jueves, 28 de febrero de 2013

"POLIZÓN"

La última vez que nos habíamos visto fue en la estación de autobuses de Santiago de Compostela.
A pesar de haber pasado juntos (de fiesta y follando como conejos) el par de días anteriores, nuestra despedida (al menos por mi parte) no fue para nada triste... de hecho me sentí aliviado ante la perspectiva del viaje, una huída en toda regla.

El finde empezó bien pero no acabé sintiéndome del todo a gusto en su compañía tantas horas seguidas, me agobié bastante, deslizó ciertas opiniones con las que no podía estar más en desacuerdo, la convivencia se hizo un poco cuesta arriba... y además tuvo un par de detalles en sendos bares que no me gustaron nada.

Cuando arrancó mi bus pensé que jamás volvería a verla... pero (para mi sorpresa) no fue así.

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Catorce meses después de aquella escena me mandó un correo electrónico anunciando su inminente visita a mi ciudad.

"Te sorprenderá tener noticias mías pero esq el finde del 28 de ste mes, si no hay cambios, quiero ir a tu tierra a descansar, a ver un par de xposiciones q tengo ojeadas de fotografía y x supuesto si stuvieras libre de compromisos y te aptece y quieres hacerme de guía, tomarme unas cañitas contigo. Ya me dices y sino pues para otro finde q ahora vive allí mi prima e iré a visitarla + a menudo. Bs"




Contesté que vale, que por supuesto daríamos una vuelta y tomaríamos algo... de paso pregunté dónde se alojaría, etc

"jajja pues como mi prima vive en un pueblo de las afueras decidí q mejor reservaba para dormir en la ciudad y así lo tengo todo + a mano y para evitar andar pendiente de los buses, además como trabaja viernes y sábado así podré distribuir el tiempo a mi manera, hacer lo q tenía pensado y quedar con ella cuando libre. Sólo spero q no llueva!!"

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La tarde del viernes fui a buscarla a la calle del céntrico hotelito donde se alojaba, dimos un pequeño paseo, tomamos un par de cañas en un bar típico y poco después se marchó para cenar con su prima... nos despedimos quedando en vernos al mediodía siguiente para comer de tapas por el centro.

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Juro que fui a buscarla sin tener nada en mente, pero cuando llegué a la calle del hotel e hice la llamada perdida para que bajara, me puse a observar desde fuera la llamativa puerta de entrada, el letrero con las estrellas, la suculenta carta del restaurante... y el lado oscuro de mi cerebro se puso en marcha.

Tomamos un vino con un rico canapé, otro vino con una croqueta, otro más con una tosta, otro con una brocheta... eran las dos y poco y me dijo que ya estaba llena, que dejáramos las tapas. Miró su reloj y comentó que alrededor de las cuatro su prima iría a buscarla para llevarla al pueblo y pasar allí el resto del día.

Fue entonces cuando me incliné hacia ella y dije muy bajito (para que no lo oyera el camarero, apoyado en la barra junto a nosotros) que "podríamos ir a otro bar y tomar un café con algún dulce... o subir a su habitación del hotel y tomar el postre en la cama".
Sonrió y me agarró del brazo diciendo: "¡vamos!"

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Entramos juntos en el hotel y alcanzamos el ascensor sin que nadie en la recepción nos viera. No sé si habría problemas al respecto pero la habitación de ella era individual con lo que las "visitas" quizás no estuvieran permitidas.

Aquel mediodía fue terriblemente caluroso así que nada más entrar en la habitación comenzamos a desnudarnos y fuimos a la ducha... ya fresquitos (y sin secar) nos tiramos en la cama y empezamos a follar.



Encendí la televisión para disimular sus gritos (tan particulares)... de hecho recuerdo estar ahí tumbado con los Simpsons de fondo (el episodio del monorail) mientras ella me hacía una furiosa mamada.

Cuando acabó el telediario nos vestimos y salimos disimuladamente del hotel. Ella marchó al encuentro de su prima y yo a mi casa.

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Dieciocho meses después de aquella escaramuza, y sin apenas mantener contacto en todo ese tiempo (seis correos a lo sumo) me envió un sms diciendo que ese fin de semana volvería un día a mi ciudad para asistir al cumple de su prima, por si me apetecía tomar una caña.

Imaginé que se alojaría en la casa del pueblo de su pariente pero cuando envié el mensaje preguntando dónde y cómo quedar me contestó que en el centro, que ella andaría por la ciudad.

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Eran las 12 del mediodía del sábado y nos reunimos en una céntrica plaza, hacía bastante frío, nada que ver con nuestro último encuentro primaveral. Tomamos una caña en un bar donde hacía casi más frío que en plena calle y conversamos acerca de las novedades de cada uno... pregunté por sus planes del sábado y me dijo que después de las cañas conmigo iría a un restaurante para la fiesta del cumple con la prima, su novio y algunos amigos de la parejita... así que al tener después comilona prefería que esta vez no fueramos de tapeo.

Pregunté si se quedaba donde la prima y contestó que no, que tenía habitación en el hotel de la última vez... fingí no dar importancia al comentario y propuse ir a una exposición de esas que tanto le gustaban.

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Después de ver varias fotos tristonas, saliendo de la sala de exposiciones, miré el reloj y pregunté: "¿nos da tiempo?"
"¿A qué?", repreguntó ella.
"A ir a tu habitación un rato antes de que vayas al restaurante", contesté.



Nuevamente sonrió con picardía: "¡Claro que sí!"

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Misma operación: la melodía de Misión Imposible sonando en mi cabeza mientras cruzábamos el vestíbulo entre risas ahogadas, entrando en el ascensor sin ser advertidos por el conserje... ya en la habitación nada de ducha, hacía demasiado frío, directos a la cama.

Cuarenta minutos después bajábamos por el ascensor y después la acompañé hasta la calle del restaurante.

Aún no han transcurrido dieciocho meses desde aquella última cita, así que a saber si el día menos pensado recibiré otro mail o mensaje anunciando una "visita a su prima".

El caso es que últimamente tengo que pasar bastantes veces delante del hotelito y no puedo evitar sonreir al pensar que he disfrutado dos veces de sus instalaciones... ¡pero como polizón!




sábado, 16 de febrero de 2013

"INUTIL TOTAL EN SOLEDAD"

Anoche fui a un concierto de heavy-rock. El público asistente era en su mayoría veinteañero y treintañero... pero a mi lado había una curiosa pareja: un chavalín de unos catorce años y un adulto de aspecto severo que probablemente fuera su padre.

El mozo tenía rostro angelical, repeinado y con sus gafitas, posible estudiante modélico... y también llevaba puesta una mítica camiseta de AC/DC con las célebres "campanas del infierno".
Cuando el concierto comenzó se le iluminó la cara, sacó el móvil y empezó a sacar fotos, grabar videos... pero (por desgracia) su entusiasmo resultó ser inversamente proporcional al de su acompañante.


Al principio, el adulto se limitó a permanecer serio, hierático... pero según avanzaba el concierto dejó de disimular su fastidio. Miraba el reloj cada dos por tres, resoplaba cada vez que el grupo favorito de ¿su hijo? soltaba algún taco o aludían a la recurrente imaginería "maligna" del Metal, comenzó a hacer comentarios críticos en voz alta... el rostro del chaval se fue apagando, guardó el móvil... y antes de que llegara la medianoche el adulto se ve que no aguantó más y salieron del local.

Me dio rabia que el muchacho se perdiera la gran media hora final del show, no pude evitar recordar mi primer concierto de rock (Héroes del Silencio, yo tenía 13 años) y agradecí profundamente que mi padre no hubiera estado presente en tan trascendental acontecimiento...

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Aquel incidente del concierto me dejó mal cuerpo, continué dándole vueltas en el siguiente bar mientras tomaba otra cerveza.
Más tarde conocí a una chica, no recuerdo bien su nombre (puede que fuera Cristina) y en un principio me daba buena espina, era risueña, parlanchina y no retrocedía ante mis (poco disimulados) avances.

Hablando sobre la música que pinchaban en el local me dijo que la semana anterior pusieron cierta canción "rara" que a ella le encantaba... "me gustó que la pusieran así de repente en un bar, no sé, me hacen ilusión ese tipo de bobadas", dijo.
Me pareció un comentario encantador, estaba absolutamente de acuerdo con ella y además lo dijo de un modo agradable.
Prosiguió: "Aunque claro, llamándose el grupo "El columpio asesino", con semejante nombre normal que no lo pongan mucho por ahí..."
En mi cabeza sonó un "clic", una alarma, pero decidí ignorarlo.


"¿Fuiste a verlos en concierto? Actuaron por aquí cerca no hace mucho", comenté.
"No, no tengo con quien... y además ese día que te digo mis amigos me miraron con cara de: ¿por qué conoces esta mierda de canción?", respondió.

"A mi me encantan los conciertos, de hecho vengo ahora mismo de uno -intervine- ...y si llegado el momento ningún amigo se anima a ir, eso no me detiene. Si el grupo o el artista me gustan allá que voy, de hecho reconozco que tengo ciertos gustos musicales peculiares que no comparto en absoluto con mis colegas, así que la mayoría de ocasiones suelo ir solo... incluso me he desplazado a otras ciudades para ver algun conciertazo, a mi bola..."

Su gesto cambió, me miró muy (pero que muy) extrañada. "¿Y qué es lo que hace uno solo en un concierto? -preguntó- vamos, que no lo digo de malas, pero es que no sé... me parece raro y tengo curiosidad"

Segundo "clic", de repente me volvió a la mente el adulto que acompañaba al joven rockero un par de horas atrás, me tomé cinco segundos para buscar las palabras adecuadas antes de contestar, sin sonar todo lo borde que me pedía el cuerpo...
"Pues veamos -comencé- si vas a un concierto acompañado lo normal es que hables de vez en cuando con la otra persona, comentéis la jugada, quizás compartáis un cachi... en cambio si vas solo, simplemente contemplas el concierto eliminando ese par de cosas que harías con otra persona, que a fin de cuentas estando delante de un espectáculo, son más bien secundarias"

Ella se encogió de hombros... "Mmm, sí claro, pero bueno... yo es que como no suelo ir sola a los sitios... ¡me declaro inutil total en soledad!"


Volví a pensar en lo a gusto que habría estado el chavalín haciendo sus fotos y videos durante el concierto sin que aquel inquisidor le jodiera el plan... de paso continué cavilando sobre la clase de persona que tenía delante en aquel preciso instante, mi tolerancia a las chorradas en noches como la de ayer alcanzan mínimos históricos...

"Ahm, eso ya es otra cosa -dije- yo también me he acostumbrado desde siempre a ir solo al cine y la verdad, no me parece que sea tan raro..."

"Uff, ¡qué dices! ¡Yo no podría! -exclamó- Cuando tengo que hacer cosas sola y tengo que ir por la calle y tal, voy a unas velocidades... o siempre intento engañar a alguien para que me acompañe"

"Bueno, pues te deseo mucha suerte con los engaños, de hecho te dejo para que sigas practicando por aquí, yo me largo... encantado de conocerte", me giré sin esperar una reacción por su parte y comencé a caminar hacia el rincón donde estaban mis amigos.

"Vaya hombre, poco has durado", comentó Miguel... Pedí otro botellín antes de contestar.
"Deberíamos haber encerrado en los lavabos del local al padre de aquel crío, sin violencia, como mucho un par de hostias... pero retenerlo apartado hasta el final del concierto, ¡joder!"



martes, 5 de febrero de 2013

"LUBRICANTE CASERO" (la puerta trasera)

Tuve bastante suerte con María, fue una de mis primeras experiencias sexuales y era una chica sensual, audaz y desinhibida.
Visité su casa algunas mañanas mientras sus padres curraban y como vulgarmente se decía acerca de la mili: entré siendo niño y salí hecho un hombre.

El recuerdo que conservo es genial, María adoraba dar rienda suelta a todas sus fantasías (por poco convencionales que parecieran) y me animaba a hacer lo propio cada vez que nos metíamos en su cama.


Los posters de Pearl Jam, Bon Jovi, Michael Jordan... los cassettes de Stone Roses, Rage Against The Machine o My Bloody Valentine... uff, pirarse de vez en cuando algunas clases para "eso" era tan justo como necesario.

Aún hoy recuerdo (sin poder evitar excitarme) muchas de las cosas que hacíamos, pero por desgracia la primera que me suele venir a la cabeza no es precísamente la más sexy... ¿o quizás sí?

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Cierta mañana de febrero (soleada como la de hoy) María me pidió que la penetrara analmente.
Yo no había tenido aún oportunidad de probar "la puerta de atrás" así que (como con casi todo lo "nuevo" que proponía mi mentora) acepté entusiasmado...
...fue ahí cuando ella dijo las siguientes palabras que jamás olvidaré: "lo único, que necesitaremos lubricante... pero no te preocupes, he pensado que en vez de dejarnos la pasta en la farmacia usemos otra cosa, aceite de ese que tiene mi madre en la cocina... que para lo que es el caso es lo mismo ¿no? La gente se compra muchas pijadas y en el fondo ya tenemos en casa todo lo que hace falta!!!"


Confieso que aquello no me acabó de sonar bien, pero... ¿por qué debería dudar de ella?
Al fin y al cabo yo aún llevaba (en cuestiones sexuales) la "L" colgando.

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Se levantó desnuda de la cama y desapareció tras la puerta, al instante regresó con una botella de aceite de girasol marca DIA% y un rollo de papel de cocina.
Me pidió que abriera la botella de plástico (estaba muy duro el tapón, como pegado), después echó un generoso chorrito (cayendo varias gotas al suelo) sobre un pedazo de papel del rollo... y se aplicó el susodicho trozo empapado en la zona deseada.

Decir que la faena resultó ser complicada, es ciertamente un eufemismo.
Aquello estaba tan resbaladizo, tan esquivo... que penetrarla con éxito resultó a la postre más difícil que atinar con la llave en la cerradura de tu casa, a oscuras, borracho perdido.
Pero finalmente, tras no pocos esfuerzos, lo conseguimos.

Recuerdo que sus sábanas (y parte de la colcha) se pusieron perdidas de aquel aceite. "No te preocupes -dijo- va a ir todo a la lavadora así que..."

Estas últimas palabras, seguidas de una luminosa sonrisa de María, todavía me suelen venir a la cabeza después de tantos años... cada vez que veo en el súper el famoso aceite de girasol en oferta.