jueves, 28 de noviembre de 2013

ADULTERIO - 1 - (preliminares)

AGOSTO: A pesar de estar casada acepta quedar conmigo a primera hora de una tarde de sábado, para una caña tan rápida como clandestina.
Me cuenta sus problemas en casa, su insatisfacción, la aburridísima existencia en el pueblo donde vive, un lío que tuvo con otro tipo casado varios meses atrás... le digo todo lo que quiere oir, lo que necesita, lo que ha venido a buscar... me siento a su lado y nos abrazamos, ella se desahoga un poco y acabamos besándonos.

Cuarenta minutos después ella se pone las gafas de sol y abandona el bar sola camino del coche... yo comienzo a caminar hacia mi casa escuchando "Oceania" de Smashing Pumpkins en los cascos, a mitad de camino me compro un helado.


OCTUBRE: Nuevamente me cita en el mismo bar oscuro y apartado, son las once y media de la mañana. En nuestras conversaciones previas se ha mostrado distante pero según la veo llegar tengo un buen presentimiento, su sonrisa la delata.
Nos sentamos en el rincón más alejado del local, a salvo de ojos indiscretos.

Se repite un poco el guión de la primera cita, tras una breve charla nos arrimamos pero esta vez no opone resistencia cuando intento meterle mano.
Nos besamos con ansia y le agarro las tetas por debajo de la camiseta, también el culo... ella me frota la entrepierna por encima del pantalón, la cosa se calienta tanto que finalmente me aparta de un empujón.
"No me compliques la vida", dice.


Pregunto cuándo volveremos a vernos y si estaría dispuesta a "profundizar" más en posibles futuros encuentros. Me dice que si lo que quiero es follar lo tengo muy complicado, que ella no haría "eso" a su marido.

Nos despedimos y de camino a casa pienso en qué diferencias sustanciales habrá, moralmente hablando, entre meterle el dedo (tal y como hice media hora atrás) o acabar introduciéndole otra parte de mi anatomía... si su marido notaría demasiado la diferencia, básicamente.


NOVIEMBRE: No acabo de pillar el punto a esta chica. No sé si simplemente tiene ganas de matar el rato soñando despierta, sin quemarse... si busca recambio masculino con vistas a realizar una substitución antes de que se acabe el partido... o si está demasiado ociosa (y carente) tras comprar el enésimo cuaderno de pasatiempos "Cincuenta sudokus de Grey" en los chinos.

Mantenemos una larga conversación por el messenger, por un lado no duda en arrojar ciertas picardías pero a la vez insiste en preguntarme si salgo con otras chicas, qué hago con ellas...
No miento, le digo que de vez en cuando hago lo que puedo con alguna que se preste, pero nada serio.
De repente se indigna y me dice que eso a ella no le gusta, que necesita que el chico de turno esté completamente pendiente de ella, exclusividad, que no le va mi rollo para nada, que si me veo con ella no debo ver a otras... contesto que me parece bien que no le guste cierto libertinaje, pero que su reproche suena un poco fariseo, dadas las circunstancias, proviniendo de una mujer casada.

Corta brúscamente la conversación y tarda semanas en volver a asomar por el messenger. Curiosamente el día que lo hace, ya en diciembre, actúa como si todo le diera lo mismo e insiste en quedar: "tengo que ir a la ciudad a mirar unos cursillos por la tarde, así que si te apetece tomamos unas cañas"

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DICIEMBRE: Hace un frío que pela. Entramos en una cervecería y según vamos a pedir el camarero se toma la libertad de recomendarnos una marca nueva que ha recibido. Yo rechazo la oferta pero ella se deja llevar.
Nos sentamos en una esquina y tras el primer sorbo casi escupe al suelo... "¡vaya puta mierda!", exclama... "empezamos bien", pienso.

No tardo en arrimarme pero me para los pies, recupera el tema de nuestra última charla, insiste en preguntarme acerca de la última vez que he follado y con quién. Digo que llevo casi un par de meses a dos velas, no se lo cree... hace bien, apenas han pasado tres días desde mi último descenso al garaje con una chica, pero bueno, si no contamos eso la verdad es que llevaba casi un par de meses a dos velas, o quizás uno.

Nuevamente dicta sentencia, me declara culpable de "llevar un rollo que a ella no le va para nada"... lejos de hacer propósito de enmienda y jurarle amor eterno agarro su mano, insiste en que "me caes de puta madre pero somos muy distintos" así que lógicamente beso su cuello... "ya me estás liando, no empieces, que ya sabes que luego te quedas con ganas de más", susurra...

"Hacemos una cosa -contesto- ya que has venido relájate, disfruta... y a cambio te puedes tomar mi Mahou y yo beberé esa basura que te han puesto..."

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La profecía se cumple, efectivamente me quedo con ganas de más.
El magreo en la esquina del bar es brutal, de esos que casi pierdes el sentido y la noción del tiempo. Pero tras mirar demasiadas veces el reloj (y el móvil, teme constantemente una llamada de su marido) da por concluida la cita: se coloca el vestido, baja al WC para recomponer su maquillaje y nos despedimos furtivamente.
Ya en la calle, ella tuerce a la derecha camino de la estación de trenes, yo me dirijo a la izquierda y de repente caigo en la cuenta de que han colgado los adornos navideños en las calles.

"Con el madrileño aquel con el que se lió en marzo me dijo que sí había follado... ¿por qué conmigo no?", pienso, formulando un lujurioso deseo bajo una de esas estrellas luminosas patrocinadas por El Corte Inglés...


-CONTINUARÁ-      (Pinche AQUÍ para leer la segunda parte)


domingo, 17 de noviembre de 2013

TEATRILLO PORNO

I:

Siendo chavalín, en medio de un botellón con compañeros de la facultad, un chico al que yo no conocía de nada se envalentonó y tras varios cubatas comenzó a contarnos intimidades sexuales.
Relató con detalle un montón de guarradas que hacía a su novia y otras tantas que su chica le obsequiaba... de todas ellas destacó el polvete que presúntamente habían echado el finde anterior, durante el cual él se había puesto una máscara porque (según confesó) "a su novia le daba muchísimo morbo aquello..."

Aquel chico terminó la noche vomitando en una esquina... ajeno al hecho de que sus historietas sexuales no caerían en saco roto: a partir del lunes sus colegas comenzaron a llamarle "El Guerrero del Antifaz".





II:

Hace años salí un par de veces con una chica que trabajaba de agente de seguridad en un polígono industrial.
Me contó que tuvo un novio policía y que a ambos (durante el tiempo que salieron) les molaba bastante hacerlo uniformados y montarse sus películas antes de ir al catre...

Una vez me propuso ponerme las esposas pero eso jamás me ha gustado así que rechacé la oferta. Al parecer me estaba tanteando, aquel "no" debió de sugerirle que conmigo no podría llevar a cabo sus fantasías más recurrentes.

Después de aquella noche solo volvimos a vernos una vez más y después creo que comenzó a salir con alguien de su pueblo, un chico muy aficionado a la caza propietario de una gran escopeta.



III:

Hace muchos muchos años, durante varios meses, estuve ganándome un dinerillo trabajando en una actividad comercial de venta a domicilio.
En aquel tiempo muchos amigos me preguntaban si no pasaba como en las pelis porno, si me recibía alguna ama de casa semidesnuda con ganas de mambo... pero no, supongo que esa leyenda encaja más con rudos fontaneros, virginales testigos de Jehová o sudorodos butaneros.

El caso es que en aquel trabajo jamás me vi envuelto en ninguna situación mínimamente sexual, pero desde entonces, alguna de las ocasiones que he comentado a una chica esa parte de mi pasado me han acabado pidiendo que imite para ellas en la intimidad el proceso de la "venta".

En el par de años siguientes a dejar aquella actividad lo hice en tres ocasiones. Aún tenía relativamente fresco el guión de nuestros "allanamientos de morada" y recordaba bastante bien cada frase, cada gesto, cada respuesta mecánica en caso de negativa por parte de la clienta...



Fueron unas representaciones de lo más cómico y todas ellas inevitablemente derivaron (gracias a la complicidad de las "clientas") en un juego de dobles sentidos, indirectas, acercamientos y frases más propias de fantasías porno caseras... finalmente el producto era vendido y mi papel de comercial en el sofá culminaba con la ansiada transformación en butanero camino del dormitorio.

Pero los años pasaron y acabé olvidándome tanto del guión (había frases verdaderamente hilarantes) como de aquella liturgia que conseguí llegar a tener tan bien mecanizada.
Por puro abandono y no poca pereza, jamás he vuelto a hacerlo.


Curiosamente, hace unas pocas semanas encontré (estaba perdida por casa) una carpeta con varios documentos de la época: apuntes, borradores de contratos, tests de opinión, manuales sobre cómo cerrar aquellas ventas, listas de precios, hojas de evaluación...

Echando un vistazo al contenido de la carpeta me reí una barbaridad recordando anécdotas de mi paso por tan infame empresa, así como del par de usos "extralaborales" y erótico-festivos que pude hacer del entrenamiento y teatrillos con aquellas chicas en sus casas.
Aquel empleo fue bastante penoso pero aunque solo sea por esto último deberé estarle (en cierto modo) agradecido.

De hecho no guardaré la carpeta en un lugar demasiado escondido, por si acaso...




jueves, 7 de noviembre de 2013

"SINFONÍA INACABADA"

Hace años mi padre hizo cierta amistad con un músico de la orquesta sinfónica de mi comunidad autónoma, aquel violinista de vez en cuando nos obsequiaba con un par de invitaciones para los conciertos.
Mis padres no podían ir así que durante un tiempo me las vi y deseé para encontrar alguien que me acompañase... no resultaba fácil en plena adolescencia que algún colega se apuntara a un concierto de música clásica, y la única chica a la que medio se lo comenté me miró como si fuera un bicho raro pasando olímpicamente del plan, casi traumatizándome.


Tan gélida fue (en general) la acogida que obtuvieron mis ofrecimientos que acabé yendo solo toda aquella primera temporada, desperdiciándose siempre el ticket extra.

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En el grupo de amigos con los que solía salir no era frecuente que hubiera chicas, tan solo de vez en cuando alguna se nos juntaba, de manera tan extraña como ("Apariciones Marianas", las llamaba yo) milagrosa... una de las habituales guest stars era Isabel.

Cierta tarde que jugábamos a las cartas en un bar comenté que la siguiente semana arrancaba la segunda temporada en que tendría entradas para algún concierto de la orquesta y nuevamente me tocaría ir solo. Isabel me dijo que ella iba a clases de piano y le gustaba ese tipo de música, creo que fue entonces cuando debí decirle que igual podría estar bien que me acompañase y ella asintió con la cabeza, o algo parecido... la verdad es que yo no recuerdo aquel incidente, pero días más tarde mis amigos allí presentes asegurarían que sucedió tal cual acabo de contarlo.

El caso es que el día del concierto llegó, recuerdo que caía en sábado, por eso no me extrañó la llamada de mi amigo José Luis aquel mediodía, era lo habitual para quedar a la noche... tan solo que esta vez el motivo de la llamada resultó ser más "delicado".

No se anduvo con rodeos: "Hoy tienes concierto, ¿no? Pero qué coño te pasa, ¿no ibas a llevar a Isabel?"
Contesté que no tenía la menor idea de lo que me decía, pero para él no colaba...
"Déjate de historias, el otro día durante la partida se lo dijiste delante de todos, la chica me ha llamado dos veces esta semana (la última apenas hace un rato) por si yo sabía algo o por si habías cambiado de planes... ¿quieres que te de su número de teléfono y la llamas?"


Apunté el número en la esquina de una hoja de periódico, despaché a José Luis como buenamente pude y comencé a dar vueltas al asunto.
Por aquel entonces yo era un cero a la izquierda relacionándome con las chicas y el miedo me pudo, llegado el momento de la verdad no me atreví a dar el paso de invitar "formalmente" a Isabel.

Por un lado me extrañó mucho aquel repentino interés suyo, se suponía que ella iba (descaradamente) detrás de uno de mis amigos, me autoconvencí de que ella tramaba alguna (nunca mejor dicho) maniobra orquestal en la oscuridad para dar celos a mi colega, que tan solo quería utilizarme, etc...
Por otro lado me acojoné vivo.

Eso sí, saqué el suficiente valor para llamar a Isabel por teléfono a su casa, sudar lidiando con el saludo previo a su padre (él lo descolgó) y disculparme por finalmente no poder llevarla al concierto... me inventé una excusa, creo que dije que me iba a acompañar mi madre, algo parecido... Isabel era una chica de pocas palabras y por teléfono aún más, me aseguró que no pasaba nada, tan solo que ella había entendido que habíamos quedado, etc... LA VERSIÓN OFICIAL.

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Asistí solo al concierto, recuerdo que interpretaron la maravillosa "Sinfonía Inacabada" de Schubert y mientras la escuchaba no pude quitarme de la cabeza a Isabel, imaginé lo que podría haber dado de sí la velada en su compañía... aquello sí que fue pura "Fantasía" y no la de Disney.

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Hace poco he ido a otro concierto clásico donde también representaban la célebre pieza de Schubert... de repente en medio del segundo movimiento, en un flashback perfecto, surgió del fondo de mi memoria aquella anécdota con Isabel.

No pude evitar sonreir al recordar que a partir de mi plantón (o espantada, según se mire) Isabel comenzó a interesarse por mi de manera continuada... y que un par de meses después nos enrollamos en aquel portal a la salida del bar rockero donde solíamos ponernos hasta el culo los findes...

"Entonces no lo supe -pensé el otro día, repantingado en el patio de butacas- pero qué bien hice llamándola para decirle que no..."