las gracias suelta la siguiente (y atolondrada) respuesta: "¡Mira! Podrías ir invitado en la mesa de los que pudieron ser hoy el novio y no lo son... jajaja"

Me quedo de una pieza mientras la observo reír como una posesa... antes de despedirme y proseguir mi camino no puedo evitar hurgar en su frívola reflexión, preguntando sin disimular la ironía: ¿Y eso por qué crees que sucedió? ¿Por qué no tuve opción de ser "El Elegido"?

Ella toma aire tras la última carcajada, me agarra (maternalmente) una solapa del abrigo y con gesto serio, mirándome a los ojos... dice: "porque eras un gamberrete"

sábado, 19 de marzo de 2011

(Mr. Rific en) Saint Patrick's Day!!!

Dieciséis de Marzo. Voy caminando junto a unos amigos por Londres (atravesando uno de sus gloriosos parques) cuando de repente vemos a cinco chicas cantando y dando saltos... ataviadas con camisetas, bufandas y sombreros verdes.
Según nos acercamos logramos distinguir dos cosas: que dichas prendas son equipaciones deportivas irlandesas... y que las cinco van ligeramente borrachas.

Caprichos del destino, bajo mi cazadora llevo "la roja" española así que (como si de un exhibicionista a la puerta de un colegio femenino se tratase) me acerco parándome ante ellas, abriéndome la chaqueta de golpe, dejando también a la vista (sonriente y desafiante) los colores de mi selección.

Ellas se ríen y contraatacan plantándome en la cara (orgullosas) sus bufandas, canturreando una especie de arenga deportiva... conversamos un poco y les proponemos venirse al pub más cercano.
Aceptan.

Durante la primera ronda nos cuentan que han ido a Londres para ver el partido de rugby del torneo "Seis Naciones" que unas pocas horas antes enfrentó en Twickenham a su Isla Esmeralda y a la Pérfida Albión... y que a pesar de haber perdido, todavía ven posibilidades de ganar el título este año, etc...


En la segunda ronda un amigo mío intenta camelárselas admitiendo (mentira) ser un gran seguidor del rugby, pero no tarda en ser desenmascarado (lo suyo realmente es el baloncesto) tras el férreo interrogatorio (trivial pursuit) al que le somete la más pelirroja de todas.

Con las terceras Guinness se me arrima (cariñosa) una de ellas y le susurro al oído que siendo víspera de San Patricio, cómo llevan lo de estar tan lejos de su tierra, que si no van a echar de menos la fiesta que se monta en Irlanda...
Ella me contesta que a primera hora de la mañana regresarán a Dublín y estarán al pie del cañón para celebrarlo como es debido... le expreso mi sana envidia: "la juerga allí será una pasada", comento... ella apura su pinta y agarrándome del brazo me dice: "pues vente, españolito... yo te invito, mañana te vienes conmigo a Dublín al auténtico Saint Patrick’s Day".

Pienso que me está vacilando pero aún así le contesto, a modo de tanteo: "¿A mi sólo? ...ya ves que aquí somos muchos, ¿no hay suficiente sitio para que vayan también mis amigos?"
Ella alza la mirada a cámara lenta, echa un vistazo alrededor y antes de incorporarse del taburete (con dificultad) para ir al servicio sentencia: "sólo tengo sitio en mi piso para ti y dos más... así que tendrás que elegir a cuáles te llevas"

Inconscientemente dedico el siguiente par de minutos a escudriñar a mis colegas uno por uno... ¿hablará en serio la irlandesa?
"Pito pito gorgorito... ¡no!, ¿pero qué estoy haciendo? ¡nada de eso!, no puedo elegir sólo a dos de entre mis amigos, todo esto es un disparate..."
Lo más sensato es no pensar en improbables viajes de mañana y centrarme en un (más que) posible rollo para hoy con esta guiri tan empeñada en "adoptarme".


Llega el momento de la verdad: por mayoría absoluta y aclamación popular hacemos una señal al camarero para que nos ponga la cuarta, crucial, matadora y definitiva (para lo bueno o para lo malo) ronda.

Todos servidos, levantamos y chocamos las copas: "To Ireland!", exclamo... ellas repiten el brindis añadiéndole una canción ininteligible... después siguen con otra... y otra... incansables.
Mis amigos y yo parecemos el jurado de Operación Triunfo (más bien, del anglosajón "X-factor"), sentados frente a algo parecido a las Pussycat Irish Drunk Dolls... seis o siete canciones después nuestros rostros reflejan los veredictos más variados: "pasan de nosotros", piensa Saúl; "la mía lleva más de media hora en el servicio, esto no pinta nada bien", opina Tomás; "hoy no follamos", pronostica Alberto; "son un puto disco rallado", concluyo.

Poco a poco se repanchingan, sudorosas, en el sofá del pub donde se han sentado alineadas... dos de ellas ya ni tocan sus vasos (prácticamente llenos), una se incorpora bruscamente, llevándose la mano a la boca, corriendo hacia el servicio (donde seguramente se tropezará con "el cadáver" de la otra que sigue sin regresar)... la "mía" (la única que ha engullido entera su enésima pinta) echa la cabeza para atrás, cierra los ojos... y se queda dormida.

Quince minutos después sacaron algunas fuerzas para reunir su maltrecho rebaño y se montaron en un taxi negro camino del hotel donde se alojaban.
Finalmente no adoptaron ningún españolito.

domingo, 13 de marzo de 2011

El Lugar del Crímen

Una noche de viernes a finales de los 90 (durante mi segundo año universitario) conocí en un bar a una chica deliciosamente extraña.
No recuerdo su nombre, pero sí que estaba de paso por mi ciudad, tan sólo ese fin de semana visitando a una amiga de su pueblo (uno muy bonito de Guipúzcoa) que estudiaba Enfermería por aquí cerca.

Vestía completamente de negro, tenía la cara pálida como un ángel y llevaba puestas las gafas de sol dentro de los bares... sólo bebía calimotxo (cantidades industriales) y se hacía los cigarrillos con tabaco de liar Golden Virginia.


Nos conocimos esperando en la cola del aseo, ella canturreaba una canción de Portishead y me uní a ella acabando la última frase de la estrofa.
Una hora después nos besamos y ella no tardó en pedir a su amiga las llaves del piso de estudiantes donde vivía.
"Yo ya he hecho lo más difícil –me diría cinco minutos después, mostrándome un reluciente juego de llaves de colores- ...ahora tú sólo tienes que llevarme, porque yo no tengo ni puta idea de cómo se va a esa casa... ¿sencillo eh?"

Por suerte el piso no estaba muy lejos.
Recuerdo perfectamente la entrada en aquel portal, las dificultades para encontrar la llave correspondiente a cada ranura, el largo pasillo del piso con todas las puertas alineadas a la derecha... y el salón del fondo con la puerta que daba al cuarto de su amiga.

Recuerdo que antes de tirarnos en la cama ella me pidió ayuda para quitarse las botas militares... que echó un vistazo a los cedés de la estantería y escogió uno... que lió un par de canutos y la siguiente hora y pico la pasamos colocándonos escuchando una y otra vez el "Wish you were here" de Pink Floyd.


Después de follar salí al pasillo desnudo, buscando el WC, iluminando mis pasos con un mechero, pero abrí la puerta equivocada y bueno... me gustaría pensar que aquella compañera de piso que, ligeramente sobresaltada (normal, sólo me faltaba la guadaña), me vio de aquella guisa entre penumbra... no se lo tomara excesivamente mal.

Ya en el servicio tuve que hacer frente a un inoportuno sudor frío que casi consigue hacerme vomitar la explosiva mezcla de cerveza rubia, Camel, calimotxo con mora, marihuana y rock sinfónico.
Falsa alarma.

Cuando regresé a la habitación ella estaba dormida como un tronco. Pulsé el stop en el radiocassette (donde sonaba la enésima repetición de "shine on you crazy diamond") y me vestí atropelladamente procurando no arrasar con cuanto se cruzaba a mi paso.

Bajé por las escaleras porque fui incapaz de encontrar el ascensor... y en el portal por fuera estaba su amiga, la legítima inquilina del piso, recién llegada y pulsando sin parar el botón del portero automático (maravillosos y "creativos" tiempos aquellos, sin móviles ni internet)... abrí la puerta y ella mostró un ligero alivio.
"¡Ah, eres tú! Por fin, llevo cinco minutos tocando el timbre y nadie contesta"
Imaginé a la compañera de piso acojonada, hecha un ovillo en su cama tapada hasta las orejas, sin atreverse a salir a contestar los timbrazos por miedo a cruzarse nuevamente conmigo en el pasillo, dispuesto a llevármela con mi letal Santa Compaña...

"Pues espero que tengas mejor suerte (la vas a necesitar) arriba en la puerta", contesté a modo de despedida, desapareciendo en la calle sin más miramientos.


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¿Por qué me he acordado de repente de esta historia? Pues porque la vida a veces es de lo más cómica... y caprichosa.

Hace un par de noches una chica me llevó a su piso de estudiante y según nos acercábamos no me lo podía creer... era la misma calle, el mismo portal.
El piso ignoro si era también aquel que visité furtivamente trece años atrás, pero una vez dentro el flash-back fue brutal: idéntico pasillo, las habitaciones con la misma disposición... ¡podría serlo!
Casi me da la risa cuando me dijo que su cuarto era el último de todos, la famosa última puerta a la derecha.


En la cama la cosa no resultó demasiado bien, fue una experiencia de lo más mecánica y desapasionada, de hecho apenas me quedé cincuenta minutos escasos en esa casa... pero eso sí, después del primer decepcionante polvo me dio tiempo a tumbarme un minuto en silencio en aquella cama y, cerrando los ojos, recordar vívidamente mi anterior visita al inmueble.

Pensé en aquel ángel del Norte y ante la sorpresa de mi acompañante comencé a cantar en voz alta "how I wish... how I wish you were here..."



martes, 8 de marzo de 2011

El Malo de la Película (el disco de moda)

-CARA A-

Regreso con un par de amigos (X e Y) de una escapada de fin de semana a Londres. En el aeropuerto nos está esperando la "santa" esposa de X para recogernos en su coche...
Una vez dentro del vehículo, al poco de arrancar ella se gira y mirándome fijamente exclama: "¡Qué ganas tengo Rific de que te cases! A ver si así por fin dejas de liar a mi marido...
"¿Y qué te hace pensar –contesto- que el hecho de que yo me casara pueda suponer que deje de hacer lo que sea que tú crees que hago a tu marido... o al resto de la humanidad?

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Es aquí cuando recuerdo el sábado anterior: nos habíamos reunido los tres integrantes de la expedición londinense y mientras atábamos los últimos cabos sueltos del viaje Y preguntó a X cómo había logrado convencer a su mujer (muy dominante y posesiva ella) para irse así, alegremente, un fin de semana de farra al extranjero... la respuesta de X en su momento pareció un chiste: "nada, le digo que es cosa de Rific y ya está"... pero a la luz de la reacción de su mujer en el coche, la cosa ya no tiene tanta gracia.



-CARA B-

Voy al cine con una chica. A pesar de llegar veinte minutos antes de la sesión nos encontramos (sorprendentemente) con una enorme fila de entusiastas espectadores que da casi la vuelta al edificio.
Nos ponemos en la cola, avanzamos lentamente... faltan un par de minutos para que empiece la película y ella se pone nerviosa... ya es la hora y seguimos a diez metros de la taquilla... al poco ponen el cartel de "No hay billetes" así que nos quedamos con las ganas.

Ella jura en arameo, le fastidia haberse quedado a las puertas y por mucho que yo trato de restar importancia al suceso no hay manera de apaciguarla.
"Yo que había vacilado tanto a mi hermana con que iba a ir al cine a ver esta peli, que ella quería ver... también se lo dije a todas hoy en clase, ¡hasta a mi madre!"


"Tranquila mujer –le digo-, si ese es el único problema tengo la solución perfecta: dirás a todas que hemos llegado tarde por mi culpa... estoy más que acostumbrado..."


martes, 1 de marzo de 2011

"Reina" por un día

Son las 21:20 y llego corriendo (con la lengua fuera) a la sala donde se celebra el concierto.
En mi entrada pone APERTURA PUERTAS - 20:15h y COMIENZO – 21h... por suerte todavía no ha empezado el espectáculo y respiro aliviado, sin embargo el local está a reventar y debo conformarme con ponerme al fondo de la pista, casi de puntillas para poder ver algo del sobrio escenario, penosamente colocado casi a ras de suelo...
"Desde aquí el piano ni se ve –pienso- ...eso me va a arruinar medio concierto"

Y es que muchos de los platos fuertes del repertorio de QUEEN (me dispongo a ver el show de una banda de homenaje/imitadores del famoso cuarteto inglés) tienen lugar con su frontman sentado al teclado...


La cosa no empieza mal y el público responde positivamente ante la fiel caracterización de Freddie Mercury que ofrece el cantante, contundente en los pasajes más rockeros y gloriosamente amanerado cuando el guión lo requiere.

En el ecuador del concierto abandona el escenario entre aplausos... el imitador de Brian May da un paso al frente iniciando un interminable/tedioso sólo de guitarra, durante el cual bastantes espectadores aprovechan para ir a la barra y pedirse otra copa... muchos van y vienen pasando a mi lado, chocando involuntariamente conmigo, bordeando la última columna atajando ("perdona tío", parece ser su contraseña) justo por donde yo me encuentro...

Acaba el punteo y un humo aromático inunda el escenario, iluminado por un par de intensos focos y varias luces de colores... suena una intro familiar: ni más ni menos que el célebre himno "I want to break free"... batería, bajo y guitarra surgen poco a poco atravesando la cortina de humo... todos nos concentramos en el escenario y de repente noto por detrás la enésima mano que intenta moverme del sitio para atravesar con la bebida... "hasta aquí hemos llegado, ¡me planto!" -pienso, harto de ser zarandeado- "¡por mi lado no pasa nadie más!", me conjuro...

Me sitúo totalmente recto, firme, cruzo los brazos concentrando mi fuerza, clavo los pies en la tarima... la insistente mano intenta desplazarme por el costado pero nada, me he convertido en una barrera humana, una muralla infranqueable, quien quiera tomarse el cubata junto al escenario deberá hacerlo por encima de mi cadáver...

Y es entonces cuando la juguetona mano baja hasta mi trasero y me pellizca el culo.
Me giro y para mi sorpresa descubro al cantante, travestido a imagen y semejanza de Freddie Mercury en el famoso video de la canción (con la peluca, minifalda y sweater rosa)... avergonzado por mi conducta le dejo pasar con una reverencia, entonces él procede a avanzar sonriente, me guiña un ojo y blandiendo el plumero que lleva en una mano... me lo pasa por la cabeza.


Acto seguido se mezcla con el público interpretando el tema entre los entusiasmados asistentes, culminando el estribillo final ya de vuelta sobre el escenario.

Y yo mientras, en el fondo de la sala, pienso que ese instante que acabo de vivir junto a "Freddie" es (curiosamente) como ver convertida en realidad una fantasía sexual de mi niñez...