miércoles, 21 de agosto de 2013

EL ASALTACUNAS (Otro Cuento de Verano)

Es verano y matamos las tardes en la piscina jugando a las cartas. No existen los móviles, los amigos quedamos día tras día basándonos en la costumbre, quizás en la telepatía.
Somos el típico grupo cerrado masculino, apenas un par de chicas se nos juntan esporádicamente para echar una partida o tomar algo pero no nos engañemos... solo se trata de eso.

Todos los veranos nos juntamos los mismos, se podría decir que aquella piscina, la urbanización y su playa... son nuestro territorio.
Año tras año algún artista invitado se integra en el paisaje, nos divertimos analizando las "caras nuevas" que vienen y van con el cambio de mes o quincena, rara vez hablamos con ellos, preferimos ponerles motes y en el caso de las chicas salpicarlas con pequeños tsunamis arrojándonos a su lado en la piscina.


Esta tarde una de esas novedades nos interrumpe la rutina, una chica morena entra en la piscina acompañada de su hermanito pequeño. Está tremenda.

Dejan las cosas en una esquina, se duchan lentamente y se meten en el agua... no nos damos cuenta pero durante todo ese tiempo mis amigos y yo solo sujetamos las cartas, nadie habla ni apuesta.

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Nos tiramos al agua para observarla de cerca y la impresión es aún mejor. Nuestra legendaria timidez impide que le digamos nada y mantengamos cierta distancia... ella chapotea con su hermano en silencio, no les quitamos ojo y ella comienza a darse cuenta.

Por fin pronuncia unas palabras a su hermano, el ruido en la piscina a esas horas es atronador pero creo distinguir que es extranjera, ¿francesa?

Lo comento con un amigo y la pobre pasa inmediatamente a ser conocida como "la gabacha".

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Descubrimos que vive en la Torre junto a la piscina tras ver colgando de un balcón su enorme toalla roja de Cocacola.

"¡Qué buena está la gabacha!" pasa a ser la frase más repetida durante las siguientes noches en nuestras interminables tertulias a la luz de la luna.

A veces, tras el cierre de la piscina, la gabacha se asoma al balcón durante un buen rato... nosotros la observamos desde la plaza, fumando en silencio, supersalidos.

No sabemos hacia dónde mira, probablemente al mar.
Una de esas tardes me decido a levantar el brazo despacio, saludando, pensando que ni se dará cuenta... pero de repente ella agita su mano con gracia devolviendo el saludo.

Mis dudas se despejan (así que la gabacha se asoma cada tarde también para "espiarnos") a la vez que conozco un curioso instante de poesía.

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Así transcurren el siguiente par de días.
Observamos a "El Cuerpo" (nuevo mote ganado a pulso) en silencio en la piscina, atontados sin hacer nada... incluso hago balance de mis escasos conocimientos de francés por si finalmente encuentro valor para abordarla.

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La siguiente tarde en la piscina se precipitan los acontecimientos. Un grupo de niñas de la urbanización se ponen a hablar con la gabacha y parecen (más o menos) entenderse.

Observamos el incidente con interés y nos quedamos de piedra cuando de repente el Obscuro Objeto del Deseo señala con el dedo hacia nuestro lado.



Uno de mis amigos aprovecha para lanzarse al agua como alma que lleva el diablo, al ataque... tras un minuto de charla con ella y las niñas regresa nadando hacia nuestra esquina.
"Habla muy raro esa chica -nos dice- conmigo no quiere nada pero he señalado hacia aquí y ella parecía estar de acuerdo, no sé..."

La situación es delicada ya que "aquí" solo quedamos un amigo y yo. Las niñas que rodean a la gabacha empiezan a gritar el nombre de mi amigo... en fin, mala suerte, lo importante es participar.

Mi amigo salta al agua decidido, se planta delante de ella y no sé qué se dicen pero ella parece negar con la cabeza... señala de nuevo con el dedo, ¡esta vez a mí!

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No me doy cuenta de lo bochornoso de la situación hasta que me encuentro en pleno ojo del huracán.
Entro en el agua y un chico me sube a sus hombros, empieza a caminar en la piscina llevándome en volandas como a Marco Antonio hacia el barco de Cleopatra... a nuestro alrededor decenas de pequeños cocodrilos dando vueltas, expectantes, oliendo sangre...

Así es como de repente me encuentro "a solas", cara a cara, con la Perversión Colectiva.
Mi pulso se dispara pero de repente noto algo "raro" que poco a poco lo frena... ahora, estando tan cerca, observándola a escasos centímetros, algo falla, esa mirada...

Me presento, nos damos dos besos con aroma a cloro, pregunto su nombre... "Claudia", contesta... mis sospechas aumentan tras oir su vocecilla pero antes de salir de dudas prosigo con el cuestionario de cortesía, pregunto de dónde es... "Portugal", responde... renuncio al par de frases que aprendí de niño en francés y procuro recordar toda la bossa nova que habitualmente escucho de noche por el walkman...

Llega el momento crítico, el que más temo... "¿cuántos años tienes?", susurro...
Su respuesta es demoledora: "Trece años".

Yo tengo diecisiete, me siento incómodo, la situación en mi cabeza de repente se vuelve algo turbia... nuestra conversación no se extiende demasiado a partir de ese momento, ella se da cuenta de mi cambio de gesto por el tema de la edad, llega a insistir en que "casi tiene catorce"... menudo consuelo.

Nos despedimos cariacontecidos, salgo del agua y regreso a mi toalla, enciendo un cigarrillo, cuento a mis amigos que la gabacha es realmente portuguesa... aparte de una impresionante Lolita.


Otro amigo, de quince años, saltó al agua en busca de su oportunidad, otros tres de la misma quinta lo intentaron después de él... pero nada, a todos rechazó.

Mi resolución es definitiva, no hay nada que hacer, punto. Pero la tortura no ha hecho más que comenzar...

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Después de nuestra charla en la piscina Claudia, lejos de poner fin a su sensual rutina, aumenta la dosis.
Asomándose más al balcón, desplegando en la piscina todo su arsenal de miraditas, guiños, sonrisas, posturitas... mi dilema moral se tambalea.

"¡A la mierda todo! ¡Échate encima de ella!", me grita al oído Adriano, el mismísimo Diablo.

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Finalmente amanece un viernes en el que, observando su actitud en la piscina, tengo el presentimiento de que es su último día en la zona.

Por la tarde la miro desde mi terraza, su precioso perfil apoyando los brazos en la barandilla sobre la que cuelga la toalla de cocacola... Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça...

Me hubiera gustado dejarlo ahí, con aquella imagen en mi retina, pero no...
Esa misma noche salgo de fiesta con mis amigos y de camino a los bares pasamos delante de la terraza de una heladería donde Claudia y su hermano están sentados tomando algo con sus padres.

Ella me ve y me quedo quieto, nos miramos fijamente durante un minuto, por última vez...

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Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero cada vez que regreso al lugar del crímen, a menudo se me va la vista inconscientemente hacia el balcón que Claudia ocupó aquel verano.

Me pregunto si ella se acordará de mi, de ese capullo español que pasó de ella de aquella manera...

Yo en cambio me acuerdo a menudo de ella, sobre todo de esos "casi tres para cuatro" años que nos separaban... los he tenido muy presentes cuando en la última década me he liado con chicas que rebasaban ampliamente esa (ahora descontextualizada) diferencia de edad.

Maldita adolescencia...


18 comentarios:

Laura dijo...

Me encantan tus cuentos veraniegos. Leer tus aventuras (desventuras) de pardillico adolescente antes de convertirte en Mr Rific es genial.

Yo también pienso a veces en lo relativa que es la edad... Pero de eso sólo te das cuenta cuando creces, a esa edad 2 años a veces son un mundo.

Beijos ;)

Mr. Rific dijo...

LAURA: En esas circunstancias más que un mundo era toda una galaxia, a pesar de no haber tanta diferencia el tabú era evidente, a pesar de la evolución del personaje Mr.Rific habría reaccionado igual, creo... :P

Ari dijo...

Las jovencitas y tu..., mereceis un estudio, jaja.
Bueno, me encanta leer esos veranos locos tuyos, siempre me ha gustado y este no ha sido una excepcion.
Besitos

Mr. Rific dijo...

ARI: Si todo va bien espero regresar pronto a esa playa donde últimamente es otra jovencita de la que más me acuerdo... tres años hace que su arena es mi testigo :)

Alice dijo...

Lo que en su momento nos parecía una distancia insalvable conforme nos hacemos "mayores" ya no lo es tanto...

MOANA dijo...

El lado bueno del fin de las vacaciones lo he encontrado volviendo a retomar la lectura de tus interesantes y entretenidas historias. Encantada de seguirte de nuevo.

P.D. Las vacaciones muy aprovechadas con mucha playita (nudista incluida jejeje) y conociendo gente interesante... aunque por desgracia, no tanto como tu. Besos.

Coccinellidae. dijo...

Jajaja pobrecito, cuántas veces me pasaría a mi fijarme en alguno "demasiado" mayor con aquellas edades y después de años acabar liada con alguno que sobrepasaba mucho esos 3 o 4años que en la adolescencia parece un abismo y que luego no es más que una grieta. Lo que pasa que yo era una tontita que para nada se pavoneaba delante de sus objetos de deseo jaja, tampoco iba a tener nada que hacer un patito feo. Yo escondía mi cara tras un libro y como mucho observaba de vez en cuando el panorama.
Ahora sigo escondiendo mi cara tras algún libro, y de vez en cuando lo dejo a un lado para observar el panorama. Es curioso pero ahora ya no ocurre eso de ligar cerca del agua, eso de estar jiji jaja con las amigas se acabó...vamos que nos hacemos viejos.

Mr. Rific dijo...

ALICE: Aquella chica tenía un cuerpo 100% de mujer... la cara advertía quizás del peligro pero cuando pude ver sus ojos uff, era una niña.
Además, por aquella época en la urbanización tenías un desliz de ese tipo y te llamaban "Michael" quedándote con el apodo para los restos...

MOANA: Gracias por no haber olvidado este blog tras las vacaciones, yo por desgracia aún no he catado la playa, con un poco de suerte mi blanco trasero imitará al tuyo (pillando algo de color) en el próximo mes... ¿alguna recomendación? :)

COCCINELLIDAE.: Sí que es curioso la manera en que el chicle de la edad se va estirando con el paso de los años... mi record de diferencia de edad tanto a lo alto como a lo bajo me hace pensar cosas inquietantes, como que yo ya había fumado mi primer cigarrillo o bebido mi primera cerveza antes de que naciera alguna chica con la que he estado... o que alguna ya recordaba los Juegos Olímpicos de Moscú mientras yo gateaba por mi casa.
¡Qué maravilla! :P

Anónimo dijo...

Yo creo que más que maldita adolescencia, tiene más que ver con la cantinela que la sociedad empezó a machacar para prevenir la pederastia. Más que nada porque cuando yo era adolescente (más o menos de entre cinco a diez años antes), lo habitual era que los chicos de diecisiete se fijaran en las chicas de trece a catorce y viceversa, sin ningún problema moral al respecto.

Además de que ya quisierais los hombres a los diecisiete tener la mitad de madurez que una niña de trece para estos asuntos del amor adolescente.

Amaranta.

Mr. Rific dijo...

AMARANTA: Cuando yo tenía 17 años estábamos en el instituto y las niñas de 13 aún en el colegio con la EGB... no sabíamos muy bien lo que era la pederastia pero éramos conscientes de que no estaba del todo bien relacionarse con ellas.
Que luego muchos lo hicieran... pues cuestión de oportunidad, escrúpulos o sensatez de cada uno.

Por cierto, estoy de acuerdo en que la mayoría de chicos de 17 años son inmaduros en cuestiones de amor (yo no es que estuviera verde, es que era un cero a la izquierda), pero en el caso de las niñas no me atrevería a meter la palabra "madurez" (en el grado que sea) en la misma frase.

Anda que no cuesta alcanzar cierto grado de conocimiento en esas cuestiones, a veces incluso rebasada la treintena...

ivan dijo...

Riffic,

jajajaja... a mí me parece que hiciste lo correcto.

Ya eras un hombrecito y ella una niña.

Los principios a veces nos evitan líos.

Se habría fijado en tí su hubieses tenido su edad???

Un abrazo

Mr. Rific dijo...

IVAN: Evidentemente si yo hubiera tenido su edad... nada de nada.
Es curioso pero yo tenía más principios en esas cuestiones (y en general) de chavalín que ahora de adulto.
Con el paso de los años el desencanto va dejando muchos escrúpulos por el camino.
Un saludo!!!

Anónimo dijo...

La madurez querido Rific es algo relativo evidentemente, pero cada cual tiene la suya y en todas las etapas de la vida. Por eso puedo comparar la madurez de una niña de trece años con la de un "niño" de 17 y tú asentir en la comparación sin problema alguno.

Es evidente que si comparamos la madurez de una niña de 13 con una de 25 la cosa cambia mucho.

Pero chica de 13 con chico de 17 es algo tan similar que muchas niñas de 13 se podrían hasta sentir ofendidas por la comparación y no al contrario.

La cuestión es que yo no entiendo qué tendrá que ver la madurez con la experiencia. Y aquí nos viene que ni pintados el ejemplo de los hombres que por muy mayores que sean, cosa que se sobreentiende que acumula experiencias, del tipo que sean, pero experiencias, siguen sin tener madurez alguna. Porque madurez Rific es la capacidad de la persona para "responsabilizarse" de sus actos. Y aquí querido hay gente que se responsabiliza de todo lo que hace y hay gente que nunca entenderá que es eso de "responsabilizarse" de lo que uno haga...jajajaj.

Lo que no es muy de recibo es llamar lolita a una niña de trece por sentirse atraída por un imbécil de 17, aunque ya se sabe que con quien niños se acuesta....jajajaja. Querido las lolitas son niñas que seducen a hombres, no a niños de 17. Y en esto sí que cualquier niña de 13, lolita o no, sabe que un hombre por definición, es algo mayor de 17 años.

Así va el mundo.

Amaranta.

Mr. Rific dijo...

AMARANTA: Precisamente por relativa, generalizar acerca de la madurez es la primera trampa en la que tú misma caes.

Chicas de 13 con chicos de 17 están cercanos en el tiempo y en el espacio sí, pero rozando el límite de lo inapropiado.
Yo al menos soy de la opinión (lo era con 17 y lo sigo pensando ahora) que una vez que tu carnet de identidad pone que eres mayor de edad (o estás en las puertas de ello) lo mejor es evitar ese tipo de controversias.

No recuerdo haber establecido distinción alguna (ni paralelismo o comparación) entre madurez y experiencia, aún así leo atentamente tus particulares definiciones. Sigo sin poder estar de acuerdo con ellas por cómo generalizas y por cómo pones el acento en los siempre desastrosos hombres... debes ser muy afortunada viviendo en un entorno tan ideal en lo relativo al género femenino, repleto de mujeres cabales y sin nada que reprocharles en actitud, acciones o raciocinio.
De ahí a colapsar el Templo de Atenas (o el santoral) tan solo media un paso :)

Sobre la definición de "Lolita" tampoco entro al trapo, yo leí ese libro precisamente al poco de cumplir 17 años y desde entonces he tenido muy claro cuándo me he encontrado en presencia de alguna, según el cánon de Nabokov... repito, el de Vladimir Nabokov.

Adriano dijo...

La inexperiencia, religión y demás nos hicieron mucho daño, que asco de adolescencia jajaja la peor etapa de mi vida con diferencia

Mr. Rific dijo...

ADRIANO: ¡Con la iglesia hemos topado!
Ahora la nueva religión entre adolescentes (y adultos, dicho sea de paso) es internet, y como todo el mundo sabe uno de sus usos principales es el guarreo.
Un dios mucho más tolerante y permisivo éste que aquel de principios de los 90 ;)

Bajar de peso dijo...

Que bello resulta leerte, fue todo un honor conocer tu blog.

Mr. Rific dijo...

BAJAR DE PESO: Muchas gracias, marchando una Fanta baja en calorías ;)